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24 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Pacto para el desarrollo

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El país necesita un consenso nacional para impulsar el desarrollo. Es difícil que un solo sector pueda aglutinar todos los factores que son necesarios para dar pasos cortos y coyunturales para mejorar las condiciones de vida de los dominicanos. Ninguna medida va a solucionar todos los problemas, pero se inicia la marcha.

Es difícil lograr ese pacto, pero no imposible. Todos los programas de desarrollo entre las diferentes fuerzas sociales dominicanas fracasaron. En el pasado se hicieron decenas de reuniones y se pronunciaron muchos discursos, pero con el tiempo todo terminó en la basura.

Hoy sin el consenso, es imposible impulsar el desarrollo. Cuando habló de desarrollo me refiero a todos los aspectos de la vida nacional. Lo económico, lo político, lo municipal, lo congresual, la salud, la educación, el pleno empleo, la prevención de la delincuencia, todo.

A pesar de lo difícil, la sociedad dominicana de hoy es la más llamada a lograr un pacto por el desarrollo y el mejoramiento de la vida. Hoy no hay fraccionamientos importantes entre los grupos políticos, sociales y comunitarios. La caída de las ideologías en el país deja a todos los partidos siendo del mismo sector político. Las diferencias son si están en el Gobierno o en la oposición. Nada más le separa.

No hay partidos ni de derecha ni de izquierda. Hay partidos que viven su realidad que es llegar o mantenerse en el poder. Es fácil poder conversar y conformar un programa con entidades políticas que no se adversan en lo ideológico. Es más, partidos opositores ayer, hoy son aliados del gobierno. Y aliados del pasado, ahora están en la oposición. Nada divide a la familia política nacional.

En un pacto nacional todos los temas se deben tratar sin miedo y sin censura. La corrupción debe estar en primer nivel, al igual que la especulación, la usura y las zancadillas de la competencia empresarial.

Pero dicho a la verdad es utópico el pensar en ese pacto. Lo impide el deseo de poder. Hoy pesa más el espejismo de tener el poder en las manos, para la oposición, o de los oficialistas de mantenerlo, que cualquier carga ideológica del pasado tormentoso.

Las ambiciones personales pesan más que el interés nacional. Seguiremos dando tropezones sin unidad, sin consenso y sin posibilidades de que todos se unan guardando sus diferencias, para lograr el desarrollo nacional. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

 

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