Los amaneceres huelen a azufre. El país despierta cada mañana entre el escándalo del día, la letanía de los muertos por Covid y la hipocondría de un mañana cargado de incertidumbres.
Nos esperan tiempos difíciles. Han sido muchos los años gobernados por una mafia que manejó esta Res Pública con soberbia y odio, ordeñando su teta hasta desangrarla. Su gente nunca importó; la salud y las escuelas tan solo fueron la vía ideal para asaltar el erario con escandalosos robos a través del sector de mayores recursos: la construcción.
Mientras la clase media se debate entre prender el aire o pagar la renta, en los barrios se derriten los heladitos de la venta, se encienden las velas y las noches se convierten en festín para delincuentes y mosquitos.
Vestida de color verde Dólar y con los presentes enmascarados por el putrefacto olor que a su vez ellos mismos emanan, Danilo Medina inaugura su obra insigne que llenaría, no las expectativas de todo un pueblo, sino los bolsillos de los allí presentes: La Puta Catalina. Sumadas a esta irreverente puta, y con el respeto que merecen las verdaderas chicas que con su trabajo sí procuran el pan de sus hijos, están las otras, las de la Nómina Publica, cuyos polvos pagamos espléndidamente de nuestros bolsillos.
Desfalcados, empobrecidos, desmoralizados y ahora también enfermos nos deja, sin ningún remordimiento, este nefasto Gobierno.
Se marchan hartos como sanguijuelas… con sus cuentas bancarias tan llenas como la niñez dominicana de parásitos. Se marchan también sus mujeres, hijos y nietos; parias de una sociedad que los señalará por siempre, ignorando éstos que solamente en tu país no serás extranjero.
Se marchan dejando una frontera abierta donde se beneficiaron hasta el hastió del tráfico de humanos, sin medir el lastre que ello acarreaba consigo.
Se marchan aborrecidos por un pueblo moral y económicamente mutilado, que por años vio nacer y morir su gente en la desventura.
Se marchan llevándose entre las uñas los sueños y los recursos de haber convertido el nuestro, en un mejor país para todos.
Se marchan todos a sus inmensas villas donde no cabrá la vergüenza; en carros, yates y aviones que no alcanzarán velocidad suficiente para esquivarla.
Se marcha Danilo, deambulando solo por el oscuro callejón de la desvergüenza; ni vítores ni aplausos ni nostalgias…dejando atrás media isla en estado de putrefacción.
AUTORA: ALEJANDRA CURY PANIAGUA