La discusión sobre visiones y perspectivas en materia de seguridad son amplias en América Latina, sin embargo, un grupo de investigadores de la Universidad del Rosario en Colombia identificó los tres modelos predominantes: el Modelo Inmunológico Estadounidense, el Profiláctico Europeo y el de Hábitos Saludables.
En el caso del primero, la función policial busca fortificar los mecanismos de autocontrol de la colectividad. El segundo modelo busca impedir los actos criminales y ataca las causas que pudieran dar su origen, de manera que el papel del estado a través de sus instituciones procura mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, en particular lo concerniente a la educación. El último modelo es el aplicado en países en vía de desarrollo que asumen una serie de conductas que limiten los actos violentos.
Colombia tiene una amplia experiencia, tanto conceptual como práctica, para abordar este tema y en el ámbito académico es materia de estudio permanente, y esto obedece al hecho de haber vivido un conflicto armado que duró más de medio siglo y afectó 9.5 millones de personas.
A esta cifra también habría que agregar la cantidad de muertes y la gran población de desplazados por causa del control de las rutas del narcotráfico y toda la violencia que generan los grupos insurgentes, paramilitares y el crimen organizado.
En ese tenor, el ex presidente Juan Manuel Santos expresó al término de su mandato lo siguiente: “Veinte años después, tenemos que decir que, así como el problema no nació con Escobar, tampoco terminó con él. Desde su muerte, hemos visto transformaciones trascendentales para la institucionalidad colombiana”.
Ciertamente son sustanciales los cambios que han desarrollado los organismos de fuerza y control, y su inquebrantable firmeza contra la delincuencia no se detiene, ya que son conscientes de las constantes mutaciones de la criminalidad. En nuestro contexto social también enfrentamos una serie de situaciones de carácter delictivo que perturban la vida diaria y corroe las estructuraras que soporta el estado dominicano.
Sin embargo, nuestro país carece de un mayor involucramiento del mundo académico en materia de seguridad ciudadana al punto de que no existe una oferta de grado que especialice en seguridad ciudadana, aunque cabe destacar los esfuerzos del Ministerio de Defensa con la maestría de Seguridad y Defensa, pero es necesario capacitar las fuerzas policiales y personal civil de forma específica sobre este particular.
Por otro lado, es necesario adecuar nuestro marco legal. A principios de año perimió en el Senado de la República el anteproyecto de Ley del Ministerio de Interior y Policía que en su artículo 1 establece la atribución de éste como el órgano rector de la seguridad ciudadana, y en el 4.3 le asigna la coordinación del Sistema de Inteligencia e Investigación con la Procuraduría General de la República.
En igual situación se encuentra el Proyecto de Ley Defensa y Seguridad, que tiene como finalidad en su artículo 5 mantener la integridad y estabilidad del Estado, la protección y bienestar de la nación dominicana; y en su artículo 38 establece el Sistema Nacional de Inteligencia como el conjunto de órganos que dirigen y ejecutan coordinadamente actividades de información e inteligencia, a fin de enfrentar cualquier amenaza que afecte la seguridad nacional.
También el Proyecto de Ley del Sistema de Inteligencia, que define el ámbito de aplicación de la inteligencia criminal, militar y estratégica como subsistemas, cuya misión principal es suministrar a los poderes del Estado, así como al Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, la información necesaria.
Con esto, las nuevas autoridades electas y los ministros anunciados cuyas funciones tienen que abordar esta problemática, tienen como punto de partida y documento base todos estos anteproyectos, la Estrategia Nacional de Desarrollo y los planes estratégicos de cada una de las instituciones responsables de la seguridad ciudadana.
Subrayamos en esta reflexión la importancia de contar con un sistema de inteligencia criminal, llamado detectar la mutación o la aparición de nuevas formas de quebrantamiento de la ley, y revelar las acciones que ponga en peligro la sana convivencia del país.
En tal sentido, proponemos al momento de introducir el proyecto de ley del MIP que se contemple la creación de una agencia de coordinación que incluya personal civil, policial, militar, Ministerio Público y peritos de diferentes áreas.
Por definición sabemos que un sistema es un todo inseparable y no la escueta suma de sus partes, para ello siempre se recurre a tomar como comparación al reloj que no tiene una pieza encargada de los segundos, como tampoco de los minutos, sino la interrelación y organización del todo, que es lo que nos da el factor tiempo.
Lograr articular alianzas con universidades es fundamental, primero para establecer una visión universal sobre la constante mutación de la criminalidad producto de los avances científicos, segundo para asumir que se está formando una nueva ciudadanía con la evolución de la escuela dominicana, y tercero el rol que tiene la tecnología, de manera especial las redes sociales, que marca un cambio de la relación policía-comunidad.
Y precisamente, son las redes sociales que han exteriorizado un “diagnóstico” de la función policial que se traduce en carencias comunicativas en la resolución de conflictos, falta de “armas menos letales” para doblegar a individuos y multitudes, debilidades en la aplicación de técnicas físicas de rendición, deficiencias en el uso de la autoridad y acciones operativas, que en definitiva empañan a las instituciones del orden y la seguridad.
De manera que hacemos un llamado para abrir un espacio de reflexión, ya sea bajo la modalidad de un congreso, panel o seminario internacional. Proponemos que dicho cónclave aborde el proceso histórico- policial de América Latina desde el enfoque militar que dieron los regímenes dictatoriales a las fuerzas del orden público, teniendo como común denominador la represión y la violación de los derechos humanos, hasta llegar a la profesionalización, actuación ética, proximidad, uso de inteligencia estratégica y operativa para combatir el crimen.
¡Ojalá que nuestra propuesta tenga acogida, para el bien de las instituciones del orden y la paz ciudadana! Concluyo con esta frase de Charles Darwin: “No sobrevive la especie más fuerte, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio” y estamos en tiempo de cambios.
Por Kelvin Jiménez