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24 de abril 2024
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OpiniónRebeca OlivetRebeca Olivet

Los ambientes y sus influencias junto a un ingrediente llamado fe

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Hace unos días, escuchaba una historia increíble de un médico de California que transformó una sala de resonancias magnéticas. Su propuesta consistía en transformar estos espacios para que los niños pudieran tener mejor aceptación a la hora de realizarse estos exámenes.
Esta gran propuesta convirtió estos espacios en un mundo diferente para ellos.

Luego de muchos rechazar este lugar oscuro y tenebroso, donde a todos nos da temor entrar, el doctor propuso transformar todo el entorno y producir una experiencia inolvidable, donde se les invita a los niños, que van a realizarse el examen, a un viaje dentro de la cabina donde hacen estas resonancias.
Se trata de hacer de ese inquietante y atemorizante lugar, un parque maravilloso de colores y animales acuáticos donde ellos eligen cuál será su aventura.

Es increíble cómo esta gran idea hizo cambiar la percepción de estos niños, al momento de entrar en este espacio donde a todos nos da miedo, ya que además de ser incómodo, frío y encerrado, nos intriga el resultado que pueda salir cuando abandonamos el lugar.

Hace unos 5 meses, me tocó hacerme una resonancia con contraste en los senos para descartar cualquier quiste maligno. Tras un proceso largo de muchos exámenes, mi médico quería hacerme este último análisis para estar totalmente seguro que ninguno de los quistes representaba una amenaza seria para mi salud.

El día que fui, fue horrible.

Mucha tensión, escalofríos, miedo, pensamientos y recuerdos que revoloteaban en mi cabeza al recordar que mi mamá también pasó por eso y había sido vencida por una enfermedad mortal, “el cáncer”.

Recuerdo que decidí ir sola, porque de tantas malas experiencias he aprendido que la fe en Dios y su compañía es el mayor impulso que he podido tener. Sobre todo, en las ocasiones en que he estado cerca de la muerte, Dios me ha dado una cachetada y me ha dicho que confíe. Ese día me recibió una chica de piel morena con un espíritu tan alegre, de esas que tienen una actitud de liderazgo, y me dijo: -Estos son los pasos.
Me los explicó y me dijo tranquila:
“Cuando entre al espacio…”
Empezó todo, me dijeron que iba a durar 45 minutos boca abajo en una camilla dura y fría con una bata que te cubre muy poco, te colocan algo en la mano para que en cualquier emergencia lo aprietes. Y bueno, aquí empezó todo, entré con unos tapones en el oído y empecé hablar con Dios.
Allí también recordé muchas cosas, buenas y malas, mientras hacía ejercicios de respiración, una de las técnicas que me han ayudado mucho en momentos como ese.
Para no hacer la historia muy larga, pasaron 30 minutos, y en los últimos 15 me inyectaron el contraste, y luego escuché esa voz como lejana que me dijo:
-Señora Rebeca, vamos a colocar el contraste ahora.

Y para no contarle más, fueron los peores minutos. Sin embargo, desde que tengo 9 años he pasado las peores experiencias relacionadas con la salud.
Recordé que desde muy pequeña amanecía en emergencia con mi madre, conectada a bombas de oxígeno porque era asmática. Pero también recuerdo que mi progenitora jugaba conmigo y de todo me hacía una historia. Me hacía imaginar que estábamos en una nave espacial y yo era la que la manejaba. Y entre sonidos y fantasías se me pasaba el trauma y las bombas de oxígeno pasaron a ser máquinas de juegos para mí.

El día que salí de la sala de resonancias mi fe fue probada una vez más, y a pesar de la tensión, salí confiada de que no tenía nada y así fue. No salió nada maligno.

A lo largo de nuestra vida, vamos a tener que vivir experiencias muy desagradables, las cuales algunas nos pasan para nuestro bien. Era necesario que yo pasara por esto para asegurar una parte de mi bienestar y también para fortalecer mi fe.

Todos los niños que hoy también pasan por esta sala de resonancias en California, también, de seguro se sienten mucho mejor y pueden cumplir con sus exámenes sin sentirlos tan traumáticos.

Porque de eso se trata la vida, todos pasamos por momentos difíciles, absolutamente todos. Unos en ambientes diferentes a los otros.
Hay ingredientes que nos pueden hacer ver los momentos diferentes. El cambio del entorno, que intencionalmente lo podemos hacer, la fe que debe mantenerse viva.

Así, no podemos ver eso que esperamos al momento, y la aceptación y valentía para enfrentar las realidades, así tengamos que crear una historia en nuestra imaginación, como los niños, pero que nos pueda aliviar el corazón.

Para aquellos que pasan momentos similares, no permitan que el miedo los agobie y los llene de cobardía.

Mas bien, convierte tu situación en una nave espacial, en un parque de diversiones, en una selva con muchos animales o en un jardín de muchas flores. No podemos cambiar la situación, pero sí tenemos la libertad de que nuestra mente se haga más fuerte y hacer la circunstancia más fácil y llevadera, eligiendo cómo vemos nuestro alrededor.

Por Rebecca Olivet

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