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25 de abril 2024
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OpiniónAlfredo de la CruzAlfredo de la Cruz

Migraciones internacionales. El caso dominicano

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PERSPECTIVA HISTÓRICA.

Podríamos definir la migración, con el auxilio del Glosario sobre Inmigración de la Organización Internacional para las Migraciones, como el desplazamiento de personas o grupos humanos de unas zonas a otras, cambiando de residencia habitual y permaneciendo de forma temporal o definitiva en el lugar de adopción, ya sea a través de una frontera internacional o dentro de un Estado.

Las migraciones de población sobre el planeta han sido una constante. Entonces, más que excepciones, deberían ser consideradas como una práctica relativamente corriente, aunque con características específicas en cada momento histórico. En los inicios de la humanidad, prevaleció el nomadismo, dando al asentamiento la pauta habitual de comportamiento. Empero, una parte inferior de la población ha cambiado regularmente de residencia, ya fuera para sobrevivir o por conflictos internos o con otros pueblos.

En los últimos siglos, los principales flujos de migración internacional tienen su punto de torcimiento en los inicios de la edad moderna (1453-1789), al coincidir con dos procesos que se enlazan: la constitución gradual de una economía capitalista a partir del siglo XVI y el surgimiento de una nueva construcción política en torno a los Estados nacionales, con el tratado de Westfalia de 1647 que puso fin a las guerras religiosas en Europa.

La progresiva mundialización de la economía jalonó las condiciones para nuevos movimientos poblacionales, cuya gestión estuvo a cargo de un nuevo sistema político que comenzó a organizar las identidades en función de un estatuto de ciudadanía unido al de nacionalidad, que con otras claves se articularon para influir en los procesos migratorios. Empero, analizar los procesos migratorios conlleva también tomar en cuenta las diversas formas en cómo se comprometen en la acción las personas y los grupos sociales.

MIGRACIÓN Y CONFRONTACIÓN POLÍTICA

Los desplazamientos de población, comúnmente llamados expulsados, deportados o exiliados en función del país de origen, o refugiados y asilados en función del país de destino, por lo general, se deben a conflictos y enfrentamientos que tienen su origen en diferencias étnicas, políticas, religiosas, ideológicas u otros que no han logrado armonizarse en el interior de las fronteras de un Estado.

Estos enfrentamientos en ocasiones no se han podido evitar, dando lugar a grandes conflictos que en ocasiones han llevado a la creación de nuevos Estados para satisfacer a las distintas corrientes; en otros a someter y reprimir a las minorías, lo que posteriormente ha desatado conflictos; y en ocasiones se produce la salida individual o se ha expulsado a los perdedores, pasando a constituirse en minorías dentro de otros Estados. Esta forma de migración en los últimos siglos ha presentado formas muy variadas, siendo actualmente uno de los más importantes flujos migratorios.

MIGRACIONES INTERNACIONALES 1945-1957

Los problemas que plantearon los refugiados políticos concluida la Primera Guerra Mundial, dieron origen a la acción internacional en el terreno de las migraciones. Desde ese momento, el problema de los refugiados ha sido competencia de instituciones internacionales que han ampliado la ayuda internacional a ciertos movimientos migratorios de carácter económico contribuyendo en gran medida a la internacionalización del problema de las migraciones.

Tras el fracaso de la conferencia convocada en Nápoles, en octubre de 1951, por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para facilitar las migraciones europeas, económicas y políticas mediante la solución de los diferentes problemas conexos al reasentamiento de 11 millones de personas desarraigadas por la guerra, una nueva conferencia internacional en noviembre de 1951, decidió la creación del Comité Intergubernamental Provisional para las Migraciones Europeas (CIPME) con el fin de resolver definitivamente el problema de los refugiados y enfrentar la superpoblación europea.

