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19 de abril 2024
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OpiniónMaximo SanchezMaximo Sanchez

Nuestra lectura sobre los cambios de Abinader

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Muchos asumen el cambio del ministro Fulcar, como una destitución; en realidad, se le dio un decreto de ministro sin Cartera, lo que equivale a ponerlo a refrescar en el congelador, como un pote de mucha importancia.

En este momento, Roberto Fulcar está en una situación parecida al coronel de Macondo, que no tiene quien le escriba; pero eso se olvida con el tiempo y con los escándalos por venir, pues si Luis Abinader no lo necesitara, lo hubiera dejado sin funciones, para que la justicia investigara los desmanes que se le atribuyen.

El Sr. Fulcar fue el jefe de campaña del candidato Abinader; la estructura electoral que él construyó en el territorio nacional es de su dominio; en los próximos dos años, en el PRM-PRD, solo existe una persona capaz de hacer eso que hizo Roberto Fulcar, y ese es el Lic. Guido Gómez Mazara, quien no está en la misma tónica del presidente Abinader.

El presidente Luis Abinader ha removido la mata, porque sus números caen más rápidos que los días del calendario; pero contrario a lo que muchos pensaban, no ha mirado hacia lo interno de su partido, lo que significa que su confianza en su conglomerado político para recuperar el prestigio del gobierno es muy poca.

Cuando durante la campaña presidencial pasada, que le daría la presidencia, Abinader tuvo que seleccionar su candidato vicepresidencial, él tomó la opción de una representante del sector empresarial, y para ponerle los puntos a las ies, la escogió del Cibao; lo qué envió el claro mensaje de donde iba estar la base política del gobierno que encabezaría a partir de agosto del 2020.

Sin dudas la base social y política del gobierno del PRM-PRD encabezado por Abinader, es una parte del empresariado nacional. Esto, nos deja sin explicación de porque el Presidente deja sin protección a los representes de esa clase que lo sustenta en el poder.

Según se ha comentado, y nadie lo ha desmentido, el altercado con el Ing. Macarrulla fue tan agrio, que Abinader mandó a llamar su seguridad en el ante despacho presidencial; Macarrulla está en el expediente Medusa, y algunos otros nombres comienzan a emerger en este gran escándalo.

Decía don Juan Bosch que, en República Dominicana, el rumor cobra importancia de categoría política; pero en los últimos años, debemos decir que existen rumores y “otros rumores”; cuando a un rumor, le sigue un hecho inexplicable que solo se puede relacionar con ese rumor anterior, entonces seríamos tontos sí no atendiéramos lo que escuchamos con anterioridad.

Se dice que Jean Alain Rodríguez está a punto de cantar; pero que no cantaría para involucrar a la cabeza principal, o sea a quien le dio licencia de corzo, sino que lo haría para dejar al descubierto a otros Macarrullas; eso significa que resquebrajaría por completo la base social y política del gobierno.

Después de ese rumor, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia, llega raudo y ligero, aparentemente sin invitación al Palacio Nacional, en una inesperada visita que nadie puede explicar.

Lo que le haya dicho el Dr. Luis Henry Molina al Lic. Paliza, solo es del dominio de ellos dos y del presidente Abinader; pero lo que es seguro es de que sus palabras fueron un mensaje de una persona que responde al nombre de Danilo Medina.

La posición del expresidente Medina frente a la justicia, lo tienen hace varios meses enfrascado en buscar un punto débil del gobierno; y aparentemente, lo ha encontrado en las relaciones de los empresarios y el Jefe de Estado.

El futuro hablará, qué tan duro golpeará el gobierno a la familia Medina y a sus allegados sometidos por sus indelicadezas; o si por el contrario se deja que Jean Alain Rodríguez remueva los altares.

Nos reíamos por lo bajo, cuando escuchábamos calificar de loco al expresidente Hipólito Mejía, y sonreímos porque sabíamos que no lo era; por eso recordamos una de sus brillantes salidas, en una ocasión en que se le preguntó sobre sometimientos judiciales por corrupción, “el día que aquí se haga algo así, no va quedar un solo altar en pie”.

Aparentemente, Mejía tenía razón; los “santos” corren, en busca de resguardo, y los altares se sacuden, no sabemos si caerán.

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