Los líderes políticos siempre tienen que asumir un costo que generan sus seguidores más cercanos, pues los excesos de boca que estos cometen corren a cargo de ellos. La lucha por el poder hace intensa y en ocasiones brutales el accionar de los involucrados.
Es aquello de que la política es la guerra. Pero aún esta tiene procedimientos que se observan entre adversarios. Y no siempre las bullas dan ganancias de causas.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) está atravesando por un momento delicado y sus dirigentes no parecen estar contribuyendo al entendimiento. Se irritan con demasiada facilidad, y en toda competencia esa es una actitud poco provechosa, pues casi siempre conduce a la equivocación.