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19 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¡No todo conviene hacerlo!

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Cuando no hay voluntad de hacer las cosas, ¡se esgrimen miles de pretextos! Las evasivas con respecto a tratar las temáticas alusivas, siempre están presentes; y, máxime, cuando de enmendar cualquier situación problemática es el asunto, que después, las acciones correctivas encaminadas, puedan afectar a determinados sectores económicos. Razón poderosa: los pingues beneficios que se le sacan a la misma.

Es lo que viene ocurriendo en Dominicana, con el desastroso escenario que se observa en el tráfico vehicular a nivel de calles y avenidas, que está rayando ya con un caos total, angustiante; que exacerba los ánimos de la gente, conductores y chóferes, por más sangre fría que se tenga.

El problema se agrava más aun en este país, por la falta de autoridad que se verifica, Y, nada se ha podido lograr, en términos de mejorar la situación, a pesar de las tantas alharacas que se han hecho sobre mejoras, y los intentos oficiales de los últimos tiempos.

También, la promulgación de una nueva normativa a regir en el sector que se incluyera; como, la creación además de un organismo rector generalizante del área, cuyo trabajo en realidad no se ha visto, a pesar de cuando se llevara a cabo su inauguración. ¡Meses van y vienen, continuando todo lo relativo de mal en peor!

Si en realidad hubiera la intención de enfrentar ese azaroso desorden martirizante, como los terribles taponamientos vehiculares que se producen, muchos factores incidentes se tienen por donde comenzar.

Para detectarlos, bastaría con transitar por las calles y avenidas de la República, al tiempo de reparar en las acciones indebidas en que incurre la ciudadanía, parte del problemazo, sin rubor alguno, que deben tener un régimen severo de consecuencias, y no ser ignoradas por las autoridades correspondientes.

En ese tenor, se puede mencionar: violación rutinaria de las señales de tránsito, incluida la luz roja de los semáforos; aparcamientos de vehículos en ambos lados laterales de muchas calles estrechas aquí; el recogimiento y “bajadera” de pasajeros en plenas boca-calles, o esquinas; también, en medio de vías congestionadas; agentes de la AMET, mal dirigiendo el tránsito; los parlantes telefónicos conduciendo; como, la temeridad de los “motorizados”, indecentes y raya carros,  transitando en medio de las aglomeraciones de automóviles.

Pero, además están las paradas improvisadas de carros para esperar pasajeros, y ahora de motores también, en cualquier esquina, con el tigueraje concursante, armado de palos y tubos, que fungen como “buscones”, y fieras de defensas para los chóferes.

Evidentemente, esa situación caótica a nivel del tránsito vehicular en el país reporta jugosos beneficios para los que expenden los combustibles todos, por el aumento en el consumo; al igual que, para los que gravan impositivamente los carburantes, principalmente. ¡Tremenda “alcancía” semanal representa para esos últimos!

También, a los vendedores de piezas para vehículos, les va muy bien, por los recalentamientos, y demás daños que sufren los automóviles, mientras están varados y encendidos por buenos ratos, esperando poder transitar.

Antes de concluir, se debe precisar que, esa es una temática aquí que tiene mucha tela por donde cortar; pero, los casos omisos gubernamentales se advierten con facilidad, debido al claro choque de intereses económicos, ¡innegable!

Finalmente, hay que referirse por obligación a la cantidad de vehículos que ya circula en este país, frente a la poca capacidad vial que se tiene, con el agravante de cada día: ¡se continúa importando más unidades!, algo que, obviamente, amplía el parque vehicular presente, y el caos aumenta.

Como se puede inferir, no se quiere resolver el problema, y cada vez se agrava más. Estos tiempos pascueros últimos (año 2019) han constituido el mejor ejemplo.

 

Autor: Rolando Fernández

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