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24 de abril 2024
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OpiniónJosé FlándezJosé Flández

Los derroteros vergonzosos de la izquierda

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La izquierda radical marxista leninista y su aún más delirante variante “maoísta”, plantearon siempre el derrocamiento violento de lo que ellos llamaban el régimen burgués, explotador del hombre por el hombre. Esto con el fin subsiguiente de instaurar la “dictadura del proletariado”, y de paso eliminar la propiedad privada individual y sobre los medios de producción, es decir, las fábricas y negocios privados.

 Con esos fines reclamaban la insurrección armada de las masas y cuando no, el “foquísmo guerrillero” al estilo del improvisado en la Sierra Maestra, en la antigua República de Cuba, por Fidel Castro y un grupo de 82 futuros guerrilleros que desembarcaron provenientes de Méjico en el yate “Granma”, al atardecer del 1ro de diciembre de 1956.

 Con el triunfo del insurrecto grupo que logró escalar la Sierra Maestra, iniciar una guerra de guerrillas y con el tiempo descender avasallante y derrocar la dictadura de Fulgencio Batista, la izquierda se envalentonó con el resonante éxito, tratando luego, inútilmente, de reeditar aquello que al parecer fue una excepción histórica, pues no logró repetirse en ninguna otra nación donde llegó de nuevo a intentarse.

 Son conocidos los continuos fracasos de unos cuantos intentos de focos guerrilleros realizados en Latino América, planeados desde la Habana luego de la asunción de Fidel Castro como nuevo dictador de la otrora próspera república, sumida en la precariedad, la miseria y la represión, desde los mismos inicios de la llamada revolución.

 Se intentaron en República Dominicana, con varias expediciones, en Bolivia y Colombia, entre otros, siendo el mas largo y sangriento el intento de los grupos guerrilleros de Colombia, encabezados por las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejercito de Liberación Nacional, aún activo, y el también desmovilizado M19.

 La intentona golpista de Hugo Chávez contra el gobierno democrático del adeco Carlos Andrés Pérez en 1992, que fracasó dejando un saldo cruento de decenas de muertos y heridos, fue uno de los últimos ensayos violentos que utilizó la izquierda, para obtener el poder, lo que trajo consecuentemente la elaboración de una nueva estrategia para tales fines.

 Al comprobar el fracaso de la estrategia armada, los dirigentes de la izquierda radical, bajo la orientación de Fidel, se plantearon la toma del poder por la vía pacífica, utilizando para ello los propios instrumentos institucionales de la odiada democracia… total de todas maneras harían lo mismo que venciendo por las arma, dirían los planificadores de la estrategia, que es desmantelar el viejo régimen.

 Fue así que siguiendo dicha estrategia se plantearon la participación de Hugo Chávez en las elecciones de 1998, luego de este haber sido dejado en libertad, por el entonces presidente Rafael Caldera, catapultándolo a la presidencia de la república, al ganar las elecciones de ese año con un 56% contra Henrique Salas Römer con 39,97% e Irene Sáez con 2,82%, siendo juramentado por el mismo Caldera.

 Luego del triunfo de Chávez, éste, aprovechando los altos precios del petróleo, comenzó a financiar partidos izquierdistas de América Latina y otras latitudes, con el fin de ayudarlos a acceder al poder, lográndolo en algunos países, como Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Argentina, Uruguay, Paraguay, Honduras, El salvador, entre otros, formando con algunos de estos una alianza de países que fue bautizada como ALBA.

 Los países que componen la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América, (ALBA), son Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y Granadinas.

 Aunque lograron sus objetivos democráticamente, estos gobernantes de la llamada izquierda ahora se comportan infinitamente peor que los gobernantes a los que derrocaron o vencieron en la urnas, aboliendo en algunos casos como en Cuba (radicalmente), Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, las instituciones democráticas con las que lograron sus objetivos de hacerse con el poder, corrompiéndolas hasta las médulas.

 Con esto estos regímenes de origen democrático se han erigido en crueles dictaduras, que disponen del erario y las vidas de sus ciudadanos a su antojo, violentando en todos los ordenes el Estado de Derecho, aplicando el robo de los recursos públicos y el fraude electoral como políticas de Estado; llevando a esas naciones a vivir en la actualidad momentos alarmantemente tormentosos… Han sido un monumental fracaso y desvergüenza.

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