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24 de abril 2024
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3 min de lectura Cumbre

“Ni brujo ni adivino, simple efecto dominó”

Que muchacho más ameno, solo me quedó decir, cuando de forma estrepitosa me dijo, pero ven acá Valentín es que tu eres brujo, adivino, o es que ya viviste en tu otra vida la situación política que está aconteciendo en Tamayo, digo si es que tú crees en la reencarnación. No, no, para nada, ni […]

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Que muchacho más ameno, solo me quedó decir, cuando de forma estrepitosa me dijo, pero ven acá Valentín es que tu eres brujo, adivino, o es que ya viviste en tu otra vida la situación política que está aconteciendo en Tamayo, digo si es que tú crees en la reencarnación. No, no, para nada, ni brujo ni adivino, me apresuré a responderle, en eso ya no me dio más gana de seguir usando la PC, porque después de una larga jornada de trabajo llego listo a casa y a penas me dan deseos de ver el noticiario de las 10:00 PM, y antes que concluya me quedo rendido hasta el día siguiente y nueva vez me veo engullido en una especie de deyavu que parece no tener fin.

Hoy y después de varios días he decidido responderle públicamente a ese joven al que admiro y respeto. Estimado amigo, no hay que ser brujo ni adivino, y fíjate que sí creo en la reencarnación. En mis lecturas consuetudinarias, Gandhi, me convenció de que la esencia individual de las personas (ya sea mente, alma, conciencia o energía) adopta un cuerpo material no solo una vez sino varias veces según va muriendo. Pero bueno es otro tema.

Te platico sobre el tema político municipal.

Basta con revisar las estadísticas relativas al comportamiento que han tenido las organizaciones políticas locales y de igual forma los pre- candidatos. No puede sorprenderte que justamente hoy, y luego de una actividad política que celebrara Bruno Matos comiencen las pugnas entre el susodicho y Tato.

¿Qué ocasionó esto?

El apoyo de Diego a Bruno. Tato se convenció de que Diego no desistirá en su afán de apoyar a Bruno a como dé lugar, aún así no sea físicamente pero si financiándole las actividades y haciendo aportes económicos cuantiosos, como fue el llenado de combustible de decenas de motores que concurrieron en esa actividad.

¡Y qué hace Tato!

Reacciona como fiera herida, al a ver que Diego quiere pacto con Rafael Cuevas y con él no. Pero resulta ser que Tato entiende que los logros de Rafael no son solo de Rafael, si no de un equipo que ha dejado el pellejo en el escenario para llevar a Rafael Cuevas donde está hoy.

¡Oh y tú quieres venir ahora a recostarte de Rafael Cuevas porque te conviene, tal y como lo hiciste con Julio Pollo, en aquella ocasión, ganaste y dejaste a todo el mundo enganchado, diría Tato!

¡Yo he cargado con Rafael desde siempre. Nunca olvidaré el rostro imberbe, de aquel jovenzuelo con quien compartí armas “Piedra y bomba en manos “ para que tu ahora vengas por una supuesta línea bajada a comerte la masa y dejarnos los huesos, exclamaría Tato una vez más!

¿Y Ahora qué pasará?

Lo que yo había presagiado, Rafael tendrá que sentar a Diego en el banquillo de los acusados y ponerle las cuentas claras, si ya no lo hizo.

¿Por qué?

Por el desequilibrio emocional que está causando Diego en toda la estructura Cuevista no le permite llevar su agenda de trabajo conforme fue elaborada, de 12 horas que se pueden dedicar al activismo político diario, 4 de ellas se pierden en descifrar las próximas acciones que llevará a cabo Diego en detrimento de Tato.

¿Consecuencias fatales que se avecinan?

Fin de las relaciones entre Tato-Diego, esto provocará que Tato busque una cobija política, y el único camino es Manuel Paula. Si Rafael no toma carta en el asunto las relaciones fraternales y política entre ellos también se verán afectadas.

Esto provocará un disgusto entre Tatistas y Rafaelistas, a medida que los Tatistas difaman y despotrican al camello, venderlo resultará difícil. Justamente ahí comenzará un nuevo capítulo en la vida política de Rafael Cuevas, decisión: ignorar una supuesta línea bajada, o arriesgarse a cruzar el mar con su hermano a espalda sin importar las consecuencias políticas que esto le acarreará.

El tiempo dirá.

Por José Valentín

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