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19 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Marcha Verde y el presidente Abinader

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El distinguido periodista Raúl Pérez Peña, a quien estimo por su gran calidad humana y su autenticidad política y moral, escribió recientemente un breve artículo (breve como son los articulos de varios periodistas-columnistas en esta época mal llamada posmoderna y de la posverdad), en el cual mencionó el nombre Marcha Verde. La verdad es que yo creí que Marcha Verde, después de que el PLD saliera del poder, era un asunto del pasado. Se sabe que Marcha Verde fue un movimiento cívico que buscó cuestionar las acciones nefastas y nefandas del gobierno de Danilo Medina.

Desde que nació Marcha Verde, para muchos de los que participaban en ella era un espacio de movilización popular, pero hubo mucho fanatismo contra el gobierno, como si todo se resolviera con sacar a Danilo Medina de la silla de alfileres como se le suele llamar al solio presidencial. La realidad es que con el simple hecho de sacar al hombre que se comió el tiburón podrido, como parece que hacen los coreanos con el pescado, no era suficiente. Tampoco es suficiente con lo que haga el Ministerio Público, no basta con penalizar la corrupción y recoger mucho dinero robado porque no da para tanto aunque lo usen bien, para resolver grandes y ancestrales problemas que tiene sociedades como la nuestra.

Lo que hay que hacer es enterrar el neoliberalismo, lo que necesariamente sería un cambio sistémico, porque implicaría una revolucion política y grandes recortes a los capitales, límites al gran capital y barrer con el capital financiero privado, toda la banca estatizarla, eliminación de las bancas de loterías, eliminación de las AFP y ARS privadas, los paraísos fiscales.

Poner límites a las ganancias del gran capital productivo, comercial y de servicios, suspender los acuerdos de libre comercio y revisarlos y si algunos pueden justificarse parcialmente retornar a ellos; limitar la importación del insoportable parque de vehículos y estimular la sustitución de vehículos que contaminen por los que no contaminen, estimular la agricultura orgánica y  en menor medida la agricultura química; establecer controles de precios y modernizar el transporte con el uso trenes eléctricos  para abaratar los precios; sustituir importaciones de productos industriales evitando en muchos casos que su elaboración contamine mucho el ambiente; preservar las cuencas hidrográficas; Poner controles a la natalidad; elaborar un nuevo código de trabajo que permita la práctica de la libertad sindical, el derecho a huelga, la escala móvil de salarios, salarios iguales por iguales trabajos para todos los trabajadores sin distinción de sexo o nacionalidad.

En nada de esto pensaron los convocantes de Marcha Verde, ni en un principio y ni luego, porque no se daban cuenta que el fanatismo puro y simple contra el PLD lo que iba a resultar es que fuera capitalizado por el PRM como lo dije en más de un artículo, cuando ya la pandemia de la COVID-19 había comenzado en el país.

Eso no fue asumido por Domingo Páez y el Dr. Ricardo Nieves, dos locutores de la Z01 antes de las de 2020, los cuales fueron los que a mi entender fueron los dos primeros convocantes a la Marcha Verde. Tuvieron éxito con el llamado, pero el país sigue empeorando en el gobierno del PRM, no solo por la aparición y prolongación de la pandemia de COVID-19. Es una voracidad tan grande hoy día la que tiene el gran capital que no tiene parangón con ninguna época anterior.

Hoy día, por el momento, es difícil que un movimiento cívico como lo fue Marcha Verde antes de las elecciones de 2020 llegue a tener la capacidad de movilización que tuvo. Sin embargo, la desigualdad social crece más que nunca, porque la voracidad del gran capital aumenta más, crece en capitales la gran burguesía y golpea a las capas medias (exceptuando a algunos burócratas del gobierno y a algunos comunicadores que se prestan al juego mediático), a la pequeña burguesía (artesanos, pequeños propietarios agrícolas, etc.) y a los trabajadores asalariados.

