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19 de abril 2024
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OpiniónLeonardo Suriel MorelLeonardo Suriel Morel

Los cuatro fracasos de la administración Obama

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El fracaso vergonzoso del presidente Barack Obama quien naufragó en las cuatro aéreas fundamentales en las cuales el tenía como objetivo sacar adelante en su programa de gobierno son las siguientes: Primero no pudo revertir la insultante tendencia de la concentración de las riquezas, que se viene produciendo en los últimos 25 años en los Estados Unidos de Norteamérica; para demostrar lo que decimos daremos un sólo dato.

El poder adquisitivo del salario mínimo de un obrero de la ciudad de Nueva York de hoy, 2017, tiene el mismo poder de compra que el de un trabajador del año 1974, son salarios iguales pero con una diferencia sustancial, el sueldo fue creciendo en guarismo producto de la inflación pero no con la misma capacidad para adquirir bienes de consumo o inmobiliario; es decir en términos reales no hubo un aumento de un sólo centavo; datos suministrado por The National Office of Labor Statistics (Oficina Nacional de Estadísticas Laborales).

 

Para mayor INRI, los economista del establishment (clase gobernante) de los Estados Unidos dicen que el 90% del crecimiento económico de la nación en estos últimos 25 años se concentró en el 10% de la población del país. El escritor argentino Roberto Alfredo Fontanarrosa (Rosario, 26 de noviembre de 1944 -ibidem- 19 de julio de 2007), el negro cariñosamente, decía: «Que el problema no era la injusta distribución de las riquezas sino el generoso reparto de la pobreza».

Algo que por igual se reparte, muy generosamente, en la República Dominicana.

 

El segundo fracaso fue la reforma económica y financiera, corregir esta repartición de miseria míster Obama no hizo lo suficiente para superar la injusta distribución de las riquezas, fracasó en su reforma financiera que prometió a raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria del 2007 y 2008 para aplicar nuevas reglas que pudieran controlar a la industria financiera, pero en vez de reglas para que el sector creciera y poder competir con la emergente China, lo que impuso fueron trabas al desarrollos de las instituciones bancarias; llevadas a cabo en forma de privilegios el rescate, provocando la quiebra a miles de bancos y cooperativas en los pequeños pueblos de Estados Unidos.

Wall Street fue quien operó el paquete de estimulo a la industria de las finanzas en su claro beneficio, mientras el Dow Jones triplicaba su crecimiento, muy poca ayuda o nada recibían los pensionistas, los ahorrantes despojados y millones de ciudadanos que quedaron endeudados con créditos e hipotecas; es cierto la economía de Estados Unidos salió adelante pero, no así, la de muchos estadounidenses.

 

El «Yes We Can» de Obama resultó ser consigna vacía, se presentó ante todos como el salvador de los Estados Unidos y el mundo; supermán, Batman, el Capitán América, el hombre araña Flash y hasta el mismísimo Chapulín Colorado eran pequeñitos ante el súper héroe: Obamán; él nunca presentó un proyecto transformador y modernizador para que Norteamérica recobrara su liderazgo económico mundial y sea grande nuevamente, como decía Trump en su campaña, ante el resurgir de la República Popular China.

Fracasó estrepitosamente por no haber engrasado el cinturón industrial de Detroit, cuando en principio de los años 60 producía 6 millones de carros y hoy no produce ni un sólo velocípedo y no digamos una bicicleta, por eso hoy esta parte del norte que antes se le llamaba el Manufacturing Belt (Cinturón Industrial), ahora se conoce como Rusty belt (cinturón oxidado) el cual esta compuesto por doce Estados de la unión que son: Delaware, Illinois, Indiana, Maryland, Michigan, Missouri, Nueva Jersey, Nueva York, Ohio, Pennsylvania, Virginia, Wisconsin. Siendo Detroit la ciudad más castigada por la debacle.

 

El tercer fracasó de Barack Obama lo podemos observar en la reforma sanitaria con su “ObamaCare” que es la “Ley de Protección a Pacientes y Cuidados de Salud Asequibles (Patient Protection and Affordable Care Act –PPACA). ObamaCare queriendo desmantelar un sistema de salud malo para sustituirlo por el suyo, resultó todo un fracaso. En su primera fase este proyecto suponía afiliar 6 millones de ciudadanos que hasta el momento no tenían seguro médico; con esta ley se busca asegurar que todos los estadounidenses tuvieran un seguro de salud y a la vez dar ayuda monetaria a quienes no pudieran asegurarse, pero sus críticos decían que este modelo aumentaba los gastos del Estado y perjudicaba al sector privado de la salud.

