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24 de abril 2024
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OpiniónHumberto SalazarHumberto Salazar

El modelo del PRM y Leonardo Faña: contrabando y tráfico de influencias

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Para encontrar quién es y a qué se dedica el señor Leonardo Faña, aparte claro de ser vocero de un llamado Frente Agropecuario del Partido Revolucionario Moderno, tuvimos que trasladarnos al año 2004, cuando el decreto 203-4 del entonces presidente y candidato a la reelección Hipólito Mejía, lo nombró subsecretario de agricultura.

Es decir, el señor Faña era funcionario del área agropecuaria, de uno de los gobiernos donde mayores denuncias se produjeron por parte de los productores y comercializadores de productos del campo, sobre temas tan delicados como competencia desleal, contrabando y privilegios en permisos de importación de rubros agrícolas.

Para tener una idea de lo que ocurría con el sector agrícola en el gobierno donde Leonardo Faña era funcionario de la antigua Secretaría de Agricultura, haremos referencia a un editorial escrito por Radhamés Gómez Pepín en el año 2004, para periódico El Nacional y que tituló ¨Francachela¨, en esas líneas tenemos una excelente descripción de lo que ocurría en el país con el tema de las importaciones.

Dice así: ¨El contrabando se ha convertido en la principal actividad económica de la frontera, al punto que representa el 40% de las exportaciones agrícolas de Haití a la República Dominicana.

Un estudio financiado por la Unión Europea revela que solo el contrabando de arroz y habichuelas asciende a 144 millones de pesos, lo que indica que el tráfico ilegal de mercancía por la franja fronteriza envuelve cientos de millones de pesos.

Por la frontera cruzan de contrabando unas 12 mil toneladas de arroz y 8 mil de habichuelas, en perjuicio de la producción local de esos rubros esenciales en la dieta de los dominicanos.

Si a eso se le agrega importaciones ilegales de bebidas, tejidos, prendas, electrodomésticos, repuestos de vehículos y maquinarias, hay entonces que admitir que la frontera se ha convertido en una francachela.

El gobierno ha tenido que pignorar parte de la cosecha de arroz para evitar que se depriman los precios, sin embargo, desde Haití se traen toneladas del cereal con arancel cero.

Lo mismo ocurre con la comercialización de las habichuelas, afectada por el contrabando al través de la frontera, lo que ha llevado a la quiebra a decenas de productores porque deben competir con un producto importado, colocado en el mercado a precios muy inferiores¨.

Estas líneas describen perfectamente la situación del mercado de productos agrícolas en la República Dominicana en el gobierno del que era parte, y el modelo que parece defender Leonardo Faña, cuando habla a nombre del Frente Agropecuario del Partido Revolucionario Moderno.

Un país inundado de alimentos traídos de contrabando a través de Haití, por parte de los mismos que hoy se atreven a criticar el sistema regulado de importación incluido en el decreto 569-12 del Presidente Danilo Medina, donde se establece en uno de sus considerandos la necesidad de la creación de un ¨procedimiento de asignación….público, simple, transparente, abierto, competitivo, imparcial, y que no constituya un obstáculo al comercio¨.

Es decir, pasamos del contrabando generalizado de productos agrícolas, narrado en forma tan gráfica por El Nacional en el gobierno donde Leonardo Faña era funcionario de agricultura, a un sistema donde se subastan las cuotas de importación en forma pública y competitiva, donde se pagan los impuestos correspondientes para evitar la competencia desleal con la producción nacional. y esto es criticado por los que debieron tomar esas medidas en su momento, ¨cosas veredes¨.

Pero no sólo eso, para nadie es un secreto que el manejo de favores políticos a través de la entrega de permisos de importación de rubros agrícolas de alto consumo a nuestro país, siempre fue una forma de enriquecimiento de unos
cuantos privilegiados que tenían acceso a la ¨mano amiga¨ de algunos funcionarios públicos.

Esto fue el pan de cada día en el gobierno de Hipólito Mejía, donde los hoy perremeístas Eligio Jáquez era el Secretario de Agricultura y Leonardo Faña, el mismo que hoy acusa y embarra a todo el que se le acerque, eran los jefes de esa institución, lugar donde se manejaban directamente esos privilegios.

Entonces sí existía una mafia manejada por un grupito de funcionarios que centralizaron los permisos de importación en un grupito de privilegiados, que se enriquecieron al vapor, en contubernio con los que se supone estaban designados en los cargos para proteger a productores y consumidores.

Contra los privilegios dados a los favoritos del momento, protestó públicamente el Consejo Nacional del Comercio en Provisiones Inc., institución que agrupa a la mayoría de las asociaciones de comerciantes de provisiones de la República Dominicana.

En un comunicado público dirigido al entonces Secretario de Agricultura Eligio Jáquez, esta entidad le recuerda que ellos son los que venden la mayoría de las habichuelas y productos agrícolas del país y lo acusan de dar los permisos de importación a dos o tres comerciantes privilegiados, quienes por supuesto vieron aumentar sus fortunas al amparo de las firmas de los funcionarios que autorizaban la entrada al país de esos productos.

Lo cierto es que el negocio de otorgar permisos, traficar con ellos, contrabandear productos, usar la frontera para hacer ingresar todo tipo de granos y cereales para competir en forma desleal con ele productor nacional, se terminó, a partir de que el gobierno actual decidió transparentar y hacer pública la asignación de cuotas de importación en subastas competitivas realizadas por la Junta Agroempresarial Dominicana, entidad que agrupa la mayoría de los productores del campo.

Entonces, ¿alguien puede tomar en serio las palabras de un ex-funcionario como Leonardo Faña, que con una campaña de denuncias lo que parece querer es volver al antiguo método del enriquecimiento ilícito a través de tráfico de influencias con los permisos de importación y el contrabando de todo tipo de rubros a través de la frontera?.

No ombre no, por favor, ante tantas sandeces lo mejor es hacer uso del refrán popular: ¨a palabras necias, oídos sordos¨.

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