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25 de abril 2024
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OpiniónNeftalí Eugenia CastilloNeftalí Eugenia Castillo

¿Palabra de Dios la Biblia?

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La Cámara de Diputados de la República Dominicana ha aprobado una resolución que obliga a leer la Biblia en los centros educativos del país. Alegan los honorables diputados (ignorantes todos de las Sagradas Escrituras, pero la ignorancia es atrevida) que su lectura en las escuelas y colegios ayudaría a que en un futuro tengamos mejores ciudadanos y menos delincuentes.

No quiero entrar en la discusión de si la resolución es anticonstitucional o no. Para eso están los entendidos en el tema. Yo quiero enfocarme en los aspectos teológicos, en el fanatismo religioso que puede generar esta medida, en la intolerancia y en la mala interpretación de la Biblia.

En primer lugar, no es verdad que el estudio de la Biblia dará mejores ciudadanos al país. ¿Acaso los países mayoritariamente cristianos como República Dominicana tienen mejores ciudadanos? Todo lo contrario, si visitamos las cárceles del país y realizamos alguna encuesta, encontraremos que todos los que están cumpliendo alguna condena han sido bautizados o han recibido alguna formación religiosa, ya sea evangélica o católica.

¿Qué me dicen de los congresos y los partidos supuestamente cristianos? ¿No han sido igual de corruptos, tiranos y traidores que los demás? ¿No han pensado los dominicanos en la dignidad moral del congreso que propone y aprueba esta resolución? ¿Realmente son honorables? Y estoy seguro que la mayoría de ellos se consideran cristianos, evangélicos o católicos y al parecer conocedores de las Sagradas Escrituras, bautizados y redimidos, y sin embargo, ¿son realmente honorables y cristianos, insobornables y honestos? La lectura de la Biblia no cambia a nadie y menos cuando dichas enseñanzas se pretendan imponer a garrotazos.

En segundo lugar, enseñar la Biblia como si todo lo escrito en ese antiguo libro fuese “palabra de Dios” o  un montón de libros inspirados por el Espíritu Santo, denota una gran ignorancia en Sagradas Escrituras y una gran hipocresía.

El problema de leer sin comprender es que todo puede ser interpretado erróneamente y esa mala interpretación conduce al tan indeseado fanatismo religioso. De ahí que la mayoría de iglesias evangélicas y muchos católicos poco instruidos piensen que la Biblia es un libro histórico, que Adán y Eva existieron realmente, que el hombre es la cabeza de todo y la mujer un animal de segunda o tercera categoría, que Moisés partió en dos el mar Rojo, que hubo un diluvio, que Dios destruyó a dos ciudades, Sodoma y Gomorra, porque eran homosexuales, que el mismísimo Dios escribió la tabla con diez mandamientos y se la entregó a Moisés, la torre de Babel y otros tantos relatos  bíblicos que pueden prestarse para justificar el rechazo a la ciencia, el machismo, el odio y el irrespeto al que piensa diferente, la homofobia, etc.

La Biblia es la colección de libros más vendidos en la historia de la humanidad, es Sagrada Escritura para dos de las religiones más grandes del mundo, judíos (Antiguo Testamento) y cristianos, que aunque se acogen más al Nuevo Testamento, aceptan el Antiguo como anuncio de las promesas del Nuevo. Ciertamente, es un libro que ha influido mucho en la cultura occidental, para bien o para mal. Merece la pena conocerlo como cultura general, darlo a conocer a nuestros estudiantes en las clases de literatura; pero no como un libro histórico o científico y mucho menos como si todo lo  allí escrito fuese palabra de Dios o inspiración divina.

Es conocido que los evangélicos, aunque se dicen cristianos, se enfocan más en el “estudio” del Antiguo Testamento. Basta escucharlos en algunas de sus prédicas. Son intolerantes con todo el que no pertenezca a su grupo, condenan al infierno con tal ligereza que es imposible salvarse. Los encuentra citando la Biblia para condenar a los homosexuales, para condenar el vino, la música que llaman mundana, la poesía erótica y todo lo que tenga que ver con la cultura, pues para ellos el único libro que se debe leer es la Biblia.

Y es precisamente en el Antiguo Testamento donde se encuentran los mayores problemas morales de la Biblia. Por eso ya en el siglo II, Marción, un griego convertido al cristianismo, rechazaba la lectura del Antiguo Testamento por todas las narraciones escandalosas que en este aparece como “palabra de Dios” o hechos inspirados y aprobados por Dios.

La Biblia es un libro complejo que debe ser estudiado con las herramientas  que nos proponen las ciencias teológicas: exégesis, hermenéutica, historia, etc.

No debe ser enseñada por docentes que carecen de estos conocimientos y tampoco debe ser impuesta en un estado laico que respeta la libertad de culto. Si los honorables diputados quieren que se enseñe la Biblia a sus hijos, que los manden a la catequesis de sus parroquias o a la escuela bíblica de sus iglesias evangélicas.

 

Por: Neftalí Eugenia Castillo

 

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