 

El mercado de seguros de salud individual está colapsando, porque increíblemente, cinco estados tiene un solo asegurador para proporcionar la cobertura en 2017, donde está la libre competencia, debido a este panorama pudimos inferir que el portavoz de la Cámara de Representantes, Paul Ryan dijera que la ley está literalmente en medio del colapso. Los recursos extras de esta ley son muy altos, los gastos son tan onerosos que las personas se sienten como sino tuvieran un seguro médico, perjudicando a los que supuestamente deberían ser ayudados porque los deducibles representan miles de dólares para el usuario, esta carga económica se ha convertido en parte del problema para la población.

 

Los pacientes del Medicaid no pueden conseguir doctores que lo atiendan, debido a que el Obamacare es un seguro virtual por no poder acceder a un galeno; de que sirve tener un seguro médico malo y caro si no te puede atender un doctor por la cantidad limitada de galenos que hay. Y finalmente, este programa de salud llamado Obamacare ha supuesto la pérdida de mano de obra equivalente a 2 millones de empleados fijo quienes perdieron su puesto de trabajo; en toda la nación los empleadores han reducido personal para no pagar el incremento de los altos costos de esta ley de salud.

 

Gran parte de este punto de discusión proviene de un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso en 2014 que proyectaba que la fuerza laboral de la nación se reduciría en alrededor de 2 millones de empleos debido a la ley de salud de Obama; así como informes anecdóticos, acerca de empleadores que reducían las horas de los trabajadores para evitar que se activara el requisito de la ley por el que les obliga a dar de alta en el seguro de salud al asalariado, práctica que va en detrimento del trabajador.

 

El cuarto fracaso, y no el último fue la reforma migratoria, el cual se puede graficar con las palabras de mismo Obama: «Mi gran fallo, sin duda, ha sido no llevar a cabo una profunda reforma de la ley migratoria, pero prometo seguir trabajando en ello para que cada ciudadano en Estados Unidos pueda cumplir ‘el sueño americano'», soflama pura y dura.

 

En comparación, con los ocho años de mandato, del presidente republicano George W. Bush quien deportó a 2 millones 10 mil personas. Barack Obama se adjudicó la medalla de oro del triste record de 3 millones 165 mil 512 deportados según los datos del Departamento de Seguridad Nacional. Ningún presidente había expulsado a más personas que Obama en toda la historia republicana de los Estados Unidos. Veamos algunos datos, en 2014 el presidente Barack Obama solicitó al congreso la ayuda financiera de unos 2 mil millones de dólares, para enviar de regreso a los niños centroamericanos, que habían estado entrando de manera ilegal a los Estados

Unidos; desde octubre de 2013 hasta junio del año siguiente la Patrulla Fronteriza había detenido a más de 52 mil niños, por esta razón Obama necesitaba ese presupuesto para repatriar a los niños de Centro América; sin embargo, él se oponía a que República Dominicana sacara de su territorio a los haitianos indocumentados que se han excedido en número, representando una seria amenaza para nuestra seguridad nacional, hechos no son palabras, señor Obama.

 

La prosperidad compartida, prometida, no existió en la era Obama, el declive de la salud, la educación pública, las infraestructuras, la ralentización de la movilidad social de los ciudadanos estadounidenses, entre otros desastres, motivaron la creciente insatisfacción del pueblo. Bernie Sanders y Donal Trump entendieron esa realidad desde el principio de sus campañas, pero Trump lo interpretó y lo aplicó mejor que el demócrata Sanders y por eso ganó, aunque no fue entendido por la vieja guardia republicana la que le hizo una guerra despiadada encabezada por la dinastía Bush que se aliaron a los demócratas prefiriendo que ganara Hillary Clinton y no Donald Trump, pero todos fueron derrotados en el mismo paquete, junto a los medios televisivos y escrito que le adversaban.

 

Una inteligente estrategia de campaña sustituyó la supremacía de la televisión que era el medio por el cual la gente se enteraba del proceso electoral, desde mediado del siglo XX, el cual se inicia en 1960 con el primer debate de la historia entre el demócrata John F. Kennedy y el republicano Richard Nixon. La tele ya no es el instrumento preponderante para decidir una elecciones, sino que las redes sociales destronaron a la pantalla chica como canal audiovisual de masa para influenciar en el electorado.

 

Finalmente se puede decir que Barack Obama fracasó como la esperanza de los Estados Unidos, del mundo y muy especialmente de los negros discriminados de su país, fue un farsante de marca mayor porque prometió paz y prosperidad y sembró guerra y desigualdad, agregándole a este rosario de calamidades, la cantidad de negros que murieron a manos de la policía y él no hizo nada para detener esa desgracia; se hizo pasar como creyente y un cuando llegó a la presidencia se volvió enemigo de los cristianos, persiguiéndolos y enarbolando valores anti-bíblicos como el matrimonio homosexual, el borto y toda la agenda LGTBI. En definitiva Obama es un personaje fracasado, difuso, profuso y confuso.

 

 

 

 

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