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25 de abril 2024
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OpiniónArturo López ValerioArturo López Valerio

Organizaciones que aprenden y construyen nuestro futuro

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Al margen del pesimismo que arropa a los actores de un mercado, sobre todo los consumidores, creemos en las organizaciones que aprenden. Especialmente de sus clientes, de una forma que les permite evolucionar y adaptarse antes los retos actuales.

Existen casos de estudio de sobra: organizaciones lineales se volvieron rápidas y ágiles cuando colocaron a los clientes como el centro de su operación. La metodología Inbound, por ejemplo, busca crear procesos de digitalización que ayudan a las empresas a volverse más inteligentes.

Usar software para automatizar los flujos de trabajo, desarrollar estándares e interfaces para permitir dicho flujo y lograr una coordinación de datos en tiempo real. La aplicación de algoritmos ya no debe ser un chiste político; lograr el aprendizaje automático para generar decisiones fiables debe ser el objetivo.

Según los expertos, los proyectos, no las funciones, definen las organizaciones de hoy. En el libro Business Decode de Peter Fisk, nos explica que en el pasado, el 90% de los trabajos eran roles funcionales, regulares y de gestión, mientras que el 10% trabajaba en proyectos. Hoy en día, el 90% de la mayoría de los trabajos se basan en proyectos, sobre cambio e innovación, y muy pocos de ellos mantienen el status quo.

Los proyectos pilotos nos ayudan a estar preparados para la incertidumbre. Nuestro desafío no es predecir el futuro, sino estar preparados para él.

Pero esto implica que debemos estar trabajando constantemente. Llenar la narrativa con hechos pasados no generará más futuro. Un negocio ágil gana al enfocarse en el futuro, al hacer que el cambio sea normal.

Cuando observamos sectores con dolores de parto, nos damos cuenta que no se prepararon para el cambio. Tampoco deben cambiar de repente: deben iterar soluciones rápidamente, con la creencia de que es mejor comenzar con una solución imperfecta y luego mejorarla, que pasar mucho tiempo cabildeando la solución incorrecta.

¿Podemos diseñar el futuro sin tecnología? No. La tecnología va con nosotros, es un tema central para todos los líderes empresariales. Saber que las interfaces serán más personales, el lenguaje menos técnico. Las interfaces de usuario continuarán otorgando el poder al consumidor: ellos elegirán siempre la mejor opción en el mercado.

Por esta razón no nos sorprende que la economía digital alcance del 5% del PIB de la República Dominicana para este año 2021, según el estudio de economía digital de Tabuga.

Esta realidad no la podemos ocultar, porque también está cambiando la forma en cómo funcionan las organizaciones. El trabajo en 2021 no fluye igual que hace una década atrás.

Según Fisk, para 2025, la mayoría de los trabajadores serán personas independientes que trabajarán en todo el mundo, independientemente de la distancia o el origen. Sin trabajos de por vida. Sin roles permanentes. Descripciones de trabajo fluidas. Varios trabajos al mismo tiempo. Y empresas trabajando juntas.

Estamos frente a un futuro de habilidades que no serán definidas por el empleador. Por esta razón desde el estado hasta el tejido empresarial debe aprender a aprender, afrontar la incertidumbre y el cambio.

Dicha realidad inminente nos llevará construir empleos alrededor de las personas, en lugar de personas alrededor del trabajo, abandonando los modelos establecidos del siglo XIX. Recordemos que ocho de las diez empresas más valiosas del mundo son plataformas.

Es momento de pensar a modo de ecosistema, articulándonos a través de plataformas, porque el valor hoy se crea fuera de las instituciones. Si las plataformas están transformando los mercados, trabajemos para digerir dichos cambios, sin dejar a nadie atrás.

Por: Arturo López Valerio

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