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25 de abril 2024
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OpiniónJose Espinosa FelizJose Espinosa Feliz

Palabras que pesan

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La primera vez que escuché estas palabras fue en voz de uno de los grandes, el más apasionado narrador. Locutor y abogado, Osvaldo Cepeda y Cepeda. No un simple discurso, no una simple defensa ante un juez. Palabras llenas de valentía, honradez, sinceridad y responsabilidad que tanto hace falta en estos tiempos de desintegración de valores determinantes para el desarrollo y crecimiento de una sana sociedad.

Quedé muy sorprendido, y aún más, de que esas palabras no estén encuadradas en las escuelas, en las instituciones públicas, y en todas las universidades. Son palabras que pesan y quedan impregnadas en la eternidad; demuestran así la magnitud y grandeza de este hombre inmortal y uno de los Padres de la Patria dominicana.

El Patricio Francisco del Rosario Sánchez, cuando fue tomado preso en el Cercado, el 1ro de junio y procedían a fusilarlo en San Juan de la Maguana el 4 de julio de 1861; representó al hombre que debemos ser. Todo dominicano debería leer esta histórica defensa, hecha con valentía y decisión. Este solo hecho lo convierte en un hombre excepcional.

Además del contenido, Osvaldo Cepeda, lo presenta en su clase de oratoria como un escrito que cumple con todas las reglamentaciones y seguimiento de un discurso bien estructurado.

La defensa de Sánchez ante el Juez el día que lo fusilaron:

«Sé que todo está escrito. Desde este momento seré yo el abogado de mi causa. Usted, Domingo Lazala, designado para juez de mi causa, pretende en vano humillarme. Lamento tener que recordarle en público que yo fui su abogado defensor ante los tribunales de Santo Domingo y lo saqué absuelto cuando estuvo usted acusado como presunto autor de asesinato de uno de sus parientes del Cibao.

Cuando una facción se levanta contra cualquier orden de gobierno establecido, es deber de ese gobierno acercarse a esa facción hasta indagar el porqué de su protesta. Si esta tiene fundamento legítimo, se debe atender sus razones y, cuando no, castigar con arreglo a derecho a las facciones. Yo vengo al país con el propósito firme de preguntar a quien deba si ha consultado el querer de los dominicanos para anexar la Patria a una nación extraña.

¿Con qué leyes se me habrá de juzgar? ¿Con las españolas que no han comenzado a regir, pues el protocolo establece un interregno de meses para que comiencen a regir las leyes del Reino, o con las dominicanas, que me mandan a sostener la independencia y soberanía de la Patria? ¿En virtud de qué ley se nos acusa? ¿Amparándose en cuál ley se pide para nosotros la pena de muerte? ¿Invocándose ley dominicana? Imposible. La ley dominicana no puede condenar a quienes no han cometido otro crimen que no sea el de querer conservar la República Dominicana.

¿Invocando la ley española? No tenéis derecho para ello. Vosotros soy oficiales del ejército dominicano. ¿Dónde está el código español en virtud del cual se nos condenarais? ¿Es posible admitir que en el Código Penal Español haya un artículo por el cual los hombres que defienden la independencia de su país deben ser condenados a muerte?

Pero veo que el señor fiscal pide para estos hombres lo mismo que para mí, la pena capital. Si hay un culpable, el único soy yo. Estos hombres vinieron porque yo los conquisté. Si ha de haber una víctima, que sea yo sólo… Yo fui quien les dije que debían cumplir con el deber de defender la independencia dominicana, para que no fuera robada. De modo, pues, que si hay una sentencia de muerte, que sea contra mí sólo.

He echado por tierra vuestra acusación, fiscal.  Para enarbolar el pabellón dominicano fue necesario derramar la sangre de los Sánchez; para arriarla se necesita de los Sánchez. Puesto que está resuelto mi destino, que se cumpla. Yo imploro la clemencia del Cielo e imploro la clemencia de esa excelsa Primera Reina de las Españas, Doña Isabel II, en favor de estos mártires de la Patria… para mí, nada; yo muero con mi obra».

Lecciones aprendidas:

-Nada diferente al presente. Una sentencia prefabricada cumpliendo órdenes superiores.

-Recrimina al fiscal por ser una persona mal agradecida, «muerde la mano a quien te dio de comer».

-Se supone que en un régimen de derecho se debe juzgar con una ley vigente.  No se puede condenar a quien no ha cometido ningún crimen, que lucha en defensa de las mismas leyes y defiende la independencia de su país.

-Siempre estuvo en defensa de los suyos, no incriminarlo, ni echarle la culpa, como puede suceder en estos tiempos, salirse e incriminar a otros.

-Resignación a la muerte con valentía, si es por la patria la vida le sabe dulce.

-Pide clemencia, no para él, sino para los suyos, aquellos que los siguieron porque confiaban él.

-Demostró decoro y valentía.

-Para Sánchez no valió el refrán “que no es lo mismo llamar al Diablo que verlo llegar”. Sánchez lo vio llegar y lo enfrentó con gallardía en las mismas fauces del monstruo.

Por José Espinosa Feliz

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