El sistema de justicia otra vez le falla a la sociedad dominicana. La más reciente barbaridad de nuestros tribunales le cobra la vida al joven Eddy Peña, raptado en la capital y ejecutado en unos matorrales de San Cristóbal.
Su verdugo, Juan Carlos Zapata Mendoza, estuvo preso acusado de otros asesinatos y un juez, no se sabe amparado en qué, lo mandó para la calle con una variación de su medida de coerción.
“Buscado” por otros delitos, incluyendo homicidios y robos, ésta máquina de la muerte parecía invisible ante las autoridades policiales que no pudieron o no quisieron encontrarlo, y el país se entera de su prontuario cuando éste criminal cobra su siguiente víctima.
La justicia está para proteger a los buenos de los malos, y no está haciendo esa tarea.