EL NUEVO DIARIO, San José.-«Tardaremos años en reconstruir la red viaria» tras el paso de «Nate», reconoce a Efe la viceministra costarricense de Medioambiente Patricia Madrigal, para quien «éste es un ejemplo de la necesidad urgente de adaptarse a los riesgos acentuados por el cambio climático».
El huracán, que finalmente tocó tierra el pasado fin de semana en el estado de Misisipi (EEUU), arrasó previamente Centroamérica y, en especial, Costa Rica, cuando aún era una tormenta tropical.
El presidente costarricense, Luis Guillermo Solís, calificó el paso de «Nate» como «la mayor crisis registrada por el país a lo largo de su historia», con un balance aún provisional de al menos una decena de muertos, dos desaparecidos y unos 11.000 evacuados.
«Todavía no podemos ofrecer un balance definitivo de daños», explica Madrigal sobre la catástrofe, que ha obligado a cerrar algunas áreas protegidas, donde se trabaja en estos momentos para determinar los daños, también en biodiversidad, como por ejemplo la pérdida de todos los nidos de tortugas en algunas playas severamente dañadas e incluso que han sufrido cambios costeros en algún tramo.
«Siempre hemos estado a expensas de estos problemas» dada la situación geográfica costarricense, se lamenta Madrigal, al recordar que el año pasado el país vivió «una experiencia similar, aunque no tan grave» por culpa del huracán «Otto».
Esta amenaza ha obligado a desarrollar una estrategia específica de adaptación al cambio climático que incluye, entre otros puntos, la conservación específica de los manglares, un elemento que «se ha demostrado que puede reducir la vulnerabilidad ya que limitan el impacto de los huracanes», explica a Efe.
A pesar de este azote, Costa Rica sigue siendo uno de los países líderes del ecoturismo, gracias a una política rigurosa de conservación que ha convertido el 25 % de su territorio en protegido a través de la fórmula de parques nacionales, ha permitido elevar al 52 % la cobertura forestal en todo el país y ha logrado el consumo al 100 % de energías procedentes de fuentes renovables.
Según estadísticas oficiales del ministerio de Medioambiente, de los algo más de 2.120.000 turistas que llegaron en 2016, más de 1.800.000 visitaron sus diez Áreas Silvestres Protegidas: en especial las de Manuel Antonio (437.000 personas), Volcán Poas (402.000) y Volcán Irazú (266.000).
Los planes medioambientales del Gobierno de San José van más allá, con un proyecto para completar la descarbonización de su economía reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta conseguir la meta Carbono Neutralidad en 2021, fecha icónica -«porque cumplimos 200 años»- ya que Costa Rica se independizó de España en 1821.
También para 2021 tiene intención de prohibir las bolsas de plástico de un solo uso, además de impulsar campañas para concienciar al consumidor dentro del programa de lucha contra un residuo omnipresente en aguas de todo el planeta.
«Nuestro río Tárcoles tiene la lamentable nota de ser el segundo más contaminado de Centroamérica», explica Madrigal, «hasta el punto de tener una playa que ha sido bautizada popularmente como Playa Llanta, porque ahí va a parar un montón de neumáticos así como todo tipo de basura».
Con todo, la viceministra es optimista ante el futuro pues el ciudadano medio es «cada vez más consciente» del potencial del ecoturismo, en especial los llamados ‘mileniales'» -las personas nacidas en las dos últimas décadas del siglo XX- que «disfrutan enormemente del aire libre y de sus visitas a las áreas protegidas y quieren ayudar a conservarlas».
Así, cita el caso de dos jóvenes costarricenses que han desarrollado una aplicación con todas las playas, tanto del Pacífico como del Caribe, para que los usuarios pueden consultar las características de cada una.
«Por cada persona que se dedica al turismo hay otra cinco que se benefician de ello», lo que demuestra su capacidad como motor distribuidor de la riqueza, concluye Madrigal.
Por EFE
