La falta de renovación y adecuación de los partidos políticos de la República Dominicana a las nuevas realidades, sumado al deficiente manejo en algunas áreas de la administración pública y al enriquecimiento exorbitante de algunos políticos de todos los partidos, producto de la corrupción, han afectado la credibilidad de la clase política del país.
A esto le añadimos que desde 1966 al 2016, llevamos 50 años realizando elecciones de manera ininterrumpida, y acá no se no se ha resuelto un solo problema nacional, aunque debemos reconocer que hemos tenido avances en diferentes áreas en los últimos gobiernos.
Por este y otros motivos se ha puesto en manifiesto un malestar generalizado en nuestra sociedad que ha derivado en un desencanto frente al sistema de partidos políticos llegando a niveles tales, donde una gran parte de la población percibe que los partidos políticos solamente recurren a ellos en los procesos electorales, e incluso, muchos políticos quieren que los dominicanos usemos la palabra democracia solo en tiempos de elecciones cada 4 años.
Otros políticos van más lejos, y entienden que democracia es entregarle un cheque en blanco en unas elecciones, cuando la democracia se construye y se ejerce día a día.
A esto le sumamos que la arena política se ha llenado de francotiradores de odio que asumen posiciones políticas bajo los efectos de explosiones emocionales: la banalización del debate, la degradación de las ideas, la falta de propuestas realizables, la judicialización de la política, la ofensa ante la opinión del otro son nuestro pan de cada día. Esto tiene una explicación, y es que la gran mayoría de los políticos dominicanos tienen un proyecto de poder en vez de tener un proyecto de nación.
Expuesto esto, aún con el desgaste y el notable desencanto de la población, hay una tendencia por parte de los actores políticos para seguir utilizando los mismos métodos y prácticas persuasivas de épocas del pasado, cuando las expectativas, los pensamientos y los deseos que mueven al dominicano de esta época son otros. A la mayoría les falta discurso, y las 5 «i» del convencimiento electoral: interesar, implicar, impulsar, inspirar e innovar.
El reto de cara al 2020 de los 26 partidos políticos del sistema y los nuevos que apruebe la JCE, es preservarse y renovarse de cara al futuro, a dar paso a nuevas ideas, a combinar experiencia y juventud.
Si queremos fortalecer nuestro sistema de Partidos, todos tenemos que esforzarnos para que la palabra político no sea sinónimo de corrupción, clientelismo, impunidad y arrogancia. Más bien, volver a la esencia, y que sea sinónimo de ideas, dignidad, servicio, transparencia y humildad.
Nuestro país tiene 26 partidos políticos, de aquí a enero anhelo ver 26 planteamientos de país, 26 visiones de Estado, 26 propuestas concretas enfocadas a lograr el desarrollo pleno del pueblo dominicano. En fin, ha llegado el momento donde las promesas políticas se conviertan en políticas públicas.
No se trata de ganar elecciones, se trata de ganarse el corazón de la gente.-
Autor: Jorge Feliz Pacheco