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23 de abril 2024
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OpiniónFlorentino Paredes ReyesFlorentino Paredes Reyes

Los feminicidios, entre el oportunismo y el análisis

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Ante los constante feminicidios que se produjeron en la sociedad dominicana el pasado año, y las constantes manifestaciones de alarma por parte de algunos sectores, por la  barbarie con que se cometieron muchos de esos lamentables hechos, intenté junto a un grupo de estudiantes, buscar respuestas, con la intención de poder prevenir y aplicar correctivos a los fines que puedan servir a disminuir las cifras que resultan alarmantes, no solo por el hecho en si, sino por la cantidad que cada año se registran.

La palabra feminicidio es prácticamente nueva, empleada para definir el asesinato de una mujer por razón de su sexo ya sea que tenga lugar dentro de la familia o en cualquier otra relación interpersonal; en la comunidad, por parte de cualquier persona, o que sea perpetrada o tolerada por el Estado y sus agentes, por acción u omisión.

Los datos que salieron a relucir son alarmantes en todo el sentido de la palabra, pero llama la atención que el problemas tiene profundas raíces en los países de América Latina, en donde  en 25 países murieron  2.089 mujeres en un año, pero lo que es peor,  hay países como Argentina, que asesinan una mujer cada treinta horas.

Cuando intentamos ver las causas que originan esta pandemia, salieron a relucir las condiciones sociales que  tiene el agresor, el que por lo habitual, viene de familias de escasos recursos formativos y económicos, con padres separados o que protagonizan escenas de violencias, con mucha inclinación al consumo de alcohol o sustancias prohibidas.

El elemento cultural, en el comportamiento de los individuos, es otro factor determinante en el hombre dominicano, que ha crecido viendo cómo su padre llega y sale de la casa, sin tener que dar explicaciones a su pareja, teniendo de manera abierta y hasta orgullosa, más de una relación sentimental con las que también, se procrean hijos con todo tipo de necesidades materiales y conductuales.

A nivel psicológico, el hombre Latinoamericano y de forma particular dominicano, tiende a ser muy indócil ante las conquistas de espacios sociales que han experimentados las mujeres en todo el mundo a partir de la segunda mitad del siglo XX. No quiere razonar la transformación social que ha sufrido el mundo y en especial nuestra sociedad, donde la mujer ya no está recluida exclusivamente a las labores domesticas sino que hace vida social, produce bienes y servicios, es emprendedora, con amplios espacios en la vida política, social y económica.

Otro dato muy interesante, relacionado con el agresor, es que éstos no se hacen asesinos el día que cometen la acción contra su pareja, sino que ya los son en potencia y tienen actitudes, desde el inicio de la relación sentimental, que las damas deben tener presente para que no se conviertan en una victima mas.  La señal más evidente es un control total que el hombre intenta ejercer sobre la mujer en todos los ámbitos de su vida; desde su forma de vestir, de arreglarse, hasta relacionarse con los demás. La descalificación y el maltrato sicológico. Nada se escapa de su supervisión y registro. Desde preguntas tan sutiles como quién te está llamando, por qué te saluda ese hombre y por qué te retrasaste 15 minutos en llegar, hasta controlar el lugar donde están las mujeres, las horas de entrada y de salida de su trabajo, revisar su el teléfono y la cartera, y llevarlas y recogerlas en todos lados con el pretexto de que quieren protegerlas. Además, quieren tener hijos lo más rápido posible para crear un vínculo que sea más difícil de romper en el futuro.

Un elemento sumamente interesante, es el gran amor y respeto que los hombres de nuestras sociedades profesan a sus madres, el cual, no se corresponde con la actitud violenta y hasta asesina que tienen con sus esposas. Condición que a nuestro juicio merece especial atención.

Como las monedas tienen dos caras, veamos las acciones que cometen las damas, la incidencia de los medios de comunicación y el rol que juegan las instituciones del Estado para crear conciencia sobre el respeto a la viva de las mujeres.

Entendemos que las conquistas sociales alcanzadas por las damas, han sido, al mismo tiempo, empañadas por una promoción muy negativa de su valor como seres humanos. Esto lo decimos, porque la prostitución, que hoy se renombra de trabajo sexual, llega a todas las clases sociales teniendo de forillo, la presentación avara de la mujer. Este esperpento a la condición humana de las damas, se exhibe en revistas, tarjetas de presentación, centros nocturnos y guías telefónicas, vendiendo a las mujeres como un objeto desechable y no como un sujeto protagonista. La prostitución o trabajo sexual es una acción, que en la medida que las damas se curten en dicho oficio, se cae en un precipicio de degeneración. Si es joven y bella se gana más, pero en la medida que pierde juventud y brillo, se gana menos, y para mantenerse vigente en el oficio, se hace cuanta degeneración solicite el usuario.

Desde el arte, las damas son ofertadas ante la vista indiferente de las autoridades, como meros objetos decorativos, representando las palabras, de unas canciones y unos ritmos, que las presentan como entes sin valor en las vidas de los hombres que las usas como complemento del alcohol, disputas, drogas y diversión. En las redes sociales, abundan los canales donde se vende, sin fecha de vencimiento, una imagen patética, de lo que dicen las autoridades, los grupos feministas y las instituciones que luchan por la integridad de las féminas.

Los espacios públicos que hoy ocupan las damas, no han sido ganados en base a su integración permanente al activismo político, sino por cuotas de participación que les han cedido los hombres y que en términos de conquistas, las colocan por debajo de las posiciones que ocupan. Les hace falta, bajar al pueblo para ganar espacio y consideración real y ser vistas como una opción de poder ante los hombres.

Entendemos que pedir no vasta, hace falta una acción clara y precisa  para que un hombre no asesine una mujer. Organizar campañas publicitarias de respeto a las mujeres con los mismos individuos que en sus videos las presentan en posiciones degradantes, es hipocresía. Que las instituciones de defensoría de las mujeres sólo lleve un registro de las caídas cada mes a manos de sus verdugos, para con las cifras llevar una voz de alarma, eso es una desfachatez.

Desde las familias, hace falta brindar apoyo a las mujeres. Ya que casi siempre, conocen las acciones de los esposos o exesposos sobre sus parientes, pero casi siempre las dejan solas a merced del verdugo. Son pocos los casos, donde una familia que brinda apoyo a sus hijas desde el mismo momento del noviazgo, el hombre incurra en falta de respeto o agresión hacia ella.

Mientras no haya una real lucha contra los feminicidios que involucre a los hombres, las mujeres, las  instituciones del estado, las iglesias y las organizaciones de la sociedad civil, estaremos navegando entre el oportunismo y el chantaje con el tema de los feminicidios.

 

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