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25 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Pastoral de la Altagracia

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La Pastoral de la Iglesia Católica tiene ausente un testigo de la historia dominicana actual: El Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez fue jubilado y para nada se le toma en cuenta. La redacción, el mensaje central, la forma de presentar los hechos es totalmente distinto. La iglesia ya pasó la era de López Rodríguez y se encamina por nuevos rumbos. Monseñor Francisco Ozoria Acosta tendrá que labrar su camino como nuevo pastor mayor de los católicos

Por eso luce esta Pastoral un mensaje de transición. Le falta vida, valentía, coraje para abordar problemas que son esenciales de la vida dominicana. Es como tomando fuerzas para en un futuro lejano entrar de lleno a la problemática nacional.

Es más, todos los temas que fueron abordados en la Pastoral, ya están tratados por el nuevo jefe de la Iglesia. Hay posiciones ya definidas sobre el aborto, la violencia contra la mujer, sigue la timidez en torno a la corrupción, y ya. Temas de palpitante actualidad quedan fuera de la agenda.

Parece que la iglesia toma una línea más conservadora, y no tan militante como es de esperar con las directrices del papa Francisco, que habla bien claro de los males sociales, y sobre todo de la culpa por omisión o silencio que puedan tener los católicos.

Creo positiva la observación de los católicos en lo que se refiere al aborto. He planteado que para el aborto se tienen que sentar todos los sectores sociales y consensuar la propuesta. Se puede llegar a un entendimiento, siempre que se haga una discusión franca, objetiva, sincera y respetando puntos fundamentales del predicamento de cada cual.

Sobre la corrupción, la Iglesia Católica ni siquiera pone el dedo en la dermis, y mucho menos le echa yodo a la llaga. Una declaración demasiado evasiva y abierta para no dañar a nadie. El papel del nuevo jefe de la Iglesia católica dominicana debe ser fijar posición sobre los nuevos rasgos de corrupción.

La violencia también es un tema que trata esta pastoral y creo que es la parte más brillante. Como se generan los hechos de violencia partiendo de las desavenencias económicas, los embarazos de adolescentes, los choques entre parejas que dividen y llevan sangre y luto a la familia. Bien logrado y desarrollado este tema.

Ahora el punto ausente, está presente por no ser escrito. La nueva posición de la iglesia sobre la emigración ilegal haitiana. El Cardenal López Rodríguez era un gran crítico sobre esa emigración haitiana, pero el nuevo jefe de la Iglesia dirigió la Pastoral Haitiana y se le señala como un simpatizante de los emigrados, sobre todo de los nacidos aquí de padres ilegales.

No hay mucho espacio para cortar en esta pastoral. El Obispo Osorio está todavía calentando el brazo. De Haití no quiere hablar, pero es un tema que va a tener que afrontar lo más pronto posible. La iglesia cambió de director, habrá que ver si se puede superar lo hecho por López Rodríguez. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

 

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