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25 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Los políticos y sus diabluras

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Los partidos políticos son garrochas para conseguir empleos y dar saltos sociales. Es el camino preferido de los trepadores, de los que buscan mejorar sus condiciones de vida personal. Hace tiempo que las ideologías  comenzaron a dormir un largo sueño.

Lo único que diferenciaba a los partidos de corporaciones para hacer dinero y conseguir posiciones, era la línea ideológica. En el momento del florecimiento de las ideas se luchaba por una esperanza de redención, por mejorar las condiciones de vida de la mayoría, pero hoy eso terminó.

El dinero lo es todo. Para aspirar a ser un simple regidor ahora hay que invertir millones de pesos en la precampaña, y luego en la movilización final para ver si se puede alcanzar  la posición. Años atrás, el regidor era un puesto honorífico, entregado a un ciudadano respetable.

Los conductores de los partidos políticos han olvidado hoy la lucha por las reivindicaciones sociales, en muchos casos no llegan a plantear modificaciones a las injusticias comunitarias. Hay temor a molestar a sectores mediáticos  que quieren su calma y su tranquilidad.

Pero no es así. A pesar de las inconductas, los partidos políticos son la única forma de llegar al poder. Sea por elecciones o por medio de revueltas, nadie en forma individual o desorganizada puede dar un salto adelante. De ahí la responsabilidad de los partidos políticos.

El camino es fácil de enderezar, pero se hace necesario que los dirigentes políticos-partidistas se hagan el mea culpa, y en vez de darse golpes en el pecho, comprendan que ha llegado el momento de pensar en las necesidades de millones de dominicanos, antes que en el empleo o las facilidades personales.

Para comenzar a trabajar los partidos deben respetar sus estatutos. En casi todas las agrupaciones se habla de la lucha por el bienestar colectivo, pero eso se torna letra muerta. Lo que se busca cuando una persona entra  a un partido determinado es que éste gane, o que haga una buena alianza, para así tener un empleo seguro, y en el menor de los casos una botella, como se le dice por aquí a la acción del  vago que se le paga sin trabajar.

Al día de hoy estamos en el reflujo social, la  brega electoral entrará a su máximo esfuerzo pasado un año, o sea llegando al 2023. El instante es bueno para la reflexión,  y para dejar a un lado las promesas, y comprender que la senda es de hacer realidad las alternativas hacia el desarrollo.

Se necesitan  buenas intenciones, acabar con la corrupción, terminar con el paternalismo y el oportunismo, y comprender que la política no es una piñata para alcanzar posiciones y enriquecerse  mientras el pueblo muere de hambre. Tenemos la esperanza de que la generación de relevo pueda dar pasos iniciales hacia los cambios. Pero primero los viejos robles tienen que traspasar la antorcha. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

Por Manuel Hernández Villeta

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