Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
24 de abril 2024
logo
OpiniónGerson de la RosaGerson de la Rosa

Nos contagiaron de las peores falencias humanas

COMPARTIR:

Preocupa el rostro de satisfacción o indiferencia en cada vez más de nosotros ante las vicisitudes y desgracias de quienes nos rodean. Frases como “qué bueno que le pasó”, “tenía que morirse” o, “yo no me voy a matar por nadie”, son serios reflejos de una sociedad en franco deterioro, enferma.

Compramos la idea de una sociedad individualista como sinónimo de modernidad. Nunca fuimos advertidos de las implicaciones de tal adquisición. De una u otra forma cada uno tiene su grado de responsabilidad en el desbarajuste que nos oprime. Aunque casi todos sentimos como nos consume la situación, la mayoría prefiere desviar sus responsabilidades y enfocarlas en personas y sectores de pobre interés comunicacional.

Es siempre más fácil reflejar en otro los propios errores que asumirlos. En esa tónica se crían las jóvenes generaciones. Es comprensible la exponenciación de los males producidos en las actitudes, acciones y maquinaciones de nuestros hijos. Nos quejamos de ellos, los alumnos, el realenguismo y la delincuencia juvenil y, queremos engañarnos haciendo creer desconocimiento de estos.

Tenemos la sociedad que hemos permitido y sido capaces de construir. Los males inherentes a la misma sólo los reconocemos cuando nos tocan de dorma personal. Los vientos sembrados y cultivados en los senos de los campos de batallas familiares, se convierten engrandes tempestades para otros en los centros educativos, puntos de encuentros de servicios, la interacción en las calles y todo el quehacer social. Poco importa el hambre, el dolor y la sangre ajena; la inmediatez nos embarga.

Sustituimos nuestras fuentes base tradicional de conocimientos y convivencia por una racional “traída por los pelos” desde los centros de poder mundial a través de ONG. Estas, alto-parlantes del patio de dictados de modelación de conductas, se encargan de enrostrarnos los males de nuestra vida. Educar según los criterios, valores y principios inherentes a nuestra identidad esta pasado de moda. Se impone la aceptación de los vaivenes y ocurrencias de las jóvenes generaciones y lo que nos dicen aquellos incapaces de criar ni siquiera un perrito. Junto a la política “mala-fe” de Estados Unidos de deportarnos dominicanos dañados, la crianza realenga, el cruce de drogas por nuestro territorio, más la constitución de instituciones juveniles criminales, se ha formado un coctel que pone en vilo a muchas comunidades.

Parece gananciosa la sinrazón de la defensa de la soberanía en manos de quienes hacen de esta un bien de enriquecimiento, comprensión o manipulación por conveniencia o bien de corso. Estos barbaros, han demostrado su enemistad con aquellos inoportunos revoltosos perturbadores, que frenan sus accionares antipatrióticos. Asistimos al bochornoso espectáculo de desmonte jurídico- cultural y aprobación, como bueno y válido, de códigos, leyes, órdenes departamentales y figuras administrativas que nos tornan en extranjeros en nuestro propio país. La ausencia de originalidad y el ceñimiento a la aceptación de los paquetes puestos a quienes deberían ser hacedores de leyes, caracteriza esta época neoliberal.

La negación de esta realidad calamitosa es fuente de significativos recursos para algunos sectores fácilmente identificables. Otros, hacen sus agostos, “presentándose como filántropos”, sirviendo de recolectores y difusores de informaciones para sus matrices, muchas veces falseadas, de las dolencias sociales pendientes por sortear.

Aunque muchos de los males que nos afectan vienen de otras latitudes, la permisividad familiar los apaña. Dan risa las manifestaciones de algunas comunidades contra la delincuencia. Pareciera que los delincuentes son del planeta Marte. Quieren encubrir el hecho de conocer las procedencias, con nombres, apellidos y otras señas a esos muchachos atrapados en perturbadoras acciones. Si hubiese

Verdadero interés en la disminución de estos males, encontraríamos las formas de ponernos de acuerdo en atajarlos. Sin duda esto envuelve compromisos individuales y colectivos.

Comenta

[wordads]