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24 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Maltrato del Estado dominicano a los médicos

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Llaman la atención las declaraciones del Dr. Chanel Rosa Chupani, ex-director del Servicio Nacional de Salud del pasado gobierno de Danilo Medina, en  una entrevista del Listín Diario, en la cual daba cuenta de que había pensado retirarse de las labores profesionales y dedicarse al ocio. El da cuenta de que llegó a pensar de que después de pasarse 38 años en labores, el retiro era bien merecido y bueno, pero ha llegado a la conclusión de que no quiere estar inactivo y que además necesita generar ingresos porque no puede vivir con una pensión de RD$ 31,200. Llama la atención, porque si bien el monto de esa pensión no es el de un salario mínimo que ganan la mayoría de los trabajadores, ese sueldo no puede ser digno para un galeno que ha dedicado su vida a la medicina, como tampoco es digno el salario mínimo que ganan la mayoría de los trabajadores en las empresas.

No sabemos cómo pueden ingeniárselas, para no morir de hambre, los trabajadores que ganan 10,000 o poco más de esa cantidad, pero debemos estar seguros que, para morirse de hambre, reciben bono gas y otras ayudas del Estado y además viven de ayudas de familiares que viven fuera del país. A todo esto hay que agregar que muchos trabajadores no pagan algunos servicios y ni rentas de viviendas y algún otro familiar (hijo o la mujer) realiza labores por las que recibe un ingreso que aporta al presupuesto de la casa. La pregunta que hay que hacerse ahora es: ¿Cómo es posible que el Estado dominicano, bajo el modelo neoliberal de capitalismo salvaje, pretenda humillar a los médicos dominicanos pagando tan bajos salarios?  Podríamos suponer que al Dr. Rosa Chupani le están dejando un sueldo de jubilado equivalente solo al 70 % de su sueldo, en tal caso el estaría poco antes de jubilarse estar ganando un sueldo de RD$ 44,514. 28. Ese no puede ser un sueldo digno para cualquier médico, pero mucho menos el de los RD$ 31,200 de jubilado.

Nada más hay que pensar en lo tanto que se sacrifica un estudiante de medicina en cualquier universidad, pero sobre todo en la UASD, universidad de la cual han salido la mayoría de los médicos dominicanos. Es tanto el esfuerzo que tiene que asumir el estudiante de medicina para integrar conocimientos de ese complejo objeto biológico que es el cuerpo humano, el cual está en una permanente interacción con los ecosistemas en que vive. Hoy día tal vez no hay otra carrera científica, aparte de la medicina, en que haya tanto que aprender, lo que la ha convertido en una suerte de sacerdocio. En medicina hay que tener vocación, porque de lo contrario no se puede ser médico, probablemente esto aplica más que en ninguna otra carrera.

En la época de los Doce Años de Balaguer, recuerdo haber tenido una conversación con estudiante de la secundaria, en la cual él me decía que en la China de Mao en momento de la Revolución Cultural los médicos tenían que trabajar en labores agrícolas hasta descalzos.  Bueno si había escasez de zapatos, bien hecho que pusieran el ejemplo, pero eso podía justificarse por un tiempo pasajero. Ahora bien, la revolución debe ser para mejorar las condiciones de vida de la población y procurar la felicidad del ser humano, superando las grandes desigualdades sociales. Tal vez, por la singularidad de cada ser humano, hablar de una igualdad en términos absolutos es algo imposible y ni tampoco la superación de toda división del trabajo sea posible.

Es cierto que algunos médicos dominicanos, al privatizarse casi todo los servicios de salud y deteriorarse la situación de cobertura de los hospitales públicos con la falta de insumos y con bajos sueldos para los médicos, se han dedicado en cuerpo y alma a la medicina privada y hasta han renunciado al juro médico. Ahora bien, no creo que se pueda decir que se han convertido todos ellos en grandes ricos, algunos se habrán acomodado mucho, pero muchos ni siquiera viven una vida cómoda. Algunos que se han lucrado viven cargados de stress.

Sin embargo, son muchos los médicos que la pasan muy mal en los hospitales y hasta en centros médicos privados, cobran el dinerito que apenas les da para mitigar el hambre. Nadie puede pretender que un médico pueda vivir dignamente con un sueldo de 40,000 o 50,000 pesos en este capitalismo salvaje, pero son muchos los que tienen ingresos inferiores a esos. Da pena ver cómo el Estado dominicano tiene a los médicos residentes, los que cursan especialidades, los cuales tienen que dar servicios. Es muy agotador el ritmo de vida que llevan.

Es bueno resaltar que en nuestro país son muchos los médicos que siguen el legado de los Dres. Manuel Antonio Tejada Florentino, Angel Concepción Lajara, Gabriel Imbert y Rafael Cantizano. Entre ellos hay al Dr. José Joaquín Puello Herrera, Dr. Jorge Chaín, Dra. Rosel Fernández, el Dr. Secundino Palacios, entre otros.

El Dr. Rosa Chupani y otros deben tener una pensión digna. Es bueno anotar, según su testimonio, que tanto él como los demás miembros de su familia padecieron y superaron el COVID-19. Debemos loar a los médicos que son verdaderos héroes en su guerra contra la pandemia. Ya no deben ser menos de 25 los médicos fallecidos a consecuencia del COVID-19, uno de los últimos fue el director del Centro Materno Infantil de Santiago.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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