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25 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Partidos sin democracia

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El peor daño que se le hace a la democracia nacional, es cuando los dirigentes políticos reparten los cargos de sus partidos, sin ir a una votación interna totalmente democrática. Los acuerdos de aposentos siguen castrando a la actividad partidista local, y ello evita que se pueda desarrollar.

La unidad de un partido político tiene que ocurrir en base a que se respete el derecho de las bases al votar en forma libre y democrática. La única forma de ser democrático en un partido, es aceptar el derecho de la mayoría.

Pero el concepto de alternabilidad no puede ser que dos personas designen quienes son candidatos. No, esa es parte de una línea política que debió terminar con los tres caudillos dominicanos del siglo 20, los cuales imponían su poder total.

Democracia es que todo el que lo desee pueda aspirar, y que sea la votación libre y si es posible secreta la que determine a ganadores y perdedores. Si en los partidos no hay confianza en las decisiones de sus bases y se les humilla, entonces no se pueden plantear cambios en la estructura política nacional.

Hoy por hoy, ninguna ley está por encima de los líderes políticos nacionales. Ellos hacen lo que les viene en gana. Una ley de partidos no tendrá fuerzas contra ese vendaval que se mueve a su libre albedrío. Nadie puede detener ese mar embravecido.

Pero en cada partido está surgiendo la luz del cambio. Es que las bases exigen su representatividad, y cuando no se las dan, viene el caos, el fraccionamiento y la auto-destrucción.

En los cuatro principales partidos políticos, el desorden los ha ido acorralando. Todos tienen el síndrome del autoritarismo, del desconocimiento del derecho de la mayoría, y se mueven por el capricho de sus dirigentes máximos.

Es un pecado que viene con el nacimiento de esta faceta de la democracia, luego del ajusticiamiento de Trujillo, donde el poder dictatorial de los caudillos se impuso a cualquier surgimiento de democracia interna. Hoy está haciendo falta ese espíritu democrático, que no se conquista con simples leyes.

A estos políticos que actúan imponiendo su voluntad, es bueno recordarles que en toda América Latina ha sucumbido el sistema de partidos, por la falta de democracia interna. Líderes que se quisieron eternizar en los puestos, a través de sus representantes, y por poner murallas para que no ascendieran los jóvenes.

La República Dominicana reclama un cambio en el liderazgo político nacional. No simples leyes que irán al zafacón o a la biblioteca de algún intelectual de capuchino, sino un profundo cambio de mentalidad de sectores que dicen ser los representantes del nuevo orden, pero cuerpo, corazón y mente los tienen atados al pasado. ¡Ay1,se me acabó la tinta.

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