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23 de abril 2024
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Los retos de la educación dominicana

Los retos de la educación dominicana
Estudiantes dominicanas. (Fuente externa).
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EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- La crisis sanitaria y económica que atraviesa el mundo por la pandemia de COVID-19 ha generado secuelas importantes en la sociedad, pero uno de los sectores más impactados ha sido el educativo porque, necesariamente, ha obligado repensar el método y metodologías de enseñanza. República Dominicana se ve obligada a dar un salto cualitativo que pone en tela de juicio si se cuenta con la capacidad física, humana y cognitiva para eso.

Si ha sido difícil mejorar en condiciones normales de salubridad, pensar en eso en medio de una pandemia sería un absurdo. El contexto local da constancia de 2.9 millones de estudiantes en 57 mil aulas con casi 100 mil docentes, técnicos y monitores. Cerca de 400 escuelas necesitan intervención urgente porque no cuentan con agua potable. Por demás, desinfectar esas aulas y asegurar la salud de los presentes es un reto sumamente complicado.

El problema esta vez es que no se sabe cuál sería la mejor ruta de enseñanza, si enviar a los alumnos al plantel o hacerlo virtual. En ambos casos no se cuenta con las herramientas para dar respuesta oportuna a la demanda. ¿Cuáles son los retos de la educación?

El primero es definir la modalidad para impartir las clases. En declaraciones del propio ministro de Educación, Antonio Peña Mirabal, se contempla una opción semipresencial donde los educandos alternen los días que van a la escuela y así garantizar que haya 20 por aulas, como recomienda la UNESCO, Unicef, Banco Mundial y el Programa Mundial de Alimentos en el informe “Marco para la reapertura de las clases”.

Otro aspecto a considerar es que las escuelas cuenten con los mecanismos para asegurar el distanciamiento, higiene y protección de la comunidad educativa. ¿Cómo un maestro podrá controlar a 20 niños en un aula? Debe asegurarse que no se quiten la mascarilla –los que la lleven-, que se laven las manos con frecuencia, que atiendan a la clase, que no se paren de sus asientos a su voluntad y, quizás lo más difícil, que se mantengan alejados uno del otro.

La pandemia ha puesto de moda la docencia virtual

Esa dinámica necesariamente impide que haya recreo, por ende, los niños deberán permanecer en las aulas mientras estén en la escuela y ya eso crea ansiedad, frustración e incapacidad de concentración en los discentes. La tensión que demanda la circunstancia puede generar una baja en el rendimiento, mucho más si es primera o segunda infancia. En este caso, la creatividad y metodología del maestro será vital para motivar el aprendizaje.

Otro problema que surge es que el país está en un proceso de transición de gobierno entre partidos distintos, lo que implica que –por tradición- los nuevos vayan a la faena con medidas diferentes y eso pudiera retrasar la implementación del protocolo sanitario. Por suerte, tanto el ministro saliente como el entrante conformaron comisiones de trabajo que tienen la responsabilidad de armar el muñeco lo mejor posible, si se puede.

La variable de los colegios también es otro tema de suma importancia porque son casi 800 mil estudiantes del sector privado, cuyos padres refieren a que, si las clases serán desde casa o interdiario, pagarán por lo que reciban. Algunos centros educativos aplicaron descuentos durante la pandemia, pero la Asociación de Instituciones Educativas Privadas (Ainep) no ha confirmado si lo contemplarán otra vez. Todavía hay incertidumbre en este tópico.

Pero peor aún, si se decide posponer el año escolar para enero, entre agosto y diciembre los maestros de centros privados no estarán trabajando, lo que mandaría a más de 20 mil docentes a sus casas sin otra fuente de ingreso. El Estado no puede asumir sus honorarios en medio de una crisis económica ni puede contratarlos porque no hay plaza para tanta gente, lo que se traduce en un problema espinoso para una nueva gestión. Esta medida también implica el cierre de colegios pequeños porque no tendrán cómo sustentar sus operaciones sin ingresos fijos.

Entre todo eso, uno de los mayores problemas es la falta de capacitación de los maestros. En el pasado concurso de oposición docente, entre 50 mil aspirantes, más del 80 % no alcanzó las competencias esperadas. Sin embargo, desde el 2013 a la fecha se han formado casi 13 mil nuevos profesores motivados, en gran medida, por el alza salarial. De los actuales pedagogos que tiene el sistema, menos del 3 % alcanzó la “excelencia” al ser evaluado.

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Tener un cuerpo docente con esas condiciones limita la implementación de nuevas políticas o paradigmas educativos. Sobre todo, por la resistencia al cambio que se nota en los tradicionales, quienes rechazan a priori la implementación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en las aulas, son profesores de carbón con estudiantes de clic. Hay una nueva generación que es más inclusiva, pero no dirigen ni gestionan los procesos determinantes.

Además, está el problema de que hay maestros de alto riesgo por enfermedades colaterales o edad avanzada, lo que reduce su disponibilidad presencial y, aunque permite el soporte virtual desde sus casas, necesariamente requieren capacitación en el tema, por lo que no se puede contar con ellos en lo inmediato. El Instituto Nacional de Formación y Capacitación Magisterial (INAFOCAM) convocó para un diplomado en tecnología educativa, pero no ha iniciado.

Es justo destacar el trabajo y la integración de miles de profesores que se esforzaron para continuar las clases virtuales, aunque debían apoyarse de los mismos estudiantes o parientes para comprender el manejo de las TIC. ¿Por qué? Porque los docentes actuales son inmigrantes digitales y sus alumnos nativos, esa diferencia se nota y pesa.

De acuerdo con el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones y la encuesta «En Hogar 2017», el 70 % de los niños de 9 a 17 años usa Internet todos los días. En detalle, de 13 a 17 años los adolescentes se conectan más de 2 horas diarias, mientras el promedio de horas destinadas a la informática en las escuelas es de 2 a la semana.

Estudiante de educación inicial

Con la cuarentena las clases presenciales se suspendieron del 12 de marzo al 19 de junio y durante esos tres meses los docentes usaban Whatsapp, Classroom y Zoom para mostrar tareas que los educandos replicaban. Algunos colegios que ya tenían una plataforma LMS (Sistema de Gestión de Aprendizaje) siguieron sus clases con normalidad, pero esa no fue la suerte del sector público donde hay limitaciones de equipos, conexión, energía y competencias.

Suponiendo que sí se cuente con equipos e internet, surge la gran duda de quién cuidaría de los niños en casa mientras los adultos trabajan. Quizás por esa realidad socioeconómica de la mayoría del estudiantado es que se piensa en ir interdiario a clases, aunque eso también despierta inquietudes sobre qué se hará en el hogar cuando no toque ir a la escuela y cuáles maestros estarán disponibles, considerando que los activos deben atender los presenciales.

La integración y recursos del conectivismo (corriente educativa basada en tecnología y enseñanza) implica repensar el aprendizaje, y más en una comunidad de estudiantes que son nativos digitales. En esta parte entra de lleno la educomunicación, un enfoque que aboga por la estrecha relación de las personas y las TIC en escalas de inteligencias múltiples y las competencias. Busca utilizar la tecnología para que se logre el aprendizaje dinámico.

En la parte virtual, es menester disponer de una plataforma que cumpla con los requerimientos y diseño de los modelos LMS. Debe ser un website interactiva, integral y multimedia que permita la comprensión de los contenidos con estimulación multisensorial. Es importante destacar que esta media isla es parte de la Red Latinoamericana de Portales Educativos (RELPE) y eso favorece el intercambio de experiencias con países como Cuba y Chile que lo han hecho bien.

Los retos que presenta el sistema educativo dominicano van mucho más allá de butacas, comida y uniforme. Si se tiene la intención real de mejorar hay que cambiar la forma en que se concibe la enseñanza porque no es un fin, sino una serie de procesos que van estimulando la comprensión del contenido mientras los alumnos construyen su propio conocimiento.

Aunque se posponga el inicio del año escolar, sino se cambia el modelo educativo estaremos con los mismos resultados. ¿Por qué? Ya no es posible educar a estudiantes del siglo XXI con modelos del siglo XIX, es necesaria la transformación y eso solo se logra enseñando para la vida, pero la vida de hoy.

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