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20 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¡Ojalá fuera solo ella, la Iglesia Católica!

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Todo el que tiene aquí cierta capacidad pensante, y es independiente; que no pertenece al círculo de los que actualmente disfrutan de las mieles del poder local, y que se han hecho ricos a cargo del erario público nuestro, tienen su atención puesta hacia lo adelante, en lo que respecta a los inminentes e inciertos derroteros que esperan a los dominicanos.

Según manifestara a la prensa nacional el obispo auxiliar y vicario de la Arquidiócesis de Santo Domingo, como rector de la Universidad Católica Santo Domingo, monseñor Jesús Castro Marte, en ocasión de celebrarse las festividades navideñas, y en medio de las costumbres de estilo, actividades sociales nada más, “La Iglesia Católica está preocupada por el futuro de RD”. ¡Y quién no! (Ver: “Diario Libre”, del 21-12-19, página 4).

Dijo el alto prelado católico, “Nos preocupa nuestro futuro inmediato, pues el año 2020 hemos de enfrentar grandes retos de los cuales esperamos salir fortalecidos y orgullos de los resultados obtenidos”. ¡Qué optimista!, al referirse a uno solamente.

Aunque no deja de ser una gran realidad lo expresado por el sacerdote señalado, con respecto al próximo año específicamente, su opinión deja entrever cierta esperanza con relación al después, qué se debe considerar también, ya que, debido al accionar de los políticos locales, como las tantas desaprensiones en que han incurrido sus actores gobernantes, espantoso habrá de ser cuánto ha de venir para el país durante los tiempos sucesivos venideros.

Solo con ese legado de endeudamiento, como de entrega de los bienes púbicos a sectores privados y extranjeros; las carencias sociales de todo tipo que se habrán de verificar; los apremiantes de orden económico que tendrá el pueblo; al igual que, la inseguridad ciudadana in crescendo cada vez; y, el desarrollo del narcotráfico en curso, serán factores más que suficientes para fortalecer el caldo de cultivo que servirá de base para la inevitable debacle nacional esperada.

De ahí que, tantos buenos dominicanos estén percibiendo como bastante “lúgubre” el futuro que le espera a esta República, con gran preocupación. No solamente la Iglesia Católica aquí, así lo externa.

Inducido por ese molesto, o lastimoso pensar, el cura hizo provecho de la ocasión para hacer algunas recomendaciones, muy loables, por cierto, entre ellas: “dejar de lado las pasiones; rechazar la violencia social y contra la mujer, el clientelismo político y las ambiciones de riquezas fáciles y mal habidas”. Son cosas que, evidentemente pueden contribuir a forjar un mejor futuro para la nación.

Además, “llamó a que el crecimiento económico sea mejor distribuido y en beneficio de la salud, la educación, el trabajo y el bienestar de los necesitados”; queriendo significar, en nuestra opinión, y si es que en verdad lo hay, que no se quede en las manos del pequeño grupo hegemónico que gravita sobre el grueso de los dominicanos.

De otro lado, “exhortó a trabajar para el logro de la independencia real del Poder Judicial y la erradicación de la corrupción en todos los niveles, mediante acciones contundentes y ejemplares, y “que se eviten las parcializaciones, los paños tibios y las poses teatrales demagógicas en la aplicación de la Justicia”.

“Ahí sí que esa pintura es dura”, como dice el pueblo. ¡Acabar en esta República con la impunidad! ¡Bueeno, dará mucha brega hacerlo!

¡Habló bien el prelado católico! Pero, son muy pocas las esperanzas que se tienen aquí de lograr en realidad todo eso. ¡Parece estar soñando!

 

Autor: Rolando Fernández

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