Este comité comenzó a funcionar a principios de 1952, utilizando los servicios administrativos de la OIT y se convirtió en 1953, en el Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas (CIME). Iniciándose una nueva etapa de la intervención internacional en las cuestiones de migración. El comité llevó a cabo una acción importante en Grecia y en Italia, lo que permitió incrementar la emigración con destino a América Latina y a los países de la comunidad británica. En lo referente a la colocación de los migrantes, el comité ayudó, particularmente a Brasil, Argentina y Colombia, en la organización y desarrollo de los servicios apropiados. Entre 1952 y 1957, el Comité transportó más de 760,000 emigrantes.

MIGRACIONES INTERNACIONALES 1980-2017

Dado el creciente papel global desarrollado por el CIME, en el año 1980, fue transformado en el Comité Intergubernamental para las Migraciones (CIM), extendiendo sus programas de migración a África y Asia. Asistiendo directamente a 7 millones de migrantes y 1 millón de refugiados indochinos. En 1989, se convirtió, luego de ser enmendada la constitución de 1953, en la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pasando de ser un organismo de logística a una organización encargada de todo lo relacionado a la migración en el mundo y punto central en el debate global sobre las implicaciones sociales, económicas y políticas de la migración.

De acuerdo con el Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2018, el número total de migrantes internacionales en el año 1970 fue de 84 millones de personas (2.3% de la población mundial). Para el año 2000 este número se duplicó al pasar el número total de migrantes internacionales a 172 millones de personas (2.8% de la población mundial). El número volvió a aumentar en el 2015, pasando a 243 millones de personas (3.3% de la población mundial). En el año 2017 los migrantes internacionales sumaban 258 millones de personas (3.4% de la población mundial). Sin embargo, en términos generales su peso en relación a la población mundial sigue siendo muy pequeño.

Lo anterior significa que, en el año 2017, vivían en un país distinto del que nacieron 258 millones de personas. Pero, la migración interna es mucho más persistente, se estima que a nivel global 740 millones de personas ha cambiado de localidad dentro de su propio país de nacimiento.

SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS EN LAS MIGRACIONES DE AYER Y HOY

Las semejanzas de la inmigración que se dio en el pasado con la del presente, viene dada en función de la necesidades económicas, laborales, sociales o políticas y la atracción que antes presentaban las nuevas tierras y ahora en el presente las presentan los países ricos con todas sus posibilidades. Algo común en esto son los relatos que siempre hablan del bienestar en aquellos lugares, así como el deseo de mejorar la calidad de vida del potencial emigrante.

La diferencia estriba, en lo que respecta a América, que los gobiernos americanos en aquella época no obstaculizaron la inmigración europea, más bien la fomentaron en un principio, al considerarla una oportunidad para desarrollar sus economías. En la actualidad, los países ricos en busca de mantener el llamado Estado de bienestar, la estabilidad y la identidad nacional, buscan poner barreras a este movimiento que es consustancial al ser humano.

INMIGRACIÓN Y SEGURIDAD PÚBLICA

Una idea extendida, con bastante arraigo en la sociedad y con las más destructivas consecuencias para quienes inmigran, es considerar a éstas personas como responsables de gran parte de los delitos que se cometen. En las sociedades receptoras, son constantes los estereotipos que buscan criminalizar a los inmigrantes, suponiendo un factor importante de distorsión en la percepción, así como en los debates sobre los problemas que surgen con los distintos movimientos migratorios. Estas imágenes juegan un papel importante, al no permitir reconocer a los inmigrantes, como víctimas de abusos graves o peor aún se les achacan las culpas de algunos males de la sociedad para eximir a los verdaderos culpables.

RASGOS PRINCIPALES DE LAS MIGRACIONES 

Desde principios de la humanidad los procesos migratorios no han cesado, como se piensa muchas veces, han adoptado características diversas en función de las circunstancias socio-económicas y políticas de la humanidad en sus diferentes periodos históricos. La diferencia es que ya no hay extensas y ricas tierras que poblar.  Hoy hay países con fronteras cada vez más restrictivas y condiciones cada vez más duras de cara a la adaptación del ser humano y a la búsqueda de una vida digna. Se presenta entonces un gran conflicto que involucra el derecho de las personas a emigrar y buscar un mejor futuro, reconocido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos contra la defensa del Estado de bienestar, estabilidad e identidad nacional, amenazados hoy, según algunas corrientes, por la inmigración. Un argumento que se viene imponiendo en los países más desarrollados económicamente.

