Nuestros actuales gobernantes son expertos malabaristas, cirqueros y semi-dictadores y/o maquiavélicos en el arte de gobernar y entregan al pueblo como un favor, lo que al pueblo corresponde por derecho; situaciones estas que según su librito no cambiaran, no será variado el rumbo que le trazaron al país, en el sentido de que están atrapados por las deudas internacionales pues el Presupuesto Nacional no les alcanza para el sostenimiento y engrandecimiento de su Estado de lujo y boato, cada vez más amplio y caro.
Esta orgia presupuestaria se mantendrá, pues tanto los organismos internacionales como los países poderosos les animan al endeudamiento en moneda fuerte y las autoridades no tienen la fortaleza, ni el poder ni el interés patriótico de respaldar el Peso dominicano con el Oro que la naturaleza nos ha brindado y mucho menos ahorrar gastos.
Se habla de que debemos controlar el crecimiento poblacional alegando que el territorio es pequeño y que a la vuelta de pocos años, no cabremos. No, lo que se precisa es trabajar con honestidad y transparencia en nuestros 48,000 KM2 de territorio, pues a título de ejemplo, la Republica de Taiwán posee una población de aproximadamente 24 millones de seres, produciendo de todo para consumo local e internacional en un territorio de 36,000 KM2 y es una potencia mundial.
Si bien es cierto que en RD tenemos una marcada precariedad en la calidad de vida, no es menos cierto que sea por los bajos salarios o por una baja calidad de los servicios sociales y por procesos inflacionarios sociales cíclicos, sino por la consentida existencia de los monopolios y los oligopolios que amarran la economía, la mantienen estática e impiden la creación de empleos, generan la depresión de los salarios por la mano de obra haitiana, unido todo esto a la falta de competitividad, tanto local como extranjera.
A esto se le agrega que algunos expertos aseguran que la característica principal del sistema impositivo nuestro es la gran cantidad de exenciones, que supuestamente erosionan la base de los impuestos a sectores que tienen ese tratamiento especial.
Pero nadie explica el origen practico de las exenciones, algunas de origen Reformista Social-Cristiano, otras de concepciones de otros partidos, como el PRD que ha estado en el poder y otras del mismo partido en el poder, el PLD, para necesariamente conociendo el origen, se pueda definir si se eliminan o no las exenciones, porque si se explica ese origen y sus resultados, es posible echarse en contra la clase política que solo desea como los Legisladores ahora, más dinero para según ellos subsistir, comprar agua, y “ayudar” a los desvalidos; absurda solidaridad esta, que no va en consonancia con las labores que fija la Constitución a los Señores Legisladores.
El Presidente Balaguer que asumió el poder luego de una guerra civil, tuvo la magnífica idea de patrocinar el otorgamiento de incentivos para que nuestros capitanes de industria emplearan más personas y se sustituyeran bienes de consumo producidos en el exterior.
Ninguno de sus funcionarios dio seguimiento a estas leyes de incentivos y dejaron que los beneficiarios de estas hicieran lo que les vino en gana, e igual han hecho los que sustituyeron al Dr. Balaguer.
Nadie supervisa los incentivos y solo cuando ocurre el desbordamiento, entonces se actúa, tratando de eliminarlos que es la vía más fácil, la del menor esfuerzo, no trabajando por y para la Patria, para poner a cada quien dentro de su Ley.
El país espera de sus políticos dirigenciales y de la oposición que aspira a relevarles, pues está harta de esperar viendo el rápido deterioro de las condiciones de vida, a cambiar el sistema impositivo, a reducir el tamaño del Estado, a reducir los altísimos salarios de los funcionarios, a eliminar los intermediarios o reducir su radio de acción; a bajar drásticamente los impuestos y a la vez aumentar la masa impositiva para que más personas y empresas paguen impuestos, a eliminar impuestos que atajan el desarrollo, como sería el denominado Anticipo, el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, y el pago por adelantado del ITEBIS facturado y no cobrado; reducir la cantidad de militares pues en cada institución se estima que la mitad presta sus servicios en otras entidades privadas y así ahorramos el costo de armas, uniformes, mantenimiento y nómina y con esos ahorros perfeccionar en seguridad pública a los que queden; a mejorar el sistema judicial; a generar energía alternativa; a cumplir el 80-20% del Código de Trabajo; a tener una política de Estado en materia migratoria; en fin cambiar el rumbo.
¡Dominicano, hoy, se necesita sangre tipo Duarte!