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19 de abril 2024
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OpiniónRolando RoblesRolando Robles

¿Por qué nos quieren juntar?

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La conversación surgió en un momento muy impropio. Ramón Murphy y yo discutíamos sobre asuntos pertinentes al mundillo de las ventas de alimentos al detalle, que es su preocupación principal como presidente del gremio que aglutina a los bodegueros de Estados Unidos; de ahí que para darle un vuelco al tema y terminar hablando de los supuestos aprestos de la comunidad internacional para fusionar nuestro país con Haití, hay un al detalle trecho bastante grande.

Pero nos adentramos en los pasadizos de la historia moderna, es decir, la que nos cuenta los hechos a partir de iniciado el siglo IXX; y pudimos documentar que entre 1804 y 1898, treinta (30) nuevas naciones se separaron o independizaron de sus antiguos reinos o países. España, que resultó la más afectada por esta oleada independentista, perdió diez y ocho (18) colonias y ocho (8) de ellas, solo en el año de 1821.

En el siglo XX, el gran “perdedor” fue el Reino Unido, que vio esfumarse su dominio total sobre más de sesenta (60) colonias, aunque casi todas han seguido bajo su tutela parcial, en la denominada Mancomunidad Británica de Naciones. Francia es la segunda potencia en perder su poderío en materia de extensión territorial, unas treinta (30) colonias decidieron caminar en solitario la ruta del desarrollo. Lo mismo sucedió con la Unión Soviética, que se desgranó a partir de 1991.

Lo mas interesante de estas independencias, separaciones y reacomodos políticos, no es el nombre de la potencia que hacía de especie de sombrilla política, ni las fechas en que se registraron las escisiones; lo mas singular han sido las circunstancias y condiciones que hubieron de presentarse para que se materializaran.

La primera gran avalancha moderna fue contra España, que conservaba aun el prestigio y poderío que le dio el “descubrimiento” de América, inmediatamente después de haber echado a los moros de la península. Su poderosa armada, se vio palidecer ante los hechos: mantener el control de un imperio allende los mares; y vino la debacle.

Los aires independentistas generados por la Revolución Francesa, mas que a Francia, afectaron a España; y la revuelta haitiana, seguida por la rebelión de Sur América en 1811, tuvieron un efecto dominó que decretó la pérdida de sus posesiones en el Nuevo Mundo. Claro que en ello también influyeron las llamadas Guerras Napoleónicas que conmovieron Europa y obligaron a España a desatender sus propiedades de Ultramar.

Mas luego, y ya en pleno siglo XX, se registra -a la luz de las dos grandes guerras- el segundo gran alud separatista moderno. En la primera mitad del siglo, aparecen cuarenta (40) nuevos países. Y casi a continuación, explota África y las Naciones Unidades reciben solicitudes de ingreso de otros cincuenta (50) nuevos estados independientes. Finalizando el siglo, con la caída de la Unión Soviética y la crisis de los Balcanes, veinticinco (25) nuevas entidades nacionales hacen acto de presencia en el mundo.

Ya entrado el siglo XXI, sigue el movimiento separatista que en los dos siglos anteriores generó la aparición de cerca de ciento sesenta (160) países, con diversos grados de independencia, territorio y poder, pero todos con la clara intención de abrazar la autodeterminación y el libre albedrío pleno. Una media docena de estados -algunos sin reconocerse aun- han mostrado ansias secesionistas, en tan solo los tres lustros que van de este siglo.

Se puede afirmar que en la actualidad, en los albores de este milenio, aun suenan los tambores de la separación; y tal vez con mas intensidad que nunca. La decisión de los ingleses de abandonar la Unión Europea, aunque era admisible, nadie supuso que el referendo arrojaría el triunfo del Brexit. Y lo que es más aun, la voluntad manifiesta de Catalunya de salirse del Reino de España, crea una situación de perturbación en la península ibérica, que todos auguramos luchas y dificultades mayores.

También en Estados Unidos se han sentido los aires de separación, pero el cisma no ha cuajado. El primer intento serio tuvo lugar en el marco de la Guerra Civil. Once estados (los Confederados) trataron de formar tienda aparte, pero fueron derrotados. Mas luego California y Texas hasta lo han solicitado públicamente, sin embargo, las diligencias no han pasado del nivel mediático, el discurso motivador y la especulación.

Mientras que en Bolivia, la crisis generada por sectores oligárquicos de la región conocida como “Media Luna” (formada por los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando) fue ahogada por el manejo firma del Gobierno y la acción disuasiva de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).

Debe notarse que en general, los deseos separatistas de los últimos años, aunque a veces tienen raíces históricas y de índole política y cultural, son motivadas por la relativa bonanza o riqueza que exhiben los partidarios de la división. Todos suponen que sus aportes al conglomerado nacional, son mayores que los beneficios que reciben de los demás. Y puede que haya algo de verdad en estos razonamientos, pero la separación implica un retroceso en el nivel de vida de todos y una situación de confrontación con sus antiguos paisanos, de consecuencias absolutamente imprevisibles.

Con este cuadro comparativo de los movimientos nacionales durante los pasados doscientos (200) años, podemos afirmar que las tendencias del mundo han sido independentistas; que la autodeterminación ha sido la mayor aspiración de los pueblos, que se cohesionan por los intereses que tienen en común: hábitos, costumbres, cultural y economía.

De hecho, hay en el mundo actual varias decenas de intentos separatistas, motivados por diferentes razones. Algunas muy valederas, pero otras sin legitimidad alguna; pero esa es la forma en que gira la rueda de la historia.

Finalmente, este ejercicio nos sirve también para responder a la pregunta que se plantea en el título de este trabajo. El mundo entero -con contadas excepciones- se ha estado dividiendo por dos siglos corridos y todavía no para, pero algunos insisten en unificar dos naciones que no solo surgieron bien diferenciadas sino, que tienen también dos siglos separadas. Y que además, somos tan diferentes la una de la otra.

¡Vivimos, seguimos disparando!

 

 

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