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23 de abril 2024
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OpiniónRamon ColladoRamon Collado

Nunca tanto, Excelentísimo Presidente Medina

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Finalmente el dominicano ha despertado. Al desbordarse el pozo séptico de corrupción e impunidad, el mal olor ha tenido su efecto en el sistema nervioso de la mayoría de los dominicanos. Un simple vistazo a las diversas redes sociales—los medios de comunicación más influyentes y poderosos—revela que los dominicanos no quieren escuchar más falacias, no quieren más cuentos, no quieren más promesas desinfladas; en el argot popular, el Dominicano ya no quiere que lo ‘mareen’.

En su discurso anual de Rendición de Cuentas—27 de Febrero 2017—el Presidente Medina destacó un país que muchos dominicanos percibieron como el Reino de Noruega, mientras que otros pensaron que el Presidente se refería al Gran Ducado de Luxemburgo, la República de Singapur, o la República de Islandia. Paradójicamente, el Excelentísimo Presidente Medina se refería a la República Dominicana, y, basándonos en sus palabras, en este país casi no hay pobres; la economía crece tan rápido como la de Japón; el sistema educativo es comparable con el de Suecia, y la justicia es tan independiente como la Nueva Zelandés, ah… y esta justicia es capaz de procesar los corruptos de una manera independiente e imparcial, tanto al que se roba 21 sobres de leche como al que se lleva 500 millones de dólares entre las uñas.

Más versátil aún, el Presidente Medina habla de que no hay ni habrá ‘vacas sagradas’ en lo que se refiere a la persecución de la corrupción durante sus mandatos—“no habrá ‘vacas sagradas’ ni dentro ni fuera del Gobierno,” señaló el Excelentísimo Presidente. Sin embargo, las ‘vacas sagradas’ están frente a sus ojos y a los ojos de todo el país. Para la desdicha del Presidente Medina, el pueblo Dominicano está muy informado y sabe que los intocables tutumpotes que han asaltado el erario no son procesados judicialmente en la República Dominicana. Esto es axiomático porque, por ejemplo, el actual Senador por San Juan de la Maguana, Félix Bautista, llegó a las arcas del Estado con aproximadamente 500,000 pesos a su nombre a finales de los 90s. Sin embargo, al día de hoy, el distinguido Senador, tiene una fortuna que cariñosamente sobrepasa los miles de millones de pesos, la cual no puede justificar. Otra ‘vaca sagrada’, pero esta está fuera del actual Gobierno, es el ex-Ministro de Obras Públicas, Víctor Díaz Rúa, el cual posee una fortuna la cual tampoco puede explicar ni justificar.

Esencialmente, el dominicano común y corriente puede nombrar al menos 15 corruptos que no han sido procesados judicialmente y que sus casos han sido engavetados por la justicia Dominicana en los últimos 16 años. Esto significa que los gavilleros del erario que han sido beneficiados por la justicia Dominicana son conocidos por el dominicano común y corriente, lo que desmonta en parte la ficticia imagen de República Dominicana que el Presidente medina quiso proyectar en su discurso.

La corrupción e impunidad son evidentes, palpables y asfixiantes, por tanto son imposibles de ocultar, especialmente por el nivel de corrosión que han causado al desarrollo económico de la Republica Dominicana.

Es importante puntualizar, brevemente, que al dominicano estar bien informado sobre el tinglado mafioso que ha asaltado este país, los discursos clichés ya no tienen el efecto que tenían en el pasado. Por ello, el pueblo Dominicano espera una respuesta incisiva en contra de la corrupción e impunidad; y cualquier discurso demagogo y adormecedor que intente posponer, suavizar, dilatar, amañar, o interrumpir el proceso de desinfección que requieren el Estado y la justicia Dominicana, es una pérdida de tiempo de parte del Presidente Medina.

La gota ya derramó el vaso, Señor Presidente. Ya los dominicanos han aprendido que, o detienen el derrotero por el que los corruptos están llevando este país, o en un futuro cercano la isla más bella del Caribe se convertirá en una aldea invivible comparable con el Congo-Kinshasa, Venezuela, Sudán del Sur, Bangladesh, o Haití.

 

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