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19 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Los haitianos de nuevo

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Las relaciones dominico-haitianas están en un punto explosivo. La frontera vive en permanente anarquía, y miles de indocumentados entran  libremente al territorio nacional. Los que ya tienen vivienda aquí, viven como les da la gana, sin control de parte de las autoridades, ni se les aplica la ley.

Si se dejan a los caprichos y al infortunio la vivencia entre los dos países, vamos camino a enfrentamientos que podrían llegar a sangrientos. La población está cansada de ver como hay una línea de no tocar a los haitianos, cuando ofenden al país.

Los controles militares fronterizos no han dado resultado. Nadie ha podido frenar a los miles de haitianos que vienen en estampida hacia el país, tratando de sobrevivir. La frontera es un espacio abierto, donde es imposible establecer controles reales y efectivos.

Un muro en la frontera no es solución. Seria levantar un monumento a la incapacidad de las autoridades dominicanas de poder encontrar soluciones a los problemas migratorios. El muro es lesivo a la convivencia humana. No necesitamos muros aislantes, sino que se aplique todo lo que manda la Constitución sobre los ilegales.

El desorden en las relaciones con Haití nos va a costar caro. La lenidad de hoy, obligará a las autoridades desesperadas a tomar medidas de fuerza, que presentaran una crisis internacional. El momento de los correctivos es ahora, cuando esta anarquía puede ser manejada, sin llegar a la violencia.

Hay que imponer los principios de ley, comenzando con que  los haitianos nacidos en República Dominicana de padres ilegales, son haitianos. La complacencia lleva a pensar que ilegales nacidos aquí se muevan como dominicanos.

Pero hay otro ingrediente que casi nunca los políticos quieren tratar y es que los empresarios son los principales causantes de esta emigración masiva, porque le aseguran puestos de trabajo en el campo y en la industria de la construcción.

Los agro-industriales y los constructores han sacado la mano de obra dominicana de sus actividades. Los nacionales exigen salarios regularizados, seguro médico, viviendas confortables en el agro. En la industria de la construcción, al poner a levantar fundas de cemento a un haitiano se evita, para los empresarios, todos los trámites de cumplimiento al Código del Trabajo.

El problema de la migración ilegal no solo es de simpatías, de euforia, de nacionalismo extremo, sino que uno de sus principales condicionantes son las facilidades conque los empresarios dan cobertura a la mano de obra barata proveniente de Haití.

No pueden estar los constructores y los agro-empresarios fuera de los acuerdos. Ellos tienen una principalía y es su obligación básica también de ser impulsores de las soluciones. El muro es un monumento innecesario, solo hay que aplicar las leyes y hacer valer las normas constitucionales. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

 

Por Manuel Hernández Villeta

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