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20 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¡Muy loable llamado papal! Pero, difícil su cumplimento

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Al margen de que se pertenezca o no a la Iglesia Católica, como del respeto, honra, o simpatía que merezca el papa Francisco – un prelado con una fragancia muy distinta a los pontífices anteriores -, por parte de la religiosidad mundial, esa fervorosa petición que hiciera aquel en Bucarest, capital de Rumanía, hace unos días, debe ser “vista con muy buenos ojos” y acogida en todas sus partes.

Se refirió el mismo, en su ponencia durante un acto celebrado en la catedral ortodoxa de allí, a la “lógica del dinero y los intereses del poder”, como al combate que requiere hoy el consumismo cada vez más desenfrenado en el mundo, haciendo las recomendaciones de lugar, a su juicio.

Es obvio que, por su profunda significación, sobre ambas cosas se debe reflexionar sosegadamente; ponderar las trascendencias que se derivan de las inobservancias que se advierten, sin parcialidad alguna; como, acogerse a los mandatos relativos que se hacen, tal se debe proceder, con humildad, y toda actitud de desapego posible, respecto de las cosas materiales sobre el planeta que habita la especie humana.

El más alto jerarca de la Iglesia Católica, llamó a “renunciar a las cómodas seguridades del poder, a las engañosas seducciones de la mundanidad, a las varias presunciones de creernos autosuficientes, a la hipocresía de guardar las apariencias”.  ¡Tremendo mensaje “concienciador”! (Véase periódico “HOY”, del 1-6-19, página 9B).

Evidentemente, sus palabras están conectadas en gran parte con aquellas expresiones certeras del “Predicador”, Eclesiastés, Sagrada Biblia: “Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu”. (Eclesiastés 1-14, Reina Valera) Todo es “vanidad de vanidades”, en resumen. ¡A reflexionar siempre sobre eso!

No hay que tener una mente muy ligera para pensar, o ser bastante osado, que ese llamamiento de tan digna autoridad eclesiástica, pasará, como con diversos asuntos evolutivos anteriores sugeridos, por debajo de la mesa, y que la sociedad mundial hará caso omiso a tal llamado.

Primero, porque la propensión de la gente al consumismo sin control, muchos la entienden “como la buena vida”; que, el “estar bien y disfrutar de todo lo mundano, cuánto se pueda”, es lo único que uno se lleva cuando le toca partir de esta Tierra. Es una concepción errada, obviamente, pero muy extendida sobre la faz del planeta.

Claro, eso es debido a que, en verdad el grueso de la humanidad ignora su real esencia: espiritual; ¿qué son en realidad los hombres (general)?; pues, espíritus encarnados (Almas), según sostienen los que saben; como, además, el propósito de cada cual estar aquí por cierto tiempo, en un ir y venir: evolucionar, lo cual no se logra en una sola corriente de vida,  que abarca un período, cronológicamente prediseñado.

Nos creemos de ordinario, que el caparazón físico que ostentamos con presunciones marcadas, del que hay que despojarse obligatoriamente al término de cada ciclo existencial, cuyo destino obvio será siempre la “tumba fría”, y que su objetivo principal, es el servir como medio de expresión mundanal – el espíritu necesita un hábitat terrenal -, es lo que somos. ¡Craso error!

Lo segundo es que, el consumismo a todo dar, y las “comparonerías” del poder hacer, constituyen dos de las bases principales en que se sustenta el modelo económico capitalista que rige actualmente en la humanidad, casi en su totalidad; por lo que, atacar esas actitudes personalizadas, sería como ir en contra de ese sistema dominante.

Y, como es lógico inferir, los poderes hegemónicos gravitantes no lo van a permitir; y menos, en los tiempos modernos, en que tienen a su favor los esnobismos recurrentes, y las tantas flaquezas pensantes humanas que se advierten.

También, la magia del mercadeo embaucador a su disposición; de una disciplina in crescendo cada vez, hoy con estudios superiores a nivel de licenciatura. ¡A convencer gente para que compre, sin importar necesidades reales, o no!

¡Fabuloso, el llamado del papa Francisco! Pero, habrá que esperar hasta ver, qué ocurrirá más adelante, en torno a su sentida propuesta de orden espiritual, sobre lo que no puede haber duda alguna. ¡Ojalá sea acatada por los hombres (general), lo más posible!

 

Autor: Rolando Fernández

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