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18 de abril 2024
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Los 90 años del expresidente Cardoso, el intelectual de la política brasileña

Los 90 años del expresidente Cardoso, el intelectual de la política brasileña
José Henrique Cardoso, expresidente brasileño. Ejerció la presidencia en dos períodos consecutivos (1995-1999 y 2001-2003).
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EL NUEVO DIARIO, SAO PAULO.- El expresidente Fernando Henrique Cardoso, considerado la voz de la intelectualidad en la política brasileña, cumple este viernes 90 años de edad alejado de la primera línea del ring, semiconfinado y volcado a su vida académica.

Nacido en Río de Janeiro en 1931, en el seno de una familia de militares, este sociólogo de modales afrancesados se convirtió en el primer presidente de la historia de Brasil en ocupar la Presidencia por dos mandatos consecutivos (1995-1999 y 2001-2003).

A la «era Cardoso» se le atribuye la relativa estabilidad que alcanzó la economía; la privatización de las áreas bancaria, de telecomunicaciones y energía, la apertura y desarrollo del sector petrolero y la creación de condiciones para el ingreso de capitales extranjeros, políticas tachadas de «neoliberales» por la oposición del momento.

Antes de ser presidente, participó en la fundación del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB, centro-derecha), nacido en 1988, y en 1992 pasó a formar parte del Gobierno de Itamar Franco, vicepresidente en la fórmula electoral de Fernando Collor de Mello, quien debió renunciar acosado por un escándalo de corrupción.

Como ministro de Hacienda, fue uno de los «padres» del llamado Plan Real, el cual puso la inflación bajo control en Brasil mediante la creación de una nueva moneda nacional, el real, vigente hasta hoy.

Pero Cardoso confesó que el acto más glorioso de su vida política no fue alcanzar la estabilidad económica del país, sino su participación en el proceso de redemocratización tras la dictadura militar que se prolongó durante 21 años.

Fue durante los llamados «años de plomo» del régimen que Cardoso vivió dos veces en el exilio, primero en Chile y después en Francia, donde investigó, escribió e impartió aulas.

«En el avión lloré bajito; no entendía por qué yo. ¿Por qué conmigo? Estaba más interesado en la tesis y en ocupar una cátedra que en apoyar al (expresidente) Joao Goulart o a las ‘izquierdas'», asegura en sus memorias «Un intelectual en la política», su último libro, lanzado este año.

En él, el socialdemócrata bucea sus orígenes familiares y le dedica una líneas a su niñera, Alzira, hija de una exesclava de su bisabuelo materno.

«De pequeño, ya siendo grande, yo no me ponía las medias ni los zapatos: estiraba las piernas y ella me los ponía», cuenta Cardoso, quien dedicó parte de su vida académica al estudio de la esclavitud y el racismo estructural brasileño.

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Si perdió ese hábito con las medias y los zapatos, confiesa, fue gracias a su madre y más tarde a su primera esposa, la antropóloga Ruth de Cardoso, una de las intelectuales más brillantes de Brasil, incansable luchadora social y con quien tuvo tres hijos.

El expresidente estuvo casado 55 años con Doña Ruth, como la conocía la mayoría de los brasileños, hasta su fallecimiento, en 2008. Años más tarde contrajo matrimonio con Patrícia Kundrát, 46 años más joven que él.

FHC, UN MODERADO EN LA POLÍTICA

FCH, como es conocido popularmente en Brasil, siempre fue un moderado de la política. En los últimos años, ya lejos del frenesí partidario, se dedicó al análisis desde los bastidores del mundo político.

Fue siempre un duro crítico del progresista Partido de los Trabajadores (PT) y de su líder e histórico rival político, Luiz Inácio Lula da Silva, posible candidato presidencial de cara a las elecciones de 2022 tras recuperar sus derechos políticos.

Cardoso y Lula, enfrentados durante décadas, ensayaron recientemente una aproximación y publicaron una foto juntos que simbolizó su unión frente a un enemigo común: el presidente Jair Bolsonaro y su ultraderecha.

Mientras Lula teje posibles alianzas para el próximo año, Cardoso compagina su trabajo en la fundación que lleva su nombre con las rutinas impuestas a sus 90 años por la pandemia: dormir, desayunar, leer los periódicos y ver a los amigos que viven en el barrio.

«Es aburrido. Es una vida pobre ese aislamiento en que estamos obligados a vivir», dijo en una reciente entrevista al diario Folha de Sao Paulo.

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