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19 de abril 2024
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OpiniónRolando RoblesRolando Robles

El “mito” del profesor Moreta

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A mi edad, me falta muy poco por oír; cuando menos eso pensaba yo. Desde luego que no contaba con esta apertura en la comunicación pública, que para bien o para mal, será la mayor vía de contacto de nuestros nietos con ese convulso y confuso mundo exterior. Un mundo que moldeará a los muchachos por nacer, y les impondrá los pareceres e interpretaciones de los que hacen opinión pública cotidianamente; si es que se lo permitimos.

Con la misma rigurosidad que se cuantifican las herencias, pasé balance al tiempo “que le he hecho al pupitre” -para decirlo en el lenguaje callejero de Nueva York- y lo que pude aprender en esas aproximadas 30,000 horas de docencia. Los resultados son insignificantes, comparados con las toneladas de información basura, de corte “intelectualoide y modernista”, que una muchedumbre de granujas vierte a diario en los medios y que desgraciadamente, serán consumidas por los hijos de mis hijos. Nunca podré desmentir, ni siquiera aclarar a plenitud esa dañina descarga de odio y confusión.

De modo que, cuando alguien dice en un titular, que la haitianización de la República Dominicana es un mito, yo tengo que responderle con mucho cuidado. Realmente no hay peligro alguno en el enunciado, porque no hay manera de que se lo crean; el problema está en la justificación que el escribidor pretende darle al dislate que implica el titular. Es allí donde está la carga de veneno, especialmente para los dominicanos jóvenes que viven fuera del país y que no están expuestos a las miserias que la invasión haitiana acarrea.

Por suerte para nosotros, el escribidor acusa síntomas de Alzahimer precoz, pues en apenas la primera oración de su artículo -tal y como bien señala uno de sus lectores- ya él desautoriza el titular de su libelo. Si es un “fenómeno indetenible”, pues “ni tan mito ha de ser”, o no?. Pero sigamos leyendo el tablero; especialmente el de las motivaciones de los enunciados.

Es muy cierto que la pobreza y marginalidad de Haití empuja hacia el Este a los haitianos. Pero ello solo explica el fenómeno, no lo justifica y mucho menos lo hace irreversible. Lo que nos preocupa es la respuesta que debemos darle a este lastimoso problema y que no le estamos dando. Por suerte, la vida nos enseña que “una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja”. Indefectiblemente le daremos en su momento la respuesta correspondiente a estos desvanes, aceptados de manera cobarde por un gobierno indolente e irresponsable y vilmente justificados por ciertos “profesores sociólogos”, como es el caso del marchante que nos compete.

A seguidas, el lastimoso “profesor” -que Dios proteja a sus alumnos de esa nefasta influencia- trata de culpar a las debilidades de nuestras frontera y autoridades por las tantas violaciones que cometen sus paisanos haitianos al penetrar a nuestro país. Es como si dijéramos, “el delincuente no es el ladrón que irrumpe en tu casa, sino tú porque no cerraste la puerta con candado”. Un argumento que pudiera tener cierta lógica, en lo referente a la falta de responsabilidad del Estado dominicano; pero que no hace mas que justificar al invasor y nunca debe venir de parte de un dominicano, a menos que éste sea pro-haitiano o haitiano encubierto.

Las denuncias del articulista de marras sobre la porosidad de la frontera, el tráfico vulgar de haitianos, la dependencia de nuestra economía en ciertas áreas de esa mano de obra barata y sin compromiso de seguridad social por parte del empresariado oportunista, y la hipocresía de la clase política en el poder, son evidentemente ciertas y las compartimos. Eso es lo único sensato que se extrae de este panfleto.

Pero mucho cuidado, que hay particularidades sobre este calamitoso tema que el resentido “profesor” no toca ni por asomo, porque afectan su sensibilidad de “haitianista” consumado y por tanto anti dominicano. Nada nos dice de la haitianización del salario nacional, del desplazamiento de la mano de obra dominicana, de la carga para nuestro sistema de salud, de los miles de parturientas que cruzan a parir en nuestros hospitales.

El “marchante de clerén”, que nos entrega con tanta pasión esta apología de nuestros vecinos; ni siquiera de soslayo toca el hecho de que las culpas de la desgracia haitiana, son de las grandes potencias depredadoras y de su infame clase gobernante que acogota y esclaviza al pueblo haitiano. No denuncia el estado de barbarie en que viven sus compatriotas en la tierra de Tussaint y Dessalines; pero pega el grito al cielo porque no permitimos que voten en nuestras elecciones. Y de seguro que será uno de los mas prominentes dirigentes de un partido político -ya en formación- que tratará de llevar a la presidencia dominicana a un ciudadano haitiano. Ya lo verán.

Lo que si resalta el “analfabeta histórico” en funciones de articulista -claro magnificando cobardemente las cifras- son los tristes acontecimientos de 1937, donde se dejó sentir la voz profundamente dominicanista de Trujillo, pero evidentemente irracional para la opinión del mundo civilizado. Sin embargo, debe señalarse que muy distante están -no solo en el tiempo, sino también en magnitud y significación- estos desgraciados actos que conocimos como “el corte de 1937”, de las masacres ejecutadas por orden de Dessaline y Cristophe, donde sobresalió por horrendo y bárbaro el denominado “Degüello de Moca”, entre otros.

Extrañamente (o talvez no tenga nada de extraño), el encubierto escribidor no hace mención en absoluto de los criminales acontecimientos acaecidos en tiempo de la ocupación de nuestro país por las hordas invasoras, bajo el mando de esos dos ilustres gobernantes haitianos. El prefiere rebuznar contra el Corte de Trujillo y callar alevosamente los crímenes de sus héroes.

Ya al final de su pasquín infame, Rubén Moreta inserta unas estadísticas que simplemente están destinadas a explicar y justificar que todavía faltan mas haitianos por llegar y que si no los recibimos “se hundirá la isla”, como proclamó en su momento el patricio Juan Pablo Duarte y Diez. Claro, debe saber Rubén Moreta que con seguridad, “escarmentaremos como se debe a los traidores”.

¡Vivimos, seguiremos disparando!

 

 

 

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