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25 de abril 2024
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OpiniónRamón Antonio VerasRamón Antonio Veras

Los abogados puros y los de malas artes 

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I.- Una sociedad añorada, pero no alcanzada 

1.- En el ambiente político y social dominicano una gran mayoría de conciudadanos hemos accionado en procura de crear una sociedad menos cruel o severa, pero la realidad es que las aspiraciones para humanizar el medio donde vivimos han resultado un tremendo chasco, porque todo se ha quedado en una esperanza atractiva, pero infundada.

2.- El desengaño ha sido peor porque, además de no alcanzar la deseada felicidad material y espiritual, tampoco contamos hoy con esa persona auténtica.

3.- Al no conseguir un cambio en el ordenamiento económico y social, tampoco hemos llegado a tener a ese ente de conducta renovada. Se ha impuesto el presente de vulgaridad, ante el deseo de un porvenir de actuar exquisito. El viento fuerte que ha traído la descomposición ha arrastrado cualquier modo de obrar bien.

4.- Para que un ser humano proceda de manera inmoral, debe olvidarse de la decencia; accionar siguiendo la línea de la desvergüenza y armarse de deshonestidad que es característica del descarado.

5.- El nivel de degradación a que ha llegado la sociedad dominicana se manifiesta en todos los niveles, comenzando con el orden económico, hasta llegar a la podredumbre ética y moral que arropa a gran parte de las clases y capas sociales.

6.- El descenso de la buena conducta está presente en el pobre que engaña para comprar comida, hasta el ricachón que se envilece estafando para aumentar su patrimonio económico.

II.- La profesión de abogado, como la sociedad, se dañó

7.- El sucio comportamiento que diariamente vemos no tiene comparación. Lo tenemos en los hogares, centros escolares y universitarios; en el consultorio del médico y en el bufete de abogados.

8.- Precisamente, la de los abogados y abogadas es una de las actividades profesionales donde más notoriamente está presente la ausencia de pudor. El togado pudoroso cedió su espacio al impúdico

9.- En el curso de los únicos tres congresos de abogadas y abogados, sucesivamente efectuados en el país por sus asociaciones y la Asociación Dominicana de Abogados (ADOMA), en el Distrito Nacional, Santiago de los Caballeros y Monseñor Nouel, Bonao, los asistentes siempre levantábamos la voz reclamando la colegiación.

10.- Al parecer, para algunos no existía necesidad alguna de colegio de abogados, sino de pandillas, en las cuales grupos de truhanes se unificaran con el objetivo de dañar a cambio de dinero. De ahí que algunos olvidándose de su gremio actúan en acciones de truhanería.

11.- Los granujas que se han metido a ser abogados, carecen del sentido de decencia, lealtad y ética profesional. Se mueven como auténticos bribones y haciéndoles honor a la conducta de los canallas.

12.- Porque desconocen lo que es guardar la debida fidelidad, el abogado que no obra con lealtad hace caso omiso a la ética profesional y patea la franqueza.

13.- El alevoso, ese que dice ser profesional del derecho y se acerca a quien ya ha contratado los servicios profesionales de otro abogado o abogada, es el mismo que en forma descarada mezcla sucieza con tigueraje.

III.- Dificultad de competencia entre talento y deshonestidad

14.- En el círculo de las mujeres y los hombres de la toga y el birrete, la competencia no se está dando en el orden del talento, sino en la falta de honestidad, imponiéndose el abogado impúdico.

15.- A la abogada o el abogado que abraza principios de decencia familiar, formado en normas éticas y morales, le resulta difícil tener como rival a uno cualquiera que dice ser abogado, pero no es más que un pillo.

16.- Con todo pesar hay que decirlo, pero la verdad es que la profesión de las abogadas y los abogados ha llegado a un grado tal de pudrimiento que para lograr competir se recurre a detractar, a la degradación del profesional virtuoso, lleno de nobleza y pura bondad.

17.- Ese joven abogado, que domina las ciencias jurídicas; perito del derecho moderno; gran conocedor de las interioridades de las leyes en general, y competente jurisperito que ha recibido cátedras de grandes maestros internacionales, y hoy ejerce con elegancia y altura su profesión, no debe amilanarse por las acciones pérfidas de los que a él equivocadamente le llaman colega.

18.- Ni más ni menos, estamos presenciando el ejercicio de la abogacía en la sociedad dominicana de hoy, la misma que está agrietada social, ética y moralmente

Ideas finales

19.- En estos momentos resulta algo pasado de moda levantar la ética en los hombres y mujeres de las leyes y los códigos. Lo que se está imponiendo en la actualidad es utilizar la zancadilla para perjudicar al colega con las malas artes.

20.- Los postulados de la moral y la ética debieran de ser parte integrante de las convicciones personales de cada abogado y abogada; rasgos de su carácter, las normas que rigen los actos de su vida; la esencia del comportamiento personal, profesional, público y privado de uno de los principales actores de los tribunales.

21.- Los actos corruptos, las maniobras extrañas en el ejercicio de la profesión de abogados y abogadas, tienen que ser eliminadas. El ejemplo de los profesionales promiscuos no puede ser imitado; muy al contrario, frente a esas censurables conductas, portadoras de los peores vicios de la sociedad dominicana, los abogados y abogadas decentes deben mantenerse vigilantes levantando la honestidad.

22.- El abogado o abogada no debe ser medio serio; serio intermedio, serio mediano, o serio incompleto. Debe ser, pura y simplemente, íntegro, honrado, probo; de una conducta y ética intachables reconocidas por sus colegas, los magistrados y la sociedad en general.

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