No basta con hablar de corrupción y seguir estimulando al crecimiento en el sector servicios, el cual estimula los bajos salarios, la inversión extranjera y para colmo la construcción de muchas construcciones que depredan los recursos naturales no renovables, pero además ese modelo no tiene futuro. Ese modelo repatria capitales de los inversores a otros países, después de esquilmar a los trabajadores explotándolos con bajos salarios, extrayendo plusvalía y con esta incrementado sus capitales y viviendo en el boato y la opulencia. Los dueños de hoteles son en su mayoría españoles, los que invierten aquí y lo que han invertido en Cuba, pero allí no podrán hacer lo mismo que aquí.

 

Aquí si bien hemos tenido mucha inversión pública para tratar de frenar la pandemia de la CPOVID-19, no menos cierto es que en condiciones relativamente normales la salud publica no  existe, es como si no hubiese servicios públicos de salud. Esto es algo que debe revertirse y volver a  como era en otros tiempos en casi toda o la mayor parte de los servicios de salud eran públicos y no privados. Quisiera saber lo que opinan el Dr. Ricardo Nieves, Secundino Palacios, el Dr. Jorge Chaín Herrera y otros. Ahora bien, para que esto vuelva a ser así el gobierno tiene que darle un trato justo a los galenos y no maltratarlos como lo ha venido haciendo por décadas, los salarios de los médicos son insignificantes, como también son mucho más insignificantes los de los trabajadores manuales que explota el capital privado.

 

Al modelo neoliberal imperante en  la economía y que implica la existencia de una estructura jurídico-política en que se sustenta, el que existe en la economía en la economía dominicana y la mayoría de las economías del mundo, le ha dado continuidad el gobierno de Abinader. Es precisamente ese modelo que vapulea tanto a los sectores, capas y clases sociales populares el que da pábulo a un relajamiento de la autoridad a todos los niveles.

Ya he dicho que autoridad no es lo mismo que el exceso de autoridad, la autoridad sin exceso emana de la voluntad de obedecer o acatar que tienen los súbditos o los que no dirigen a aquel que dirige o a los que dirigen, mientras que el exceso de autoridad se impone por la fuerza, ejerciendo el poder. El presidente Abinader hasta hace poco estaba orondo en el ejercicio de su mandato se sentía con todo a su favor, pero pese a que gobierna prácticamente sin oposición sus desatinadas medidas no le favorecen y aparenta que toma decisiones sin consultar a nadie, como si fuera un dictador.

 

En el manejo de la pandemia no se ha notado que haya buscado consultar a la comunidad de científicos de la salud, lo que debió haber hecho, consultando al Colegio Médico. Con lo del Fideicomiso de Punta Catalina y otros temas se preocupa en divulgar lo que va a hacer y sin antes decir a quien o quienes consulta. Aparentemente, el presidente Abinader quiere mantener su popularidad controlando los medios de divulgación de mensajes, asumiendo medidas muy impopulares que  generan e incrementan desigualdad social y malestar, como lo son las entregas de inversiones o de activos fijos al capital privado. Se trata de pretender una reedición  de lo mismo que hicieron los propulsores de Marcha Verde, ese movimiento que por ser polimorfo era una masa amorfa, los cuales terminaron catapultándolo a él como candidato presidencial y gracias a ese movimiento y la intervención foránea en asuntos internos resulto electo.

El presidente dice una cosa luego la echa para atrás y luego vuelve y da marcha atrás cuando ve que no acogen lo que dice. Nadie es infalible, pero un presidente es un presidente y debe tener más cuidado para que esto no le pase muchas veces. Lo que si estamos seguros es que el sabia y sabe muy bien a cuales intereses iba a defender, pero se equivocó si creyó que iba a contar con mucho apoyo popular defendiendo al gran capital y tomando tanto dinero prestado para aparentar lo que no es.

 

Por  Francisco Rafael Guzmán F.

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