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25 de abril 2024
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OpiniónAlexis AlcantaraAlexis Alcantara

Opiniones y culpables

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Suelo no hablar ni escribir de Política, porque además de generarme toda suerte de malestar, a veces se pierden amigos por no compartir sus ideas y en todo caso pienso que si nos manejamos dentro de la parte positiva de las relaciones personales, podemos alcanzar un punto de verdad equidistante en cualquier tema que nos enfrente.

Pero con todo estos escarceos que se han presentado en el país a consecuencia de fraudes, sobornos, delaciones, conspiraciones y hasta realidades malignas que se amparan en leyes y reglamentos impuestos y que provocan un privilegio que atenta contra la sociedad misma, he decidido escribir desde una óptica holística algunos detalles que vienen como respuestas y sirven para todo, hasta para la anemia.

Resulta que nos enteramos, de que los presupuestos que manejan los Gobiernos son insuficientes para las demandas colectivas de mejoría en la calidad de vida, mientras que las personas que fruto del ejercicio “democrático” que realizamos cada cuatro años y a quienes pagamos con impuestos por el trabajo de buscar las soluciones a los grandes problemas nacionales, primero aseguran su bienestar y el de sus allegados, creando privilegios que irritan no solamente a los necesitados sino que también a su propia clase.

Esos privilegios a unos pocos, se convierten en perjuicio para los muchos y es lo que a nuestro juicio provoca este clima de indignación y promueve el clamor de soluciones alejadas a las más mínimas normas de convivencia social.

Nadie nos podrá explicar cómo teniendo un porcentaje exorbitante de empleados de todas las categorías recibiendo salarios que apenas les permite respirar (a los más afortunados) mientras que el grueso de ese porcentaje no saben cómo logran sobrevivir, existen personas que se han dedicado a vendernos sueños en tiempos de campañas para alcanzar posiciones de Gerencia Gubernamental, y que hoy tienen la suerte de cobrar cientos de miles por un empleo, cientos de miles por otro lado y cientos de miles entre comisiones, gastos de representación, viáticos, etc… y que además tengan la fabulosa suerte de que sus familiares tengan un “Copy Life” en cuanto a las vías de diversificación de ingresos.

Pero peor aún, ahora nos enteramos que cuando se hace una reclamación justa de construcción, reparación o remozamiento de determinadas obras sociales, que debe ir a satisfacer una demanda anhelada por la gente llana, quienes deben contribuir para canalizar la solución del problema, lo que ven es una oportunidad de ganarse unos cuartos (RD$) adicionales y con acciones divorciadas de la ética, mediante los procesos de planificación, presupuesto y ejecución de la misma.

Mas bien, se plantean las necesidades de nuevos impuestos y hasta planes de austeridad que solo perjudican a las grandes mayorías.

Algo que resulta grave es que para tener obras viales, edificaciones publicas modernas y aun no sé si escuelas aptas tengamos que aceptar que nunca las tendremos si no existe el factor corrupción.

El mal radica en la ambición desmedida, la inescrupulosa falta de conciencia y el irrespeto a la sociedad, la cual, asfixiada de tanto padecer, entra en estado de ebullición y pide a gritos castigos para los causantes de sus desgracias.

Sin embargo, nos surge una duda, quienes son los malos o los más culpables ?.. los que accionan para alcanzar lucro a través de los poderes transitorios que les da la sociedad; o los que aprovechan la amargura del hambre vivida para pervertir a los funcionarios y llevarlos a cometer actos deshonestos contra la lógica procesal y el deseo de todos.

Sin dudas que el hambriento busca alimento, pero el propietario del colmado quiere vender. Y esto así porque no hay corrupto sin corruptor.

Solo nos queda esperar que este temporal destruya las estructuras de inconductas y que cuando se asiente el turbio aire de informaciones y percepciones, encontremos toda la verdad al respecto y que la lesión quede aprendida para los de ayer, hoy y los que vendrán. Que sepan que algún día todo sale a relucir en el teatro de operaciones que conocemos como nación.

Que el que esté en disposición de sacrificar la decencia y la ética para lucir las joyas de los antivalores, sepa muy bien que será sepultado en el zafacón de la historia con la desgracia de que ni todo el oro obtenido le servirá para la vida eterna ni para lucirlo en el cielo o en el infierno.

Los que juegan a ser mimos, para distraernos, los que se enriquecen y adquieren renombres sobre la base de la desesperación y los se burlan de los que no los endiosan deberán entender que cada historia tiene final y que el futuro no está escrito, pues nuestras acciones van cargando la acuarela con la que se edificara el mañana y sobre la pirámide de las necesidades humanas se encuentra el reconocimiento que puede ser de agrado o desagrado, solo nosotros elegimos como alcanzar la cima.

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