Todos los años para esta fecha es muy común que el presidente Danilo Medina exprese su sentir al pueblo dominicano, como acaba de hacerlo, recordando con gratitud a quienes ofrendaron sus vidas para reclamar el “restablecimiento de la Constitución de 1963”, por el retorno al poder del gobierno encabezado por el profesor Juan Bosch, en tanto nada hace en favor de los que quedamos con vida.
En la presente ocasión, debo recordarle que gracias a la revolución de abril de 1965, en donde participamos un grupo de jóvenes valientes y decididos, usted está gobernando en medio de una débil y frágil democracia que ha permitido una migración de extranjeros sin límites y sin precedentes en la vida de nuestros antepasados. Ya ni siquiera vale las efemérides patrias, porque usted ha permitido que los haitianos recuperen otra vez su territorio.
Y para que recordarle que no bastan elogios a nuestra causa, ya que ni siquiera ha podido en sus dos gobiernos ofrecerle el apoyo necesario al cinco por ciento de los líderes de la revolución constitucionalista de abril del 1965, que sobrevivimos a esa peligrosa contienda.
Me apena, lloro y me da mucha rabia y vergüenza en la actuales circunstancias en las que se encuentra el país, identificarme como que soy real y verdaderamente, un revolucionario que me despierto a las dos de la madrugada todos los días para defender mi país con una pluma, ya que no puedo hacerlo con las armas.
Los dominicanos de aquella época buscábamos en nuestro líder máximo, un presidente que trabajara real y efectivamente para los más pobres y necesitados; que luchara contra las injusticias del poder y que se convirtiera en un mártir, si fuera necesario, para que pasara a la historia como un buen gobernante.
Ese fue el motivo de seguirlo a usted; de que un líder revolucionario como