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19 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

No hay planificación correctiva en Dominicana

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Tapones y más tapones, alimentados con carros suficientes al ruedo, nuevos y usados. Habrá que comprar dentro de poco tiempo helicópteros, que en cualquier parte puedan aterrizar, para poder transportarse la gente por las calles y avenidas de este país.

La que pueda claro está, pues para los desheredados de la fortuna se tendrá que cambiarles los horarios de trabajo, a los fines de estar a las horas reglamentadas en los mismos. O, los empleadores tendrán que aceptar las tardanzas en sus llegadas.

Aquí no se trabaja para resolver, complicar más las cosas sí. Es lo que se desprende de las recurrentes celebraciones de Autoferias que se llevan a efecto en esta nación, con un parque vehicular que supera ya significativamente la capacidad vial para su transporte, verificándose grandes ventas de automóviles cada vez, que obviamente, van a empeorar el excesivo y caótico tráfico vehicular que se tiene en las calles y avenidas dominicanas.

Esa es una actividad puramente comercial, y gestora de muy buenas cargas tributarias, a través de los impuestos aduanales por concepto de importación de esos vehículos, derecho a placas para transitar, obtención de matrículas de propiedad, seguros, como del consumo de combustibles a altos precios medalaganarios.

¡Qué buen “cócktail” recaudatorio ese! ¿Lo va despreciar el Gobierno? Los efectos derivados en contra de la población, como del buen desenvolvimiento vial que se debe tener en el país poco importan.

La problemática en el tráfico vehicular local, es algo que muy pronto las autoridades gubernamentales, cuáles sean, van a tener que ponerle el frente. Ya aquí se hace casi imposible moverse en un automóvil durante gran parte de los días y las noches.

Primero, por los taponamientos que se producen, debido a la cantidad excesiva de automóviles; cuando no, auspiciados por los mismos agentes destacados que dirigen en las intersecciones de mayor movimiento, verbigracia, Av. John Kennedy con Abrahán Lincoln, dejando los semáforos fuera de servicio, y que algunos los entienden “a pota”, para provocar altos consumos de combustibles mientras los vehículos están varados. ¡Acción que se cree dirigida a “pescar” impuestos” !, por órdenes superiores claro está.

Y, segundo, en razón de los irrespetos a las normativas legales de tránsito, la inconsciencia ciudadana de los conductores temerarios, como las grandes cantidades de vehículos en mal estado que se mueven (chatarras).

Aunque en contra de la “comparonería” de muchos dominicanos, que desde que consiguen dos o tres pesos, de inmediato solo aspiran a comprar un carro, los correctivos necesarios tendrán que venir.

Además, procede el tratar de evitar los ahogamientos económicos que implican muchas de las decisiones de ese tipo en la población –  comprar vehículos -, ya que los adquieren a crédito mayormente.

Como es lógico suponer también, a pesar de la gula impositiva gubernamental relativa, a ese tránsito caótico en el país, van a tener que ponerle control, cabe reiterar; y, con la celebración de Autoferias no será, pues con esas se produce todo lo contrario: acrecentar el mal que aqueja a la nación en el orden de lo tratado.

Una de las medidas correctivas obligadas a tomar en el tenor de lo abordado, tiene que ser la suspensión de la importación de vehículos, nuevos y usados, al menos por cinco años ¡Cero Autoferias entonces!

De lo contrario, se la pasará muy mal en esta República bananera, donde las privanzas ciudadanas imperan, sin calcular riesgos probables, y desequilibrios economicos a causar.

¿Por qué no celebrar otras ferias que resulten menos lacerantes, y más productivas para la sociedad, verdad, como, por ejemplo, agropecuarias?

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