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20 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

No echemos más leña al fuego

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Hoy quería referirme al tema del proceso electoral de la UASD, el escenario que se presenta en esta coyuntura con las posibilidades de renovación de esa academia y el retorno a una verdadera democracia universitaria desde su máximo organismo, para que sirva de modelo a emular por la sociedad política y por entidades de la sociedad civil, para lo cual pueden escribirse varios artículos y al interior de La Academia servirá para el retorno a la vigencia de  la Familia Universitaria y del trato justo a la Universidad del Estado por parte este. Sin embargo, el tema haitiano no puede ser pasado por alto y es más imperioso hablar de este que de cualquier otro, porque no podemos eludirlo ya que compartimos una misma isla.

El presidente Abinader no hizo caso a la propuesta que le hiciera, meses atrás desde Moca, el Lic. Gabriel Guzmán, hombre capaz y de bastante experiencia profesional acumulada por décadas en el trabajo con organizaciones de la sociedad civil. Esa propuesta, según mi punto de vista, era muy racional y coherente en la solución de tensiones sociales que se dan entre los países que compartimos una frontera terrestre.

Hace aproximadamente 30 años, Heriberto, un ex cuadro político que falleció hace dos años, decía que había un problema al que aquí no les estaban poniendo atención que era el problema haitiano.  Al reflexionar así, él se refería al trato que desde aquí se le estaba dando a la mano de obra haitiana, la cual es superexplotada por empresarios dominicanos hoy y en el pasado por el Consejo Estatal del Azúcar.

Daba pena y vergüenza el ver y saber lo que supe en 1981. Cuando el peso dominicano todavía tenía valor, pero no para tanto, aplicando un cuestionario de preguntas a trabajadores haitianos de la construcción, vi como trabajaban picando rocas donde se iba a construir. Descalzos y sin camisas, con mandarrias (no usaban compresores). Calculé que un haitiano se tomaba dos días para picar un metro cúbico de roca. El metro se lo pagaban a siete (7) pesos; siete pesos de aquel tiempo podrían tener el valor de poco menos 1,400 pesos de ahora para comprar comida y algunas cosas más, pero para un trabajador que tenga familia, tanto el cómo sus familiares tendrán que vivir en la indigencia con esa cantidad hoy día.

Difícilmente un trabajador dominicano lo hubiese hecho a ese precio, un trabajo tan agotador, pero no era justo que se le pagara así y no es justo como hoy se le trata; de seguro para hacerlo en dos días tendría que trabajar no menos de 20 horas. Los que trabajan hoy día en las construcciones reciben menos dinero en el pago de los salarios que los dominicanos y en la agricultura que casi todos los trabajadores son haitianos, no creo que haya uno que reciba mil pesos de jornal. Sin embargo, es justo que el trabajador migrante que viene a trabajar y es explotado por empresarios debe recibir el mismo trato en el pago de los salarios. Lo que si debe haber una regulación de los migrantes. Somos dos pueblos hermanos que compartimos una frontera y no podemos vivir con muchas tensiones con ellos; lo cual no quiere decir que no deben respetarse las diferencias culturales que las hay.

El pueblo trabajador haitiano no es el responsable o culpable de sus desgracias; porqué Francia no se pronuncia de su culpa en las desgracias del pueblo haitiano. No fue justo que se le obligara a pagar, porque destruyeron medios de producción, si fueron sometidos a la privación de su libertad como seres humanos por la esclavitud por los franceses. Esos medios de producción (ingenios y campos cultivados) eran producto en parte del mismo trabajo inhumano a que fueron sometidos privado de libertad. La burocracia estatal haitiana, los que por motivos políticos han ocupado u ocupan curules en el aparato del Estado haitiano, esos funcionarios o ex funcionarios que ostentan un modo de vida privilegiado por haber tenido la oportunidad de haberse formado en alguna universidad, también son responsables de lo que viven los haitianos, como también dejó su secuela negativa de modelo autoritario por 19 años la Ocupación Norteamericana que se inició en 1915.

Desde antes de Françoise Duvalier, desde antes de los tiempos de Lescot, Haití ha vivido gobernado por una burocracia parasitaria e irresponsable que macera, esquilma y tima a los trabajadores haitianos dentro de su país y a los migrantes cobrándoles impuestos relativamente altos para los que son obligados tributar. Francia tiene una deuda histórica con el pueblo haitiano y no quiere pagarla. A nosotros los dominicanos nos corresponde no estimular la inquina contra el pueblo haitiano, como tampoco podemos pretender resolver todos los problemas de los haitianos porque ni somos responsables de su pobreza ancestral y ni disponemos de los medios ya que no dejamos de ser un país pobre.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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