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25 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

Muy difícil, monseñor Nicanor Peña

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Siempre hay cosas que se tornan imposibles, como lo sería una de ellas, el pretender alcanzar la luna desde la Tierra, lanzándole piedras.  No creemos que alguien se atreva a intentarlo, salvo que no se le reporte como desquiciado mental.

Es algo que bien se puede asociar con la solicitud que hiciera ese prelado de la Iglesia Católica, durante la homilía de la misa, celebrada en Higüey, en ocasión de conmemorarse en el país el día de la Virgen de la Altagracia.   “¡No se va a poder!”, como reza el estribillo de un canto popular.

Tal fue la petición hecha por el obispo de la diócesis La Altagracia, monseñor Gregorio Nicanor Peña: “Que nadie ose vender su voto y nadie proponga comprarlo”.  La misma parece una ilusión, para el grueso de la gente pensante nuestra, conociéndose bien, cómo se bate el cobre en este país. ¡Eso luce más que difícil!

El que muchos dominicanos recurran desde hace tiempo a vender sus votos, como los políticos a aprovechar la oportunidad para comprarlos, son prácticas que ya están tan enraizadas en esta nación, como el tocar y bailar merengue, aunque se exagere un poco, vale decir.

Es obvio que, los sufragios se venden por apremios económicos, dado el nivel de pobreza en que vive gran parte de la población dominicana, a pesar de los allantes politiqueros que se escuchan, en términos de erradicación de la misma, para poder comer la gente un par de días; o, cubrir algún requerimiento perentorio de momento. ¡El asunto es por necesidad, regularmente!

Y, los políticos los compran, porque en realidad no cuentan con las simpatías necesarias dentro del electorado nacional, lo más frecuente, a pesar de las manipulaciones electoreras que se hacen a través de las encuestas de opinión pública, pagadas por supuesto; y, los bultos escenificados en mítines, caravanas y bandereos, etc.

Saben esos muy bien, que la verdad en las urnas será otra. en el caso de negarse a comprar conciencias de esa forma; qué su triunfo puede peligrar en gran manera.

Ahora, hay preguntas importantes relacionadas con la temática, que aguijonean las mentes pensantes de muchos ciudadanos. Una de ellas es, por ejemplo: ¿por qué tienen los representantes de las iglesias, cual que sea, que estar haciendo recomendaciones y criticando en ese orden? Otra, ¿son las celebraciones de los procesos electorales parte de las incumbencias reales de esas instituciones?

Esos son asuntos de carácter político, qué en verdad corresponden a las autoridades competentes, en términos de exhortación, prevención, y los castigos de lugar, actuándose siempre en el marco de las normativas legales que rijan.

Y, de ser posible, como complemento, introducir al sistema vigente para el ejercicio de esa actividad las enmiendas requeridas, a los fines de que el deterioro ético-moral que se verifica en las instituciones partidaristas, y los grupos económicos que a lo externo patrocinan, no continúe in crescendo; que, por el contrario, tienda a desaparecer en poco tiempo, para bien del país. y sus instituciones, en decadencia fehaciente.

Por consiguiente, y para concluir, cabe bien hacer mención aquí de la frase pueblerina que reza: “zapatero a sus zapatos”.  Políticos y autoridades a lo suyo. Las iglesias en cambio, a sus tareas de carácter espiritual.

 

Autor: Rolando Fernández

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