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19 de abril 2024
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OpiniónRoxana MarteRoxana Marte

Me he pasado años escuchando opiniones detractores sobre los masters

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Se ha creado un debate en torno a esto, de que si vale la pena hacer una maestría para tener éxito en la vida o no. Creo que es una expectativa muy alta pensar que el éxito te lo dará especialmente un programa de estudio. Sin embargo, una maestría crea las bases del pensamiento sistemático que debemos desarrollar para tener éxito en la vida profesional.

En mi caso hice una maestría en Liderazgo en Servicio e Innovación, un programa que trajo la PUCMM en el 2000, junto a la Rochester Institute of Technology de Nueva York. Este programa fue creado por el Departamento de Sistemas de Servicio de la universidad. El objetivo del programa es crear profesionales que lideraran proyectos y departamentos de servicio, pero más que eso que manejen la innovación e implementen cambios en estos sistemas.

Crear los objetivos y perfiles de un master es un trabajo mayúsculo, pues se supone que cada alumno viene con un bagaje profesional de una carrera afín que luego se unirá con el conocimiento del master. Recuerdo que en el “cohorte” del master había ingenieros, hoteleros, empresarios, publicistas, diseñadores, todos ansiosos por aprender a innovar en servicio.

Para lograr desarrollar estas capacidades de gestionar el servicio, el programa tenía una base elemental de introducción, el objetivo principal era sensibilizar al alumno con el concepto y el alcance del servicio, luego venía la etapa de crearnos líderes y pensadores en servicio, para más tarde convertirnos en capaces de gestionarlo. Un proceso largo, y complejo ¿no?, yo diría que hasta intimidante.

En poco más de un año pasamos por estos tres procesos de crear aprendizajes profundos. Una de las experiencias más difíciles de mi vida, poder atreverme a desarrollar un pensamiento amplio y complejo sobre servicio. Sin embargo, ¿qué me queda de esta experiencia? Los masters no están hechos para hacerte exitoso, pero son el comienzo de un cambio mental necesario para hacernos independientes en este mundo competitivo y profesional. Claro, hablo de programas respetables. No de cualquier programa acreditado medalaganareamente.

El ambiente que se da en estos programas impulsa al estudiante a un compromiso más allá del aprendizaje, los impulsa a un compromiso de cambio y crecimiento. ¡De querer hacer cosas! Yo diría que hasta la intención de querer cambiar el mundo. ¡Si! ¿Por qué no?

Sin embargo detrás de eso, lo que existe es un cordón umbilical atado a querer un mejor entorno empresarial, más justo y próspero para todos, más inclusivo, más integral; un deseo, como digo, de cambio para nuestras empresas, pero más que todo para nosotros mismos.

En los master existe una esperanza implícita y explícita que una vez graduados amenaza con salir a flote en cada oportunidad, aún con el miedo apagado de no ser aceptados o aprobados por nuestros nuevos jefes y compañeros y familiares. Luego ese ímpetu disminuye y volvemos a la realidad cotidiana en donde pocas personas mantienen esa energía de quererse comer el mundo.

Diría que ese ímpetu hay que mantenerlo en llamas, a través de muchas lecturas y proyectos que nos ayuden a lograr algunos de estos “sueños” los sueños que nos mantienen vivos. No es más que eso ¡De eso se trata una maestría, de mantenernos vivos!

¡Disfruta y crece, emprende tu master!

 

Por Roxanna Marte

 

 

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