Cuando un partido celebra su convención, es un hecho interno que sólo le interesa a esa colectividad. Las elecciones de sus cuadros directivos, no debe ser un problema nacional. Es algo privado que concierne a una parte minúscula de la sociedad. Las convenciones de los partidos son hechos internos, que no tienen por qué afectar a toda la comunidad.
La mayor parte de la población no milita en partidos políticos. Está inmersa en su diario vivir. Sólo se acuerda de los partidos, el día de las votaciones, por considerar, por herencia histórica, que es un deber ciudadano votar. Hoy, los abstencionistas, tienen categoría de una manifestación política importante.
Cuando hay unas elecciones para escoger a un presidente de la República se cuentan los votos que le dan el triunfo, los opositores hasta donde llegaron, pero sobre todo, que por ciento de la población se quedó en sus casas. En toda América Latina crece la abstención electoral, la indiferencia para participar en votaciones.
Los partidos políticos están congelados en el tiempo. Su misión principal es tomar un ala del poder, pero sus líderes ni siquiera se aplican una hora para preparar un esbozo de programa de gobierno. Piensan que en un mundo de zoquetes, un discurso mal hilvanado les dará el triunfo.
Es un error que se podría pagar caro, tratar de llevar a ser un problema universal, de todos los dominicanos, la convención interna de un partido político. En una convención solo deben participar los seguidores de ese partido, y no toda la población. Hacer universal esas votaciones sería plantear una movilidad en toda la población, con las molestias que esto ocasionaría.
Los partidos tienen que hacer su convención con la lista de sus militantes. No pueden pretender que todo el que tenga una cédula de identificación y votación participe en unas elecciones que sólo les interesa a ellos. Las precandidaturas de los grupos políticos son un escenario explosivo, incendiario, y de ser supervisados por la Junta Central Electoral, podrían llevar a que el organismo coja fuego, antes de tener que dirigir las elecciones nacionales.
Los partidos si deben preparar un programa de gobierno que se le explique al pueblo. Los candidatos tienen la idea de que se debe votar por ellos porque pueden pronunciar un largo discurso, o porque se saben sonreír ante una cámara de televisión. Es una muestra de futilidad creer que el pueblo se siente interesado por esas pequeñeces.
Cuando en verdad es de interés para todo el pueblo el proceso de escogencia de los partidos, es en el momento que tienen a su candidato presidencial y deben salir a buscar los votos. Pero no van a encadenar seguidores si no le explican a la clara que tienen en proyecto para lograr el desarrollo nacional.
Se necesitan ideas nuevas para la política nacional. No es hora de estar repasando viejas lecciones con nuevos oradores. Los partidos y sus dirigentes no quieren darse un baño de nuevas intenciones, y por el contrario prefieren a jugar a que el pueblo lo integran idiotas, que se pueden convencer con palabras sin sentido, y presentarle el espejismo de esperanzas que nunca se concretizan. ¡Ay!, se me acabo la tinta.