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23 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Muerte de las instituciones

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Todas las instituciones dominicanas se tambalean, porque no tienen firmes un pedestal. La institucionalidad es una palabra muerta. Nadie le da la debida importancia y mucho menos el respeto que merece. Los ciudadanos son engatusados por los que pregonan desarrollo de la institucionalidad.

Las llamadas instituciones nacionales están creadas para servir a poderosos de turno. No buscan un verdadero desarrollo de las áreas bajo su responsabilidad, sino satisfacer necesidades partidistas inmediatas.

En la dictadura de Rafael Trujillo se crearon muchas instituciones, organismos, ministerios, pero no se les dio su verdadero valor. Estaban supeditadas a las órdenes del jefe. Por desgracia esa práctica ha seguido por decenas de años.

Uno de esos estamentos sometidos a las presiones de poderosos es la justicia. Mucho se ha avanzado en ese camino de hacerla independiente y equitativa, pero falta un largo sendero por recorrer.

Ahora se ha dado un salto inmenso. Recuerdo en mi época de reportero cuando un fiscal era oficial de la Marina de Guerra y debajo de la toga, cuando subía a estrados, se advertía  el uniforme  y las botas. Recuerdo también el caso de una oficina que estaba cercana al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva donde se escribían las sentencias a los jueces.

Recuerdo que con varios reporteros de esa época, parados en la escalinata frontal del Palacio de Justicia, verificamos que las sentencias evacuadas por cuatro jueces  tenían  el mismo tipo de máquina de escribir. Con discreción  certificamos  que ese tipo de maquina no estaba en ninguna de las oficinas de esos magistrados.

Llamaba la atención que el teclado de la máquina, no habían entonces computadoras,  tenía problemas con  las letras M, B, y X. La respuesta la conseguimos los periodistas de esa fuente cuatro días después cuando esa oficina de abogados emitió una declaración en defensa de uno de sus clientes. La máquina le pertenecía.

De cara al futuro, donde más se tiene que institucionalizar el camino es en la educación. Los funcionarios no deben estar supeditados a mezquindades partidistas, pero el gremio representativo de los maestros, no puede ser semejante a dos gladiadores encima de un ring.

El área de la educación esta paralitica, necesita oxígeno, urge que se le insufle combustible.  Hay muchos maestros, pocos con la capacidad suficiente para poder desempeñar el cargo. Decenas de bachilleres hoy no reúnen los requisitos para poder pasar un examen de admisión de una universidad privada.

Sin un fortalecimiento institucional, solo habrá huacales para las botellas políticas, y un camino cerrado hacia el desarrollo. Necesario es dar un golpe en la mesa, dejar fuera la mediocridad, y comprender que el país necesita urgente un desarrollo sostenido. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

Por Manuel Hernández Villeta

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