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23 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Los Clubes Juveniles

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En los medios de difusión oímos a diario la gente quejarse de la inflación, de la inseguridad ciudadana y de la corrupción. Las tendencias caóticas que tiene por derrotero la sociedad dominicana actual, lo que no es exclusivo de ella y de lo cual adolecen otras sociedades, deben ser objeto del análisis sociológico y encontrar sus condicionantes y encontrar cómo prevenir tales tendencias.

Es un fenómeno que no es exclusivo de República Dominicana, ya que las pandillas juveniles existen en Centroamérica, con las manifestaciones que son propias de ellas, con la comisión de crímenes, secuestros, etc.

Se trata de manifestaciones de un fenómeno que no es único del país, la desintegración social en la era de la globalización y del modelo neoliberal que rige la economía en casi todos los países del mundo. El control de la delincuencia se ha tornado en un asunto prácticamente imposible para los cuerpos del orden.

La solución asunto para algunas personas tendría por vía el adecentamiento de la Policía Nacional, pagándole un sueldo decente a sus agentes. Sin embargo, una reflexión profunda llevaría a pensar que el estado de conciencia social de muchos agentes no permitiría que con el “sueldo decente” se adecente al cuerpo del orden, por lo menos en nuestro país, aunque eso debe hacerse y aliviaría el problema.

Los tentáculos del crimen organizado y el estado de conciencia social de la población condicionan una gran desintegración social en la población. Vivimos en un estado casi de anomia colectiva, donde no los sujetos sociales no respetan las normas viales, y esto es caldo de cultivo para la proliferación violencia y el crimen organizado.

Si pudiéramos volver a tener las organizaciones juveniles, como en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, pudiéramos decir que no viviríamos esta pesadilla. Parte de los condicionantes, y a la vez el principal, es la sobrevaloración del ocio en la época actual, por parte de los sujetos sociales.

El ocio no es sinónimo de tiempo libre, porque este es el tiempo en que hacemos lo que queremos hacer libremente y no incluye las actividades laborales remuneradas o por cuyo resultado se recibe un estipendio o pago. En el caso del ocio, porque no se trata del tiempo libre, es cuando el sujeto no hace ninguna labor creativa y se la pasa en algo contemplativo.

Los beodos cuando están en su juerga viven en un tiempo de ocio. Ese no era el caso de los jóvenes cuando se reunían en asambleas, para decidir sobre reclamos de soluciones a los problemas de los barrios que representaban desde los clubes juveniles populares, sus actividades eran creativas.

Su acción era creativa, encomiable y loable, por lo que no podía ser caldo de cultivo para la violencia destructiva de la buena convivencia entre los ciudadanos y negadora de los buenos valores; se trataba de sujetos sociales que reclamaban mejores relaciones societarias, representantes de las aspiraciones de un movimiento de rescate de valores sanos.

Su horizonte principal, el de los clubes juveniles culturales y deportivos, fue la lucha contra la penetración cultural imperialista en nuestra cultura, especialmente de los valores espirituales culturales de la sociedad norteamericana que tanto alienaban a los dominicanos que se dejaban influir por ellos.

La principal lucha de los clubes juveniles se centró en el rechazo al consumo de las drogas, lo que fue elogio de algunos funcionarios balagueristas. Ese no es el caso de los clubes recreativos elitistas, donde no existe una mística de enfrentar ese tipo de problemas que afectan a la sociedad.

En el caso del Santo Domingo Country Club, hoy día el club más elitista de La República Dominicana y con casi un siglo de existencia, en 1970 se rumoró la existencia de supuestas plantaciones de marihuana en sus instalaciones. Ahora bien, lo importante es analizar el por qué si los clubes recreativos elitistas mantienen una relativa vigencia al día de hoy y prácticamente ninguna los clubes juveniles populares.

Lo primero es una tendencia generalizada al asociacionismo en la sociedad de los años 60, 70 y hasta mediados de los 80, por lo que aún en las asociaciones (clubes) recreativas elitistas había cierta mística asociacionista y hoy día eso no existe en esas asociaciones, aunque aparentemente son asociaciones sin fines de lucro. Esa tendencia al asociacionismo ya no existe, más bien conduce al individualismo.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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