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23 de abril 2024
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OpiniónEmilio Armando OlivoEmilio Armando Olivo

Nosotros: Taiwán y gratitud

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Cada día vemos y notamos que el mundo se va degenerando por el llamado capitalismo salvaje en sus diferentes modalidades, desde lo personal y hasta las naciones por intereses cortoplacistas.

Vimos cómo por dinero, aportes o mercados, países han dejado sus relaciones diplomáticas con la República de China-Taiwán, lo que es una decisión de cada país, pero si vamos perdiendo la gratitud o las relaciones de amistad entre las naciones, los pueblos o las personas, donde está el significado de las reales relaciones. Diplomacia es convivencia familiar y entre países.

Sí. El capitalismo salvaje es lo que nos está gobernando en el mundo y más si lo manejan políticos cuyos pensamientos y acciones son el norte de estos, al acumular riquezas individuales o para sus naciones.

Notemos que no es solo en países pequeños que estas acciones se adoptan.
Veamos cómo uno grande se sale de los programas mundiales de protección al medio ambiente o protección a la naturaleza por defender la necesidad de que el capital para ciertos sectores de su economía sea el símbolo.

Un parque deportivo a Costa Rica o las cobranzas de los barcos que pasen por el canal de Panamá y/o también para que no se haga otro canal, es lo que decide las relaciones de amistad sincera de una cooperación de décadas del pueblo y gobiernos de Taiwán con países amigos como estas grandes naciones hermanas.
El mercado grande de China no es suficiente para dejar valores como la gratitud a un lado.

Si el capitalismo salvaje nos ha mancillado como nación y nos ha llamado tradicionalmente “banana country” como nos llamará el nuevo capitalismo en expansión que nos llega desde el oriente, desde la China en expansión, pues no vamos a creer, que ellos creen, que no han sido estas acciones adoptadas por simples voluntades desarrollistas y de beneficios a nuestros pueblos.

Quiera mi Dios, que no sea que la expansión política y empresarial sino-latina no tenga cierta similitud con casos de corrupción que han arropado a nuestra América negra o india, con el modelo de empresas brasileñas que saben cómo se bate el cobre en estas naciones bananeras. Los chinos no son tontos, son chinos.
Las relaciones rotas de Panamá con Taiwán, son un espejo del capitalismo que nos acecha y la puerta a mi entender de un nuevo imperialismo.

Celebro y respeto la decisión de cada pueblo y nación, pero no debemos en este siglo seguir sucumbiendo a las grandes potencias imperiales sin importar que sean dirigidas por Monroe o los nuevos Gengis Kan del mundo actual.

Ahora bien. La política internacional de expansión de cualquier imperio o nación fuerte les llega de diferentes maneras y formas a las naciones territorialmente pequeñas. Recordemos cómo recientemente el imperio brasileño de manera inteligente se fue apoderando de nuestros dirigentes en varias naciones latinoamericanas y del mundo africano y por igual como la influencia política se nos metió en el tuétano o por los ojos con el poder del oro negro venezolano.
Debemos como nación evitar que se nos quiera utilizar en esta estampida expansionista y del nuevo socialismo mundial.

Los problemas de los chinos, cual etnia esta sea, es de ellos y que no aparezca un sabio tipo como los mensajeros brasileños que quiera convencer alguien de las bonanzas del nuevo capitalismo y mercado grande de la gran China que tiene hoy disponible para expandirse pues tiene “to los cuaitos del mundo”.
No sigamos perdiendo valores en nuestra sociedad como lo es la gratitud, no todo lo que brilla es oro, no todo

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