Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
24 de abril 2024
logo
OpiniónRoxana MarteRoxana Marte

Mi última novela

COMPARTIR:

Escribiendo el esquema de mi última novela, me asaltan tantas ideas sobre mis personajes… Esta es una novela que he creado prácticamente de elementos autobiográficos. La historia habla de Carmen, una chica de veinte y ocho años que sufre una fuerte enfermedad mental que la hace descubrir un problema mayúsculo.

Algo que viene gestándose desde su infancia, tan feliz y perfecta que le hace daño en el presente. Carmen crece escuchando grandes ideas y conceptos de democracia, igualdad y derechos de manera constante y profunda. Esas ideas permean su escala de valores.

Carmen no entiende cómo los políticos, tan dominicanos como ella, no comprenden el valor de su país. Carmen no entiende cómo un sistema se burla y se viola tantas veces a sí mismo y cómo se obliga al país a la violencia por interés de poder y gloria. No entiende cómo nadie hace nada por recuperar su gran nación; a la que ella ve con ojos ingenuos, iluminados por esas ideas de grandeza y libertad que le fueron inculcadas con amor.

Cómo se permea y destruye espiritualmente un país, por años y años; y al mismo tiempo, cómo el poder se burla de la historia y de la gente; simplemente porque no se ve el valor de la ciudadanía, sólo el derecho insoslayable a la miseria, a desplegar el deseo de enriquecimiento ilícito, a la lucha de los hombres contra los hombres, de promover una segregación intelectual entre los dominicanos, como si cada generación fuera enemiga de la siguiente y provocar la segmentación social así como el pan de cada día o, por ejemplo, reconocer la discriminación como algo natural y común entre nosotros, entre otras tantas cosas.

Ella observa cómo se han prostituido fuertes palabras de valor, entre ellas “dominicanos”, “igualdad”, “democracia”, “derecho” “educación”, “oportunidades”, “salud”, “seguridad”, etc.

Si comparamos, la lucha de Carmen es muy parecida a la que enfrentamos casi treinta años después de los hechos que narra la novela; solo que estas enfermedades son cada vez más graves e imposibles de curar. Nos encontrarnos con una sociedad en un entramado peligroso, producto de más de 50 años de desavenencias y desgracias.

Ahora, ¿dónde están las historias de los dominicanos que han pasado por este desastre? ¿Dónde quedan esas historias? Los millones de niños con una educación frustrada sin derecho a los privilegios de una educación de calidad, que hoy sigue siendo sólo para unos cuantos. ¿Dónde quedaron? ¿Quién cuesta esas historias? ¿Quiénes luchan por ellas? Cada batalla la tiene que librar cada uno como pueda, porque aquí lo importante es sobrevivir y ser fuertes, ¿no?; porque sólo el que padece es el que sabe lo que se siente. ¿O no es así?
Carmen es solo una historia que representa el dolor de una país que pide su emancipación, y de algún modo lo externa.

Otras historias lo expresan a través de la delincuencia, del negocio de la droga, de la prostitución moderna, de la adicción a la compra de materiales inalcanzables, de una alteración al espectro social de un país que ya no da para nadie.

Lo peor es que vivimos en una sociedad que aún no ve a sí misma, una sociedad que vive en submundos donde no nos entendemos ni nos vemos bien los unos a los otros; esos submundos se convierten en una realidad impuesta por deseo, heredado por una profunda ignorancia generacional.

¿Por qué debemos sentir rechazo por alguien que no esté a nuestro nivel académico o social? ¿Por qué valoramos la jippeta más que la maestría, o la marca de los tennis y el celular más que de dónde proviene la educación de un niño? ¿Por qué vivir pendiente si alguien anda en carro, en bicicleta o a pie o si visto apropiado para algunas ocasiones o para algunas personas, con ese temer continuo a no encajar? ¿Por qué llevamos esa vergüenza colectiva de que si somos suficientes o no? ¿Si estamos preparados para la competencia o nos ganan otros? Todo eso lleva arrastrándose por años y pocos hacemos algo. Se suman historias e historias más tristes, mientras nos conformamos con poner la mejor cara y decir que todo está bien, porque aquí todo siempre “está bien”.

Países como España, luego de la dictadura de Francisco Franco, dieron un salto cualitativo en muchas vertientes, o un caso más cercano, como el de Chile; gracias al convencimiento ciudadano y gubernamental de que merecían algo mejor y que era posible de lograr. Pero es preferible quejarse y amenazar a un cineasta por reflejar temas como la discriminación en RD que enfrentar la verdadera realidad.
Solo espero que la literatura nos traiga nuevos bríos y más novelistas que cuenten más historias como la de Carmen.
¡Que viva la literatura!

Por Roxanna Marte

Comenta

[wordads]