Podemos observar entonces que en la actualidad las migraciones presentan algunos de estos rasgos característicos: volumen creciente pero restringido; nuevo mapa migratorio internacional; mundialización de las migraciones; más oferta que demanda; impacto sobre la etnicidad; el malestar de la multiculturalidad; diferentes orientaciones y políticas; la eficacia y costos de las políticas restrictivas; nuevos tipos de flujos y crecientes dificultades para la integración.

 EL CASO DOMINICANO

Los países que reciben emigración tienen a desarrollar políticas migratorias restrictivas de ahí que un número significativos de estas personas intentan quedarse de forma ilegal en estos países, lo que les lleva a adaptarse a vivir en situaciones de vulnerabilidad, formando parte al mismo tiempo de un mercado de trabajo que les reclama. Muchas veces estas políticas chocan con los Derechos Humanos y un mercado que exige una mano de obra estable. Observamos entonces que las migraciones internacionales forman parte de la revolución transnacional que a escala planetaria está reestructurando la sociedad.

El moderno Estado dominicano se caracteriza por la diversidad en los flujos migratorios. De acuerdo República Dominicana con la Segunda Encuesta Nacional de Inmigrantes en (ENI-2017), alrededor de 2 millones de dominicanos han emigrado al extranjero, principalmente a Europa y Estados Unidos, concomitante 570, 933 inmigrantes (5.6% de la población total del país) de procedencias diversas se han radicados en el país, definiendo la principal corriente de inmigración los nacidos en la República de Haití, 497,825 inmigrantes (87.2% de la población inmigrante y 4.9% de la población total dominicana). Los cuales constituyen un componente muy importante para el funcionamiento del mercado laboral. Los 73,107 inmigrantes restantes (12.8% de la población inmigrante y 0.72% de la población total dominicana) tienen por nacimiento otros países, sobresaliendo: Venezuela, Estados Unidos, España e Italia.

 

La condición de pobreza y la vulnerabilidad que provoca la debilidad institucional en Haití, produce flujos migratorios muy significativos hacia diferentes países en la región, pero principalmente hacia el territorio de República Dominicana con la que comparte una frontera terrestre. Por donde antes cruzaban refugiados políticos, hoy lo hacen en mayor proporción refugiados económicos. La decisión de emigrar de un trabajador, en términos económicos tiene su explicación, siendo el resultado de un proceso de maximización del valor en el presente del flujo de ingresos laborales que obtendrá a lo largo de su vida, tomando en cuenta el costo de abandonar su lugar de nacimiento. Por esto, mientras mayor sea el diferencial de salarios y menor el costo de migrar, más grande será el flujo migratorio al país de mayor remuneración laboral.

Sin embargo, el prejuicio y la discriminación no constituyen un freno a la inmigración, estos unidos a la condición de indocumentados, son recursos que condicionan la oferta para precios más bajos por la mano de obra y es una razón por la cual no se debe producir rechazo en bloque a los migrantes haitianos, sino más bien crear estrategias que contribuyan a establecer reglamentaciones para la migración, sin fomentar el racismo o la xenofobia. Por otro lado, el avance en el comercio entre las dos naciones implica la liberación, puesto que el proteccionismo de las industrias locales podría generar atracción de mano de obra más barata, lo que se traduce en el incremento de más inmigrantes haitianos.

Es necesario, además, desarrollar campañas de concientización sobre el respeto a los Derechos Humanos de los inmigrantes y refugiados para reducir los efectos del prejuicio sobre estos, con el propósito de favorecer la condición humana. Todas estas acciones mostraran por parte del Estado dominicano un compromiso coherente con las normas internacionales y son factores importantes para una mejor relación con el Estado haitiano y la Comunidad Internacional.

        

Por Alfredo De la Cruz

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