El doctor Rafael Molina Morillo ha concluido su presencia física entre nosotros, pero nos deja un legado duradero que es y será una referencia en el ejercicio del periodismo y de ciudadanía.
Fue un convencido de los valores humanos y así ejerció su oficio como reportero y como director desde los periódicos El Nacional, Listín Diario y El Día, donde puso su impronta. Igual hizo como diplomático, con una decencia esencial.
Su muerte nos causa una lamentable pérdida, por lo que tendremos que conformarnos con los rastros fecundos que nos deja.
Su esposa, doña Francia, como sus hijos y el país tienen razones de sobra para sentirse satisfechos con su vida entre nosotros. Ahora entra al mundo de los inmortales.