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23 de abril 2024
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OpiniónJosé Rafael Vargas C.José Rafael Vargas C.

Los prejuicios colectivos y los estereotipos en nuestra sociedad

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La cronología de las generaciones en nuestra media isla no ha reflejado en gran magnitud una conducta de hegemonía social, sin acudir a los bajos criterios del rechazo a la diversidad cultural. El advenimiento de Europa al nuevo mundo impuso costumbres que realmente necesitábamos, producción de capital y desarrollo para organizarnos como sociedad, sin embargo, dejó de lado la integración de grupos sociales por ser considerados inferiores, y es donde surge la pregunta, ¿podremos llamar sociedad civilizada a quien trata de separarla?

El proceso histórico en nuestro país es base a una mezcla de raíces españolas, africanas y taínas, esto ha conllevado un lado positivo y otro negativo. El látigo opresor de una etnia que entendía ser superior a otra por el poder de sus conocimientos, riquezas y armas; provocó el origen de la manipulación a través de la ingenuidad de Guacanagarix y sus semejantes. Para la época esta imposición de costumbres quizás era natural, sin embargo, queda algo de aquello según evidencian algunos sociólogos. Para ellos, es inevitable tomar en cuenta los antecedentes para un análisis más concreto sobre los comportamientos discriminatorios y hacer un símil de dos épocas, ayer al igual que hoy, suceden eventos que dividen a la sociedad, por ejemplo; el maltrato de antes, es el bullying de hoy, los plebeyos de antes son los chopos hoy, los nobles son los ‘popy’, a los encuentros de clase baja le llaman ‘teteo’, la clase alta le llama tertulia, si vas a entrevistarte para un trabajo mejor viste como la persona que te va entrevistar, no importa que tanto lo necesitas, lo importante es aparentar y pertenecer al estereotipo de ese colectivo.

Al abordar este tema, observamos la similitud de las conductas en épocas diferentes de nuestra cultura, manteniendo arraigada una casta que cree ser superior e intenta predominar por encima de otra.

Traemos a colación el tema ya que nos llamó la atención un caso particular; hace unos días nos llegó la información de que un prestigioso colegio de la ciudad de Santiago, ha decidido favorecer algunos niños y desfavorecer a otros por las características que involuntariamente poseen al nacer según su código genético, como la tez de su piel y la textura del cabello. Esta entidad, ha enviado una notificación a los padres de niños con similares características raciales, ordenando cortar el cabello a niños de pelo crespos, rizos y ondulados, los de pelo lacio quedarían excluido de esta medida. Y es que, en lugar de fomentar el respeto a la diversidad, este reputado instituto envía una señal de separación de clases según sus características étnica, violando así el IV principio sobre la igualdad y no discriminación del Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes.

Las disposiciones de este Código se aplican por igual a todos los niños, niñas y adolescentes, sin discriminación alguna fundada en motivos de raza, color, sexo, edad, idiomas, pensamiento, conciencia, religión, creencias, cultura, opinión política o de otra índole, posición económica, origen social, étnico o nacional, discapacidad, enfermedad, nacimiento, en situación de riesgo o cualquier otra condición del niño, niña o adolescentes, de sus padres, representantes o responsables o de sus familiares. Como cuna educadora de jóvenes que serán representantes de nuestra sociedad, abogamos por una reflexión de toda entidad que incurra en este error, pues preferimos tener personas que respeten la diversidad de cualquier índole, siendo las ideas y los pensamientos las únicas condiciones que nos diferencien como persona, esto se llama educar en valores.

Para dejar atrás todo esto y proyectarnos como una sociedad inclusiva, primero debemos derribar los prejuicios culturales, este es un desafío que inicia en dos lugares de formación esenciales, casa y escuela.

José Rafael Vargas hijo 

 

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