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23 de abril 2024
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OpiniónCarlos McCoyCarlos McCoy

Parar la emigración, para detener la inmigración

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Una de las estrategias de manipulación es, crear un problema y luego ofrecer la solución.

En el caso de la migración humana, las grandes potencias, en la mayoría de los casos y por mucho tiempo, han venido creando los problemas, sin ofrecer una posible solución.

La primavera árabe es el mejor ejemplo.

Hoy, las Organización de las Naciones Unidas, entidad internacional que no sirve para nada. Con un organismo como el Consejo de Seguridad, compuesto por 15 países miembros, pero que no se puede llegar a ningún acuerdo, si es vetado por uno solo de los países con asientos permanentes (Rusia, China, Francia, Reino Unido y los Estados Unidos) se ha inventado unos acuerdos, uno para   migrantes y otro para refugiados tratando de ponerle una curita a un tumor canceroso.

Irresponsablemente, como siempre, nos quieren vender que, con la firma de pactos, cuyo cumplimiento solo se lo aplican a los países pobres, van a resolver el problema de la inmigración.

Cuando las naciones protestantes ricas del norte en la Unión Europea se decidieron a inyectar capitales a las economías de los países católicos pobres del sur, a los cuales despectivamente los ingleses llamaban PIGS, puercos en inglés, (Portugal, Italia, Grecia y España), las aguas económicas de todos los países miembros comenzaron a tomar su nivel y solo con esa acción empezaron a resolverse sus problemas migratorios.

Hoy, usted viaja de un país a otro dentro de Europa y se da cuenta que cambió de país, cuando comienza a ver que los letreros de las autopistas son en otro idioma.

Se eliminaron las fronteras físicas, porque la mayoría de los ciudadanos, siempre que tengan la oportunidad, desean vivir en sus respectivos países.

Las dos principales causas para la emigración son; Dificultades económicos o conflictos bélicos.  En la actualidad no existen ninguno de esos problemas entre los países miembros de la UE.

Por desgracia, ambos eventos están sucediendo en otras latitudes.

Otro ejemplo son las fronteras de los Estados Unidos de América.  ¿Por qué no se habla de construir un muro en el límite norte? Simple, porque los canadienses viven con unos estándares de vida similares a los de los estadounidenses.

Lo cual no sucede con los mexicanos en el lado sur.

¿Han notado que en la caravana de centroamericanos hacia los Estados Unidos no hay ni costarricenses ni panameños? La constante continúa.

Si los Estados Unidos y los demás países desarrollados quieren detener la inmigración ilegal hacia sus territorios. No tiene que hacer absolutamente nada.  Solo tienen que dejar que nuestros países se desarrollen.

Brasil, estaba en el sendero correcto, pertenecía a los países BRIC, que suena como “ladrillo” en ingles y se había convertido en la séptima economía del planeta.

Pero el sistema de gobierno no era del agrado del gendarme mundial.  Acusaron a la presidenta Dilma Rouseff y en un juicio relámpago la destituyeron de la primera magistratura.

Preventivamente, hicieron lo mismo con Luiz Inacio Da Silva (Lula), quien, según todas las encuestas, se perfilaba como el próximo presidente de Brasil y en una opereta de juicio, lo condenaron a 12 años de cárcel.

Brasil, en estos momentos, va camino a la debacle total.

Hicieron lo mismo en Venezuela, Guatemala, El Salvador y Honduras. Todos estamos viendo los resultados.

Nicaragua, Bolivia y Ecuador están en la mira.

Las grandes potencias, con los Estados Unidos de América a la cabeza, si de verdad quieren detener la inmigración ilegal, deben tomar la sugerencia que le hizo la madre de Facundo Cabral al entonces presidente Menen de Argentina.

 «Con que no nos jodan, es suficiente».

Por Carlos McCoy

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