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19 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

Los políticos se están tragando este país. ¡Qué lástima!

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Es lo que ha venido ocurriendo en Dominicana, desde hace ya algunas décadas, mientras el pueblo continúa “roncando”, dormido en los laureles embaucadores que recibe de los agraciados dentro de ese sector, tan degenerado ya.

Por nada se inmuta la población local; no importa corrupción estatal, ni los escándalos relativos con ribetes internacionales en que está envuelto el país; impunidad, drogas, criminalidad, aplicación y administración de justicia con ojos para distingos, endeudamiento externo sin control, etc. Lo que se produzca pasa desapercibido, y la rumba desaprensiva de los políticos sigue “viento en popa”.

Esos trúhanes, en su conjunto, parecen ser una especie de boa gigantesca, con capacidad de llevar a la boca y tragar todo cuánto pase a su alrededor, digerirlo con facilidad y seguir en busca de otras presas. A proseguir enganchando pendejos, para atraerlos durante los procesos electorales venideros, valga el símil.

Así es como actúan los políticos, politiqueros más bien de este país, apandillados en los llamados partidos, negocios disfrazados, desde donde ofrecen “villas y castillas” a la población, promesas que olvidan tan pronto logran alzarse con el poder, y reciben luz verde para hacer cuánto les venga en gana con los recursos nacionales puesto a su disposición. Los administran como si fueran fincas de su propiedad.

Nada más piensan entonces en recuperar la inversión hecha en el marco de las actividades proselitistas que han llevado a cabo antes, con su triplicidad gananciosa obvia; y, en cómo llenar las alcancías para costear gastos durante los retiros que les esperan, voluntarios o forzados

También, se inclinan por garantizar el futuro a sus familiares y amigos más cercanos. Todo con cargo al erario público claro está. Contemplan además la posibilidad de continuar “subidos en el palo”, y procuran hacer lo indecible para reelegirse, ya que el carguito es bueno como dicen algunos”.

En ese tenor último, lo que se tenga que gastar no importa. Los cuartos se buscan donde sea, y como se pueda. Se compra a quien se tenga que comprar, congresistas, comunicadores, y periódicos, entre otros. Se instalan bocinas y cajas de resonancia en todos los medios de comunicación de masa disponibles, para que les hagan los proselitismos de lugar.

Total, todo es el pueblo quien tendrá que pagarlo. Y, si aparecen donaciones condicionadas de sectores oscuros – mafiosos, también se aceptan. No importa, mientras de más liquidez para los despilfarros se disponga, ¡mejor! El asunto es asegurar el retorno al poder. Los precedentes los tenemos de sobra en este país.

Mientras ellos satisfacen sus marcadas apetencias personales, el pueblo continúa llevándoselo el diablo; endeudado hasta la coronilla, y con más empréstitos que concertar en carpeta. Además, con cargas impositivas insoportables para la sociedad, sin reciprocidad alguna hacia la población más necesitada.

La nación prosigue siendo azotada por la delincuencia, la criminalidad, la corrupción estatal rampante; y, las intenciones de continuar aumentando la deuda con el exterior no cesan. Cuartos frescos, producto de los préstamos, y gravosas cargas impositivas, con las principales fuentes de ingresos para estos “magnates”.

Las nuevas generaciones son las que tendrán que lidiar con el funesto legado que les dejaran estos políticos corruptos, ladrones de cuello blanco, antinacionalistas, y títeres del poder extranjero.

Sin embargo, los más llamados a intentar un cambio en la dirección del país, como serían los jóvenes hoy, solo están pensando en romo, bachatas, reguetón, jeepetas, y demás “yerbas aromáticas”, como en  los nuevos paradigmas degenerativos importados.

“Qué San Ramón los saque con bien mañana”. De lo contrario, tendrán que adaptarse al bajón bastante grande que les espera en su estilo de vida actual, y hasta entregar parte del país como dación en pago a los prestamistas del exterior. ¡No habrá dinero para honrar los compromisos acumulados!, y eso no hay que ser muy inteligente para advertirlo.